Una oportunidad perdida
Artículo publicado en DEIA el 13 Noviembre 2013
Acaba de celebrarse la
Conferencia Política del PSOE, un cónclave en el que había puestas muchas esperanzas
esperando que supusiera un nuevo impulso a la izquierda en éste país. Se había
escrito mucho sobre ella, la mayor parte de las veces de manera interesada,
capciosa, arrimando cada cual el “ascua a la sardina propia”. Las gentes de la
derecha, política, social o mediática intentando minimizar su alcance, o
influir sobre ella, desde las estructuras del propio partido con
autocomplacencia procurando que su resultado no se les fuera de las manos. Hay
que corregir, sí pero no de manera brusca, apuntaban, hay que innovar
ideológicamente, también, pero sin pasarse y sobre todo no hay que tocar, o al
menos hacerlo de manera mínima, a las personas que actualmente componen su
establishment, o lo que es lo mismo: “todo es cambiable menos yo”.
Lo que sí resultaba
evidente, ahí existía unanimidad, era que la conferencia resultaba vital para
la recuperación o hundimiento definitivo de un partido que atraviesa una
profundísima crisis, desde que en 2010 comenzó a perder sus señas de identidad
de izquierda. Zapatero fue un presidente cabal en su primera legislatura,
incluso los primeros tiempos de la segunda. Realizó reformas de profundo calado
en los derechos sociales, pero falló cuando le alcanzó la crisis y fue incapaz
de afrontarla con posiciones de izquierdas, viéndose obligado a ejecutar los
dictados de la derecha económica y financiera de aquí y de allí.Desde entonces el PSOE no ha levantado cabeza, por eso se visualizaba como una oportunidad histórica no solo para conseguirlo sino también para relanzar una nueva izquierda, más plural, transparente, democrática, radical incluso, con nuevos mensajes y una nueva estructura, que fuera de nuevo la “casa común”, capaz de liderar a una sociedad huérfana y perdida para frenar la mayor agresión al Estado del Bienestar de su historia.
Para ello era
necesario, imprescindible, reflexionábamos algunos, no solo renovar el
discurso, su línea ideológica recuperando las viejas señas de la izquierda más
necesarias y actuales que nunca, también reformar sus obsoletas estructuras
repletas de gentes acomodadas en el poder, pegadas con cola a los puestos
políticos. Llevan muchos años, décadas sin reciclarse y eso se nota. No puede
ser, no debe ser que alguien entre en el partido a los 24 años y vaya pasando
de puesto en puesto, sea institucional en sus diferentes variedades, o interno
y acabe su vida “laboral” enchufado en Telefónica, Iberdrola o alguna Caja. Eso
es impropio de la izquierda y un insulto a nuestra base social.
Se necesitaba poder
dotar a su discurso de elementos valientes, innovadores, quitándose de encima
el miedo, el terror a la presión que ejercen los poderes fácticos que
actualmente controlan nuestro mundo, sean financieros, mediáticos en incluso
religioso, nacionales o internacionales. Este país necesita un PSOE radical en
sus formas y en su fondo, que sea capaz de comunicarse con una gran dosis de
generosidad en el mismo idioma con las otras izquierdas, IU, ERC, Bloque
Nacionalista Galego, Bildu….liderándolas para conseguir un bloque de progreso
capaz de construir un ariete que rompa las puertas de la muralla, que el poder
fáctico dominante ha construido. Un partido que lidere un proceso
revolucionario novedosoEn lo interno debía salir un partido igualmente nuevo, que respetase la pluralidad, la libertad de expresión enterrando definitivamente a los Torquemada de turno, consintiendo y potenciando las corrientes, absolutamente transparente, eliminando esa perversa frase de que “la ropa sucia se lava en casa”. Todo en un partido nuevo debe verse desde la sociedad, para lo que Ferraz 70 y todas las sedes debían ser edificios de cristal.
