¿Por qué asistí a la manifestación de Bilbao?
El pasado sábado se realizó en Bilbao una
manifestación a favor de que el PP termine con su posición inmovilista sobre la
situación de los presos y presas de ETA, acercándoles a sus lugares de origen. Que
tengan los mismos derechos en esta materia que el resto de la población
penitenciaria de este país. No se pedirá
la amnistía, ni por supuesto la independencia de Euskadi, sólo que se cumplan
unos derechos básicos.
Después de algún disparate judicial como
que el juez Ruz la la autorizara por no ver en su convocatoria indicios delictivos
ninguno y a la hora el juez Velasco la prohibiera presionado por el “Tea Party”
que ahora controla el PP en esta materia, a pesar de todo esta tarde se ha
vuelto a convocar con un añadido fundamental: la presencia del PNV.
Siempre me he manifestado en contra de la
dispersión, incluso expresarlo públicamente me ha supuesto problemas en mi
partido, el PSOE, al menos mientras milité en el PSN. Eso en momentos
complejos, con mucha más razón ahora que han cambiado sustancialmente y que
especialmente la Izquierda Abertzale e incluso ETA han movido sus posiciones
hasta lugares que les exigíamos, hace muy poco impensables.
Durante muchos años me enfrenté con dureza
a su mundo, a lo que se denominaba “entorno de ETA”. A veces con extremada
dureza a pesar de que siempre intenté no cerrar la puerta a la comunicación y
el diálogo, a intentar entender las razones del “otro” y esa bipolaridad que intentaba fuera objetiva
me ganó la antipatía de una parte y la contraria, incluso de los míos, míos.
En ese tiempo en los debates políticos en
las instituciones, Ayuntamiento de Villava-Atarrabia y Parlamento de Navarra,
les lancé constantes llamamientos a que rompieran con ETA, a que aceptaran las
reglas de juego democrático, que todas las ideas se debían y podían defender
por métodos pacíficos y que la violencia perjudicaba a todos, incluidos a ellos
y la consecución de su proyecto político. Esas tesis venían de los partidos
democráticos y yo al menos me las creí, también quizás ingenuamente.
Viví con vergüenza a veces, con
indignación también que mi propio partido, el PSOE, utilizara métodos inmorales
en su lucha contra ETA. El GAL, los sucedáneos, las torturas, los métodos viles
impropios de la ética de la izquierda me hicieron sentir alejado, profundamente
alejado incluso alcé mi voz para criticarlo duramente. Lo hice
porque consideraba honesto denunciar también lo que los tuyos puedan hacer mal.
Desde hace algo más de dos años, desde que
ETA anunció el final definitivo de la violencia, de todo tipo de violencia,
derrotada por la presión policial, judicial, de colaboración internacional,
pero especialmente por el rechazo cada vez mayor que sus acciones tenían en la
ciudadanía española, vasca, incluso entre su propia base social y por la
batalla que desde su mundo político se les planteó. La alternativa Bateragune
liderada por gentes como Arnaldo Otegi, Miren Zabaleta, Rafa Díez Usabiaga,
Pernando Barrena, Rufi Etxeberría o Joseba Permach acabó por convencerles y
derrotarles. Lamentablemente el Estado reaccionó encarcelándolos en lugar de
reconocerles el esfuerzo realizado, con valentía, mucha valentía. Como
llevábamos años reclamándoles los políticos vencían a los militares y como
consecuencia lo político primaba sobre lo militar.
Después constantes movimientos, todos en
la misma dirección aceptar la democracia, sus métodos y la eliminación de la
violencia como instrumento de lucha política. Así han ido obteniendo resultados
electorales espectaculares elección tras elección, dando la razón a quienes
diseñaron Bateragune.
Cumplían paso a paso todas las condiciones
que les habíamos puesto y a pesar de todo el Estado, los partidos mayoritarios
PP y PSOE no movían ni un ápice su posición intransigente, inmóvil. El último
movimiento del EPPK y la previsible declaración de ETA sobre su desarme sitúa
la pelota en el tejado del Estado que debe cambiar de inmediato su rígida e
injusta, en las circunstancias actuales, política penitenciaria. Otegi y
el resto de Bateragune deben salir a la calle ya, al igual que se debe aplicar
con la misma inmediatez el acercamiento de presos a sus lugares de origen,
eliminar los demenciales macro procesos y destensar la presión judicial y
policial sobre la IA.
Soy consciente de que todavía una parte de
la sociedad está anclara en el odio y la confrontación, incapaz de entender los
nuevos tiempos. Leer las extemporáneas, brutales incluso, reacciones a alguno
de mis comentarios desde ambas partes indica que todavía el conflicto está
abierto y que lo más difícil una vez alcanzada la paz va a ser la
reconciliación. Porque ésta va a necesitar de una gran dosis de generosidad e
imaginación que en estas gentes resulta absolutamente impensable.
Me he pasado la vida construyendo puentes
por los que comunicarnos con la otra orilla de aquel río de aguas turbulentas,
muchas veces destruidos por el estruendo de las bombas o los tiros en la nuca,
siempre intentado reconstruirlos de nuevo, encontrando por el camino gentes que
hacían lo mismo desde el otro lado con quienes he ido forjando amistades
profundas, desde la discrepancia. Patxi Zabaleta, Pernando Barrena, o Paul
Ríos, codo con codo hemos ido recorriendo el camino ahora ya tan próximo a la
paz. No vamos a consentir que el odio, la sinrazón, la incomunicación nos haga
retroceder ni un solo paso, por eso la paz, la PAZ con mayúscula va a llegar,
sí o sí.
Habrá que hacer un ejercicio de pedagogía
para convencer a los irreductibles, cursos de convivencia con los muy
diferentes, pero si hemos llegado hasta aquí llegaremos hasta el final. Que no
lo dude nadie.
Por eso asistí el sábado a una
manifestación con cuyo eslogan me sentí cómodo e identificado: "Derechos humanos, acuerdo, paz". Lo hice acompañado de compañeras y compañeros socialistas, fuimos una gota más en ese océano que exija
justicia, una gota socialista que reivindicaba la unión en esto de
una izquierda transversal. Pero a nivel individual también estuve allí para
exigir a la otra parte mueva ficha. A
ETA que concrete un desarme con plazos y después su disolución definitiva. Hubo gritos, sí (rompiendo el consenso previo) a favor del acercamiento de presos, incluso a diferencia de la del año pasado a la que también acudí, a favor de la amnistía y la independencia, pero al menos donde estuve, en la cabeza de la misma, ni uno a favor de ETA.
Ahora en la resaca de la misma le pido a mi partido, el PSOE (esta reflexión la hago como militante socialista, de la izquierda española y de la lucha antifranquista para que no haya equívoco alguno), que colabore en esta campaña, que reacciones de su pasividad actual y trabaje de nuevo, como en tiempos de Zapatero, para que el proceso de paz llegue a buen puerto, que presione al PP en la misma dirección. En eso hemos estado, en eso estamos y en eso estaremos, porque solo gana quien resiste.
"No se pedirá la amnistía, ni por supuesto la independencia de Euskadi, sólo que se cumplan unos derechos básicos."
ResponderEliminarTe comeras estas palabras, no eres mas que un arribista al dictado del sol que mas te pueda calentar
Cuando los apañoles os empeñáis en ganaros la vasquidad hacéis un ridículo enternecedor. Enhorabuena, mimeto.
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