Ahora toca devolverme mi carné del PSOE
Publicado en Público, Eldiario.es, Nueva Tribuna, El Confidencial Digital, Periodista Digital, Navarra Información, Plaza Nueva, Gara y Diario de Noticias de Navarra del 13 al 15 Enero 2020.
Vuelvo a infringir la norma básica
de no escribir en primera persona, pero debo hacerlo para dar a conocer mi
doloroso e injusto testimonio en el seno de un partido de la izquierda.
Ingresé
en el PSOE, más concretamente en el PSN, en 1990, después de una larga
militancia en el PCE una parte de ella durante la lucha anti franquista.
Curiosamente
ya venía predestinado al haber nacido precisamente en la calle Ferraz 70 su
actual sede.
Lo
hice como ya he comentado en alguna ocasión por dos razones, porque consideraba
que podía y debía ser “La casa común de la izquierda” y porque siguiendo a los
clásicos entendía que la finalidad de esa izquierda era transformar la sociedad
y al ser el PSOE el partido mayoritario, debía trabajar en su seno para
transformarlo en esa dirección.
No
fueron fáciles los primeros años, porque un sector de quienes por entonces
dirigían el PSN me consideraron como un infiltrado comunista, más aún al haber
continuado mi militancia en CC.OO., ya que me parecía excesivo dos cambios, de
partido y de sindicato.
Mantener
la lealtad a mis principios, a mis ideas, contrastaba con una cultura de
lealtad al líder. Resultó especialmente difícil por tener que ejercer labores
institucionales, dos legislaturas en el Parlamento de Navarra y tres como
concejal del Ayuntamiento de Villava-Atarrabia, en un tiempo especialmente
convulso al ser el pueblo de Navarra en el que con más dureza sufrimos el acoso
del mundo de ETA.
Así
once años con dos escoltas producto de dos intentos de atentado, tensiones,
amenazas, pintadas, concentraciones, incluso presiones a mi hijo en su
instituto. Aguantamos firmes sin dar un paso atrás, quizás por el espíritu
heredado de mi militancia comunista en momentos incluso más difíciles.
Resultaba
curioso pasar del terror impuesto por el franquismo al del mundo etarra, de las
torturas sufridas en el primero por “Billy el niño” y su siniestra BPS, a las
de ETA y su gente.
Pero a
pesar de ello aprendí desde el principio a empatizar con mis enemigos, a
intentar entender también su sufrimiento, las razones, en mi opinión
equivocadas, de su lucha.
Eso me
llevó a tener contactos con sus dirigentes, a hacer incluso amistades que al
conocerse por una parte de la cúpula del PSOE me llevaron a hacer de puente, de
persona de comunicación y encuentros. Entre ellos el más significativo; aquella
comida en Leitza en la que participé junto a Alfredo Pérez Rubalcaba, más Enrique
Curiel de una parte y Joseba Permach, Pernando Barrena y Patxi Zabaleta de la
otra.
De ahí
los episodios de 1991, 1999, 2003, 2010 etc.
Siempre
entendí que un día ETA desaparecería, que su final vendría a través de la
presión policial, judicial, social, o de la colaboración internacional, pero
que al final necesitaríamos la complicidad desde su interior que efectivamente
vino a través de la iniciativa Bateragune impulsada por Arnaldo Otegi.
Curiosamente
esos contactos, esa colaboración que utilizaron mis “mayores” me trajo
incomprensión y tensión de la dirección del PSN, que culminó con mi expulsión
en 2010.
Fue a
través de dos acusaciones falsas; que había dedicado el cohete de inicio de las
fiestas de mi pueblo a Otegi y que había invitado a dicho al acto a Pernando
Barrena.
Demostré
con pruebas fehacientes, grabaciones de radio y TV, documentos sonoros y
visuales, lo que dije aquel día delante de cientos de personas, que no fue
dedicar ese cohete a Arnaldo Otegi y al mismo tiempo con documentos del
Secretario del Ayuntamiento y del Jefe de Protocolo atestiguando que entre mis
invitados no figuraba Barrena. Incluso el portavoz municipal de EH certificó
que había acudido invitado por su grupo.
Lo que
ante la justicia ordinaria habría servido en este caso no y me encontré sin mi
carnet del PSOE, aunque al haberme desplazado a Catalunya el PSC sí me acogiera en su seno a las pocas semanas de llegar. Incluso como miembro del mismo participé sin
ningún problema en todo tipo de actos del PSOE, incluidos Congresos, jornadas y
primarias.
Posteriormente
mí vuelta a Navarra y algún ardid torticero, me volvieron a dejar huérfano de
militancia socialista.
Continué
así como socialista sin carnet la defensa de mis ideas; la necesidad de
impulsar la unidad de la izquierda, dar un giro en ese sentido al PSOE,
entender que al no existir ETA ya no tenía sentido la política de aislamiento
de la izquierda abertzale, o que era necesario buscar nuevas soluciones a
viejos problemas para eliminar las tensiones centro-periferia, o incluso que
debíamos impulsar una II Transición y la transformación de nuestro país en un
Estado Federal Plurinacional.
Curiosamente
las mismas ideas que ahora defiende y está dispuesto a poner en práctica el SG
del PSOE Pedro Sánchez.
¿Entonces
qué problema hay en estos instantes para que no milite en este partido? Me
preguntaba justo el día 7 de Enero viendo el triunfo de su investidura. ¿No
resulta evidente que tenga de nuevo mi carné, si ahora Pedro Sánchez y el PSOE
coinciden con mis ideas defendidas durante 30 años?
Por
esas razones al día siguiente me dirigí raudo y veloz a volver a solicitar por
tercera vez mi militancia (la última, sin respuesta, fue el día que Sánchez venció en unas
primarias en cuyo proceso contó con mi absoluta colaboración y ayuda), mi carnet del PSN-PSOE, a la sede pamplonesa del Paseo Sarasate.
Ahora
solo queda esperar a recuperar un carné que jamás me debió ser arrebatado. Ojalá
Pedro Sánchez lea estas líneas y lo entienda también así.
Porque
ahora ya vivimos un nuevo tiempo con más luces y menos sombras, con menos
desencuentros y más coincidencias entre las diferentes izquierdas.
Veremos……..
Fdo.:
José Luis Úriz Iglesias (Ex parlamentario y concejal del PSN-PSOE)
Villava-Atarrabia
13 Enero 2020
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