Aplicar con rigurosidad el límite de mandatos con un máximo de dos, que éste límite fuera para cualquier cargo interno o externo, teniendo que pasar al menos dos legislaturas para volver a ocupar otro, exigiendo para ello la cotización en la seguridad social durante ese tiempo, lo que permitiría un constante trasvase enriquecedor sociedad-partido evitando la perversa burocracia que ha imperado los últimos tiempos.
Listas abiertas, revisar el injusto sistema electoral que sea más proporcional, ir a un sistema directo de elección por circunscripciones, primarias en todos los escalones electorales, incluso en las elecciones de cargos internos como la Secretaría General. Crear un código de conducta ejemplar, incluso a riesgo de ser injustos en algunas ocasiones, que en el momento en el que alguien sea imputado, no solo juzgado debe dejar de inmediato todos sus cargos. Etc, etc…
Elemento importante era
que desde este nuevo PSOE se propiciara un nuevo impulso a un proceso de paz
peligrosamente paralizado. Zapatero lo inició valientemente, aunque tuviera
algunos errores de bulto y ahora este nuevo PSOE debe culminarlo presionando al
PP para que tome medidas sobre los presos, especialmente si ETA en los próximos
días anuncia su desarme definitivo. En este tema hay que ser muy valiente no
dejándose influenciar para la inmoral presión de algunas asociaciones de
víctimas y algunos sectores ultras del PP como Mayor Oreja o el propio Aznar,
que demuestran de manera impúdica que con ETA vivían mejor.
Quedaba un último y
espinoso tema, el último pendiente desde la transición: proponer soluciones de
manera inteligente para resolver las viejas tensiones centro-periferia. Últimamente
ha sido Catalunya, pero también Euskadi lo espera, de momento pacientemente. Aquí
también pasaba por tomar medidas imaginativas, audaces y generosas, recuperando
la relación con el PSC y su propuesta de tercera vía, enriqueciéndola,
fortaleciéndola planteando abiertamente la construcción de un Estado Federal en
el que todas y todos estemos cómodos.
Eran medidas
rompedoras, quizás haya quien las considere rupturistas, si es con un pasado
superado por los acontecimientos indudablemente lo son, pero o el PSOE, mi
partido desde 1990, salía de esa conferencia con nuevas ideas, nuevas estructuras
y nuevos dirigentes (aunque ahora no toque), o su futuro iba a ser muy negro,
mucho más aún que el actual.
No podemos, no debemos
dejar en manos de partidos populistas como UPyD y Ciutadans, o futuros que
puedan aparecer, propuestas que la sociedad, especialmente nuestra base social
está reclamando a gritos y que quedan reflejadas aquí. Solo debían ver las
encuestas, la última, demoledora del CIS, para darse cuenta.
Así afrontábamos
algunos, en mi opinión la mayoría de militantes y la casi totalidad de nuestra
base social, esa ilusionante cita, pero todo se ha torcido durante su
desarrollo. Esa gran marea, ese tsunami que iba a cruzar por ella trayéndonos
un PSOE nuevo y revolucionario, se transformó en una débil ola que apenas nos
ha mojado los pies.
Nos hemos topado de nuevo con una estructura férrea que ha sido capaz de controlar y desactivar cualquier foco de levantamiento que pudiera darse. Las distintas delegaciones han impuesto, con algunas excepciones, su disciplina y aunque al final sí ha habido cambios novedosos e ilusionantes en el aspecto ideológico, sin tocar los temas más conflictivos y actuales, derecho a decidir incluido, todo lo interno ha quedado sin tocar y la reivindicación más sentida: las primarias, retrasadas hasta no se sabe cuándo.
Una oportunidad perdida, quizás la última, aunque siempre puede ocurrir que resultados electorales fuercen en el futuro próximo a movimientos que ahora han resultado imposibles.
Luego un llamamiento al
acatamiento, a que todo aquel o aquella que ose criticar su resultado se
considere un peligro para la organización, un indisciplinado al que hay que
apartar, o peor aún: un traidor.
Pero estoy convencido
que ahora el futuro de la izquierda reclama valentía, libertad de razonamiento,
de reflexión y de expresión. En el PSOE también……
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