El futuro de la izquierda o la izquierda del futuro



Mucho se está hablando en los últimos días, especialmente a raíz de ciertos comentarios de una mediática compañera, si Izquierda Socialista está, o debe estar en un proceso de escisión del PSOE para crear un frente de izquierdas con Podemos, IU y Equo.

Cuando en 1990 un grupo de ex militantes del PCE a través de la Fundación Europa liderada por Enrique Curiel nos afiliamos al PSOE, lo hicimos pensando y defendiendo que debía ser la “Casa común de la izquierda”. Lo pensaba entonces y lo sigo pensando ahora, a pesar de la difícil travesía del desierto que estas tesis están teniendo que pasar hasta el día de hoy.

Siempre he pensado que suponía una falta de energía y de inteligencia ver a una izquierda dividida y a menuda incluso confrontada, en beneficio de una derecha en la que a pesar de existir las mismas o parecidas diferencias de matiz que entre nosotros, ha sabido aparcarlas para su propio beneficio. El suyo y el de su base social.



Por eso defendía y defiendo un PSOE perfectamente situado en la izquierda en el que quepamos todas y todos, un PSOE al servicio de nuestra base social que en un alarde de imaginación, audacia y generosidad sea capaz de construir una nuevo edificio, no ya de habitaciones en una misma casa, sino de casas en un mismo edificio en donde todas las corrientes de la izquierda transversal se encuentren cómodas.

De acuerdo que no parece ser ese el camino iniciado en nuestro reciente 39 Congreso, pero sí constato que un nuevo fenómeno se ha producido en su interior por el cual su ala izquierda, tradicionalmente marginal, marginada y minoritaria, ha emergido con fuerza situándose incluso en el horizonte de poder ser mayoritaria.

Ese es el camino a recorrer. No ya convertir Izquierda Socialista en una corriente importante que se escinda una vez conseguido ese propósito, con el fin de buscar puntos de encuentro con el resto de la izquierda fuera del PSOE, sino antes al contrario, desde el seno de ese nuevo PSOE ser capaces de que nuestras tesis, defendidas con brillantez por nuestro candidato José Antonio Pérez Tapias, se impongan y así convertir nuestro partido en el referente de una izquierda ahora totalmente indefensa, desnortada y dividida. Con lealtad, por supuesto, pero también con claridad, yendo de frente con nuestras ideas. Uno debe respetar los resultados, las decisiones, pero también seguir defendiendo sus tesis aunque hayan sido derrotadas.



Es cierto que el fenómeno Podemos puede ejercer una efecto deslumbrador en alguna compañera con ganas de notoriedad, incluso que ese efecto pueda estar afectando a la táctica actual de IU, pero se nos debe de exigir algo más: un análisis que conduzca a una toma de decisiones que contenga elementos estratégicos, de largo alcance.

Podemos nos ha demostrado algo que ya muchos apuntábamos, el alejamiento de una parte de la izquierda de su base social, la miopía y la sordera a la hora de contemplar los movimientos sociales que se estaban dando y la necesidad de adaptar nuestras herramientas, nuestros modelos de partido a los nuevos tiempos.

Hagámoslo. Hagámoslo especialmente en el PSOE, o al menos impulsemos desde IS que se haga, como hemos venido defendiendo en la campaña de primarias. Lo que debe ser nuevo no es el logo, o la imagen del partido, o de su líder, debe serlo su proyecto político y su modelo de partido, esa herramienta con la que debemos transformar la sociedad. Podemos nos marca un camino, que por cierto ya estaba inventado, ya lo recorríamos antes algunos, pero no hacia ellos, sino hacia nosotros.



Ahora el trabajo de IS debe ser intentar impregnar al PSOE de nuestras tesis, fortalecerlo con nuestra nueva energía, no al revés. Ser capaces de primero unificar a la izquierda que existe en su interior para luego contagiar al resto de esa ideología, que cada día que pasa se hace más necesaria, más imprescindible. En definitiva no que desde el PSOE miremos a otros, sino que sean los otros quienes nos miren a nosotros.

En Septiembre tenemos la oportunidad de, sin falsos personalismos estériles, sin ambiciones paralizantes, con trabajo, audacia y generosidad construir ese nuevo proyecto, ilusionar a nuestra militancia, para luego volver a ilusionar a nuestra ciudadanía.

Ese es nuestro reto para que de nuevo el PSOE pueda ser la “Casa común de la izquierda” que algunos añoramos.

Ahí estamos, ahí estaremos.


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