De Bauman a Bannon pasando por Fukuyama
Publicado en Diario 16, Periodista Digital, Navarra Información y Plaza Nueva los del 1 al 3 de Abril 2019
Mientras
en el exterior lo más novedoso es el peligro de destrucción de la UE con el lío
del Brexit, más el de nuestro planeta de manera vertiginosa, en nuestro país
comienza la recta final, el momento de la verdad hacía las elecciones más
importantes de nuestra democracia.
Aunque
el vértigo de los acontecimientos a veces dificulta la reflexión, a poco que se
observe con objetividad lo que está ocurriendo, lleva a la conclusión de que es
una mezcla explosiva y destructiva de diferentes teorías con nombre propio.
Las de
Zygmunt Bauman nos abrieron la puerta a conocer la sociedad que nos está
tocando sufrir, con su propuesta de la liquidez en la que nos movemos. Su
teoría de la modernidad líquida es un instrumento imprescindible para entender
lo que está ocurriendo.
Probablemente
todos los gurús de los que se rodean los líderes actuales les estén empapando
de esa tesis, para llevar su campaña de imagen precisamente hacia esa liquidez.
Les empujan hacia el individualismo feroz que según estos modernos de la nada
lleva al éxito, por lo menos al electoral, o quizás sólo eso.
Moverse
en una sociedad líquida, inconsistente, les obliga a convertir la praxis
política también en líquida abandonando la solidez de la ideología. Ya no se trabaja
para transformar la sociedad sino solamente para interpretarla, haciendo un
seguidismo esterilizante, al menos en lo ideológico, de lo que está de moda, de
lo que “se lleva”.
Ese
terreno favorece a los partidos populistas y de extrema derecha en detrimento
de las izquierdas, obligadas a jugar con unas reglas de juego contrarias a sus
principios.
Lamentablemente
observamos la rendición de esas izquierdas ante el avance de técnicas
tacticistas, sólo con la pretensión de ganar las elecciones, que les obligan a
abandonar la estrategia que va unida a su ideología. El análisis a corto plazo
se impone a la visión de largo alcance, como por ejemplo se observa en el tema
catalán y de ahí las reacciones ante la advertencia de Iceta.
Todo
ello favorecido por la tiranía de los expertos demoscópicos y de marketing,
eliminando a los pocos ideólogos que aún nos quedaban y que suponen un estorbo
en el seno de esa liquidez. No existe ya nada sólido ni en la sociedad ni en la
política que la sigue miméticamente.
Así
las clases dominantes garantizan que gane y por tanto gobierne quien gane la
izquierda o la derecha, ellos siempre resultan victoriosos. Son los que mueven
los hilos.
Esta
situación de liquidez fue perfectamente observada también por Steve Bannon,
que aportó su particular visión de lo
que estaba ocurriendo en el seno de esa sociedad empobrecida en lo ético, con
pérdida absoluta de la honestidad y dominada por ese individualismo feroz.
Así
lanzó su terrible teoría de que en los años 80 se necesitaban políticos como
actores de teatro, probablemente de Shakespeare, formados intelectualmente,
pero que ahora esa liquidez social necesita otros más cercanos a los
participantes en Reality Shows.
Aunque
sus teorías van siendo conocidas a partir de su asesoramiento victorioso a
Donald Trump, más bien parece que en los diferentes partidos políticos ya se
conocieran de antes, especialmente viendo el panorama actual de líderes que
parecen todos cortados por ese mismo patrón y que todos ellos no desmerecerían
participando en GH, Supervivientes, e incluso Sálvame, pero no en Pasapalabra.
Las
últimas tesis que se observar en la actualidad son curiosamente las que expuso
Francis Fukuyama en 1992 con su libro “El fin de la historia y el último
hombre”, conocidas coloquialmente como el final de las ideologías.
Resulta
curioso que en aquel instante fueron rebatidas ferozmente especialmente desde
la izquierda y hoy en día parece que esas mismas izquierdas, o al menos quienes
las dirigen, las hayan abrazado con entusiasmo.
Esa
sociedad líquida ya no es de derechas ni de izquierdas, sino que resulta algo
amorfo fácil de moldear si se abandonan esas ideas y sólo se trabaja en
conseguir votos y llegar a espacios mayoritarios de la misma. Si le añadimos el
imperio de la táctica y el final de la estrategia, resulta que al paradójicamente
después de 27 años Fukuyama sale victorioso.
A esas
tres teorías habría que aportarles una serie de ingredientes para conseguir el
guiso perfecto. La posmodernidad y la posverdad consiguen ese efecto.
Así
política líquida, dirigentes propios de reality shows, muerte de las
ideologías, más posmodernidad y posverdad nos llevan a la lamentable situación
actual.
¿Qué
hacer ante esta negra situación? Pues rebelarse y luchar. Con las ideas, con
las palabras dichas o escritas, intentando llegar a todos los rincones con una
labor didáctica titánica. O lo que es lo mismo; al menos morir con las botas
puestas.
Vivimos
malos tiempos para la lírica, pero sólo vence quien resiste. Tenemos enemigos
poderosos, incluso incrustados envenenando nuestros propios partidos de
izquierdas, pero debemos intentarlo aunque seamos pocos y con poco eco.
Veremos…..
Fdo.:
José Luis Úriz Iglesias (Ex parlamentario y concejal del PSN-PSOE)
Villava-Atarrabia
1 Abril 2019
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