“Trece rosas rojas”: Por siempre en nuestra memoria
Artículo publicado en PUBLICOSCOPIA el 5 Mayo 2014
Este martes 5 de
agosto se cumplen 75 años del fusilamiento de las conocidas como las 13 Rosas
Rojas, jóvenes mujeres, la mayoría de la JSU (comunistas), que fueron
condenadas por los tribunales franquistas. El expediente 30.426 agrupaba,
además las causas, idénticas, de dos mujeres más, Antonia Torres y Julia
Vellisca, y los de 53 varones, acusados también de cometer “actos delictivos”
contra el orden social y jurídico de la nueva España y por haber pertenecido a
la JSU, al PCE o a la UGT durante la República.
Todos murieron
esa misma madrugada fusilados en las tapias del cementerio del este de Madrid.
El Consejo de guerra, celebrado escasamente 48 horas antes, los condenó a la
pena máxima por rebelión militar; no tuvieron tiempo de solicitar clemencia
(inimaginable entonces la revisión de la sentencia). De las 13 mujeres, siete
de ellas eras menores de edad.
Las Trece Rosas
fueron Carmen Barrero Aguado, Martina Barroso García, Blanca Brisac Vázquez,
Pilar Bueno Ibáñez, Julia Conesa Conesa, Adelina García Casillas, Elena Gil
Olaya, Virtudes González García, Ana López Gallego, Joaquina López Laffite,
Dionisia Manzanero Salas y Luisa Rodríguez de la Fuente. En realidad las
mujeres fusiladas fueron catorce, porque a las anteriores debe sumarse Antonia
Torres, cuyo fusilamiento se ejecutó el 19 de febrero de 1940.
75 años de una
venganza cruel que se sumaba a todas las que se desarrollaron en aquel terrible
instante de nuestra reciente historia. Reciente porque 75 años es muy poco
tiempo, pero a veces olvidada historia, en especial por quienes les interesa
borrarla de un plumazo, aislarla del devenir de nuestro pueblo.
Quienes desde el
poder intentan potenciar o bien una amnesia colectiva o un “revisionismo”
manipulador, pero no son conscientes de que aún existimos gentes que no vamos a
permitir que esto ocurra, que alzaremos nuestra voz, aunque algunas ocasiones
apenas susurrando, en recuerdo de aquellos hechos, en homenaje a aquellas
víctimas inocentes.
"Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro
mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida,
adiós para siempre. Tu hija que ya jamás te podrá besar ni abrazar
Que no me
lloréis. Que mi nombre no se borre de la historia". Fueron éstas las
últimas palabras que dirigiría a su familia una muchacha de 19 años, Julia
Conesa.
Esa última
frase fue la que inspiró un emotivo documental titulado de esta manera. Por
supuesto que no Julia Conesa, ni tu nombre ni el del resto de tus compañeras
jamás se borrará de la historia, al menos mientras existan quienes como el que
escribe estas líneas os recuerden, recuerden la crueldad de los vencedores,
porque: ¿qué mayor crueldad que asesinar al amanecer a 13 jóvenes inocentes
solo por pensar diferente? No os asesinaron por cometer un delito, lo hicieron
por vuestros pensamientos, por vuestro compromiso ideológico, mucho más
peligroso a sus ojos fascistas, también porque eráis jóvenes y mujeres.
Creyeron así que darían un ejemplo, que aterrorizarían de esta manera, pero no
lo consiguieron, la lucha continuó y aún continúa.
No deseo
con estos argumentos revivir un espíritu revanchista, no es esa mi intención,
sólo reivindicar la memoria histórica, nuestra memoria histórica, porque un
pueblo que olvida la suya está condenado a repetirla y ésa, precisamente ésa
jamás debemos permitir se repita.
Tampoco
desde el rencor, más aun recordando las últimas palabras de otra de esas trece
rosas rojas, Blanca
Brisac, que escribía a su hijo esa noche ya en capilla: "Voy a morir con
la cabeza alta. Sólo te pido
que quieras a todos y que no guardes nunca rencor
a los que dieron muerte a tus padres, eso nunca. Las personas buenas no guardan
rencor…” Emocionan estas palabras sabiendo que las escribía quien unas horas
más tarde iba a ser fusilada injustamente. Las retomo y hago mías, perdonar
está perdonado, pero olvidarlo, jamás!
Hoy es el aniversario de aquel acto de barbarie, hoy os recordamos
“Trece rosas rojas”, con cariño, con respeto, con emoción y maldecimos a
vuestros verdugos y a quienes intentan eliminaros una segunda vez, a quienes
intentan ocultar vuestro ejemplo de valentía, de dignidad. Perdón no es olvido,
ni tampoco contener los sentimientos, ni apagar las pasiones, por eso los
maldigo, hoy y siempre.
Esta noche volveré a recordaros, veré la película realizada con vuestra
historia, quizás alguna lágrima aflore por mis secos ojos y allí donde estéis
saber que aunque no exista nada después de la muerte, estaréis siempre en
nuestra memoria, en nuestro corazón.
Descansar en paz, amigas, compañeras, camaradas….
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