Sensaciones y sentimientos en una jornada de huelga general
Egun on, bon dia, buenos días, con la resaca de un día
histórico para unos, de fracaso para otros, de cabreo para casi todos y de
posición inamovible para quien debería ser más sensible al mismo: el gobierno
del PP.
Hay muchas reflexiones que se me vienen a la cabeza y casi
todas relacionadas con imágenes vistas en televisión o en directo en la calle.
Intentaré ordenarlas con una cierta lógica desde la activación de los
sentimientos y sensaciones que me provocan.
Es curioso como uno de los déficits democráticos en los países
que debieran serlo en todo, sea precisamente el de la falta de control de un
instrumento que en teoría debe estar para la defensa de la ciudadanía y no para
agredirla.
La diferencia entre el efecto de la convocatoria de huelga
general en Madrid y Barcelona, con mucho más en esta última, indica el grado de
cabreo que las y los catalanes tienen en este momento y que por una vez han
dejado de dirigir a entrar en el capota del independentismo para centrarse en
lo que toca ahora: luchar contra las agresiones de la derecha, la de aquí (PP)
y la de allí (CiU), que debe hacer reflexionar a los dirigentes especialmente
de una izquierda que ni está ni se la espera en ambos temas. Me gusta cuando
las reacciones van en la dirección correcta y esta vez ha sido así.
Resulta lamentable que en Euskadi y Navarra unos sindicatos
miopes y limitados no hayan sido capaces de entender que las agresiones afectan
por igual a los que hablan en castellano o en euskera. Convocar dos jornadas de
huelga: la de los sindicatos nacionalista y la del resto, con pocos días de diferencia
es de una irresponsabilidad para nota. Ayer participé en una inmensa
manifestación pero podía y debía haber sido histórica si UGT, CC.OO. por un
lado y LAB y ELA por el otro se hubieran dejado de una división estéril.
Lamentable, solo espero que alguien en ambas orillas reflexione sobre lo
suicida de ese comportamiento.
Ver las imágenes de agresiones, rotura de cristales,
apaleamiento de coches de un sector de energúmenos que pululan sin control por
estas situaciones me produce además de una profunda tristeza un enfado
monumental por el daño que dichas imágenes producen al movimiento obrero en su
conjunto. Algo debiéramos hacer para evitarlas y canalizar nuestro cabreo hacia
los verdaderos responsables de la crisis. Si el coche que vi apalear fuera uno
de alta gama de un miembro del consejo de administración del Banco Santander,
aunque se me malinterprete, lo podría entender, pero ver a un trabajador como
el resto que solo pretendía llevar a su hijo al colegio destrozado por lo que
le habían hecho es una de las peores imágenes del día.
Por último queda mi análisis del resultado práctico de la
huelga y las masivas manifestaciones, por cierto más importantes las segundas
que las primeras porque ayer también existieron “piquetes informativos” de la
patronal que actuaron para coaccionar a miles de trabajadores para que no
participaran en la huelga. Amenazas de despido, de no renovación de los
contratos, de presiones de diversa índole hicieron que muchos no realizaran la
huelga pero sí se lanzaran a la calle para manifestar su apoyo a la misma. El
resultado es cero a la vista de la reacción posterior del gobierno del PP que
ni se ha inmutado ante lo que significó ayer esa movilización. Ni lo ha hecho
ni me temo lo hará. No se derriba un muro de hormigón armado con una piqueta de
madera, hará falta algo más contundente, incluso es probable que dinamita
democrática.
Pasar de una jornada de expresión de la protesta a algo más
duradero y consistente: un proceso revolucionario y para eso es necesario,
imprescindible en mi opinión, recuperar al PSOE de su estado de letargo letal.
Es el PSOE quien, con otros dirigentes eso parece obvio, lidere dicho proceso
como en los viejos tiempos. Que sustituya en esto al papel que el PCE cumplió
en el franquismo. Solo así tendremos alguna esperanza, de lo contrario
acabaremos sumiéndonos en una melancolía autodestructiva que nos llevará a la
extinción.
En eso estamos, en eso estaremos. Nos vemos en las
barricadas.
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