11-S: Catalunya al borde del precipicio
Cuatro años, los que he
vivido allí, dan para conocer la situación que atraviesa en estos momentos
Catalunya, más aún si estás activo política y socialmente hablando.
Participar en Julio de
2010 en la manifestación que colapsó las calles de Barcelona tras la sentencia
del Tribunal Constitucional por la que suprimía parte de un Estatut aprobado
por inmensa mayoría del Parlament y de la ciudadanía mediante referéndum, daba
para palpar en vivo y en directo la sensación de agresión con la que amplias
capas de la ciudadanía catalana vivió la misma. Fue un gravísimo error que ha
provocado el resto de errores en cadena cometidos posteriormente.
Es curioso como hace
apenas unos años desde esta parte se nombraba con envidia a Catalunya como un
ejemplo de sensatez, serenidad y diálogo, eran los tiempos en los que políticos
de la talla de Pascual Maragall, Pujol y el añorado Ernest Lluch nos daban
lecciones. Ahora las cosas han cambiado radicalmente, ahora debería ser
Catalunya la que mirara con cierta envidia a Euskadi. Más allá de que tener la
mitad de la tasa de paro, el doble de crecimiento o la mitad de tasa de pobreza
tengan que ver, a diferencia de allí, con un desarrollo basado en lo industrial
y casi nada en el ladrillo. Es probable que la pesadilla del terrorismo de ETA
haya forjado una generación de nuevos políticos curtidos en la apuesta por la
comunicación, el diálogo, consenso y acuerdo. El último entre el PNV y PSE
garantiza una legislatura estable para un sensato y hábil Urkullu y es un
ejemplo en estos momentos para una Catalunya necesitada de acuerdos
transversales.
Porque no es lo mismo éste
que Arzallus, ni Patxi López es Nicolas Redondo, como tampoco los actuales
dirigentes del PP en Euskadi se parece nada a los bárbaros Mayor Oreja, María
San Gil o Iturgaiz y por supuesto no es lo mismo Batasuna-Bildu que ETA, ni
Otegi, Permach o Barrena tienen nada que
ver con “Txeroki”, “Ata” o “Txapote”. La situación de crispación extrema y falta de entendimiento que se respira en Catalunya contrasta con el acuerdo de ayer transversal y plural entre el PNV y PSE que inaugura con sensatez una nueva etapa de entendimiento con la mira puesta en la crisis. Ese es el camino a seguir.
Lamentablemente, especialmente para su ciudadanía que asiste entre cabreada y perpleja a lo que está ocurriendo, en Catalunya ha ocurrido justo lo contrario y así van las cosas por allí, al borde del abismo. Lamento lo que ocurre porque he vivido unos años muy agradables, he aprendido a respetar a sus gentes y allí siguen personas que quiero y aprecio profundamente, pero a veces tenemos lo que nos merecemos y quizás les falte a la sociedad catalana dar un fuerte golpe, rotundo, en la mesa, como en su momento lo dio la vasca y echar a todos estos inútiles, en el mejor de los casos, e insensatos en el resto y sustituirlos por gentes que pueden reconducir esta peligrosa situación. La irresponsabilidad que rezuman Artur Mas y Oriol Junqueras, más la deriva en la que está inmerso el PSC pone los pelos de punta. Vaya par de “estadistas”.
La manipulación que
surgió tras el desafortunado dictamen del TC ha conducido a que la ciudadanía
catalana, incluida la parte que ha llegado desde la emigración del resto de
comunidades del estado en especial Andalucía y Extremadura, tenga una sensación de expolio económico por
parte del estado absolutamente equivocada. Ha sido CiU, los suyos los que han
llevado a la que era próspera comunidad a una estado de desastre. La sanidad,
la educación, los servicios sociales allí ahora están a la cola del resto del
estado y desde luego a años luz de las de Euskadi y Navarra.
Situación a la que han
llegado por los numerosos casos de corrupción que han salpicado a Convergencia,
a Unió y lamentablemente al PSC, pero también por la irresponsabilidad, la
ineptitud de un Artur Mas que sabrá inglés pero no sabe sacar a su país de la
crisis sino todo lo contrario.
Ahora llega el 11 de
Septiembre, la DIADA su fiesta nacional, es curioso que se celebre una derrota,
porque se conmemora la caída de Barcelona a manos de las tropas borbónicas al durante
la Guerra de Sucesión Española el en esa fecha de 1714 tras catorce meses de
sitio. Así, también se recuerda la consiguiente abolición de las instituciones
catalanas. La tensión ha subido con las últimas declaraciones y con “sube-baja”
del titubeante y debilitado Mas que se encuentra sitiado por Rajoy en un
extremo y el populista demagogo Oriol Junqueras por el otro, más la crisis
abierta con su socio Duran i Lleida.
Lamentablemente la
crisis en la que está inmerso el PSC, con una lucha fratricida entre sus dos
almas, ha evitado que su histórica posición centrada y de equilibrio haya
tenido el peso que las circunstancias demandaban. Algún día, a pesar de que se
haya producido por los errores de sus dirigentes, la ciudadanía catalán se
arrepentirá de no haberle dado el apoyo necesario para que pudiera reconducir
la peligrosa situación actual.
En estas circunstancias
lo que ocurra el miércoles resulta imprevisible, lo de la cadena humana más
haya de ser una acción puramente folclórica tendrá seguro un apoyo popular que
los extremistas utilizarán, como tantas otras veces en la historia del mundo,
para arrimar el “ascua a su sardina”, llevando a Catalunya al borde del
precipicio, del abismo.
Cierto es que el
derecho a decidir debe ser uno de esos derechos que no se pueden ni deben
discutir y además forma parte del acervo de la izquierda, pero también lo es
que se debe ejercitar con inteligencia y por supuesto previo acuerdo con el
estado, cuestión esta que Mas tiene muy claro pero que oculta deliberadamente a
la ciudadanía creando un polvorín que le puede explotar en sus manos como le
ocurrió con la convocatoria de unas elecciones inoportunas.
Pobre Catalunya, pobre
ciudadanía catalana, no se merecen la nefasta clase política que les mal
dirige. Bueno, para ser justo tampoco se la merece la española o la navarra,
pero allí las consecuencias pueden ser absolutamente terribles. La
radicalización a la que la han llevado las torpezas de unos, la ignorancia de
otros y cierta maldad de unos pocos puede suponerle males aún peores.
El 11 de Septiembre se
acerca como si de un terrible huracán de grado 5 se tratara, ojalá como en
alguno de estos al tocar tierra se debilite y no pase de chubascos más o menos
intensos.
Desde Navarra-Nafarroa
mi cariño y mi solidaridad.
11 de septiembre, 10.00 h leyendo periódicos en la Internet y saltando de blogs a twits. Yo también he vivido un tiempo en Euskadi, en los años de plomo, y no puedo decir que llegase a entenderlo todo.
ResponderEliminarTu post me parece interesante, pero aún hay mucha tela que cortar.
Echo de menos que, escribiendo desde Navarra no le dediques más a eso que en Catalunya se conoce como la "pela", los dineros.
Cualquier comparación con Navrarra o Euskadi tiene que considerar que el maltrato ( o el mal trato) económico de Catalunya con España es un factor muy determinante. Ya lo era en 1714...
Empieza bien y acaba mal. Si Cataluña tuviera los cupos de Euskadi y Nafarroa, el deficit no seria el q hay ahora. La demagogia , es decir sacar de contexto y no utilizar todas la variables vuelven un razonamiento inexplotable. Este es el caso de este articulo. Deme la recaudacion del impuestos y los cupos y yo le doy una autonomia sana.
ResponderEliminarEn cuanto a la radicalizacion, Vd. no debia estar ayer en Catalunya. La representeacion social en este evento era totalmente transversal y transgeneracional. La actitud de los manifestantes era jovial, pacifica y res petuosa. Si un proceso como la Via Catalana q lo hace todo pacificament y con la Sociedad Civil detras no es de recibo, q es el proceso vasco?