2013, annus horribilis
ARTÍCULO PUBLICADO EN DEIA EL 10 ENERO 2014
Han pasado seis largos años desde que comenzó esta
brutal crisis y ahora casi nadie recuerda ya sus comienzos en pleno gobierno de
mi partido, el PSOE y su presidente José Luis Rodríguez Zapatero, un político
valiente, arriesgado incluso en materia de derechos sociales y proceso de paz,
pero peligrosamente ingenuo, inoperante incluso a la hora de enfrentarse a una
situación para la que no estaba preparado. Quizás si en 2009 cuando ya se
palpaba que no podía luchar contra los elementos desatados con armas y bagajes
propios de la izquierda, cuando le aconsejaron que para intentar salvar los
muebles, especialmente electorales, no tenía más remedio que aplicar medidas y
recetas neoliberales, de derecha pura y dura, debería haberse retirado con
prudencia y dejar que fuera la fuerza original, natural en estas circunstancias,
o sea el PP, quien tomara las decisiones más polémicas. Si era la derecha
económica y financiera quien la provocaba eran ellas, sus homónimos políticos
quienes debían “comerse el marrón”.
No lo hizo y se equivocó, al final fue derrotado
estrepitosamente y no solo tuvo que retirarse de la vida política activa, sino
que además dejó al PSOE sumido en una crisis que aún arrastra, incapaz de
liderar a una izquierda que en los últimos tiempos ni está, ni se la espera.
Tampoco después en el tiempo realizó una seria autocrítica, por cierto una
actitud -la autocrítica- muy propia de
le esencia de la propia izquierda y ambas cuestiones las pagamos los
socialistas y lamentablemente también el resto de la ciudadanía de este país.
Al hilo de esta situación aún recuerdo las reflexiones
que en estas mismas páginas escribía Enrique Curiel, la mente más lúcida del
socialismo en los últimos tiempos lamentablemente desaparecido, en ellas se
formulaba una serie de preguntas aún de difícil respuesta casi cuatro años
después: ¿Estamos asistiendo solo a
las consecuencias de una recesión convencional y cíclica o nos encontramos ante
una crisis sistémica que afecta al modelo de globalización liberal? ¿Podemos
salir de la crisis desarrollando exclusivamente políticas anti cíclicas o se trata
de reformar el capitalismo? ¿Qué le ocurre a la socialdemocracia Europa? ¿Ha llegado el momento de reflexionar
sobre el futuro y promover una refundación de la izquierda revisando su
acomodación a las tesis neoliberales? ¿Disponemos de instrumentos políticos
(partidos y sindicatos) para impulsar reformas y generar amplias mayorías
sociales en torno a nuevos objetivos sociales?
La respuesta a todas
ellas da para una tesis, pero sintéticamente podemos responder siguiendo el
orden enumerado por Curiel: crisis sistémica, terminal, debemos reformar,
transformar el capitalismo actual, la socialdemocracia europea ni está ni se la
espera inmersa también en otra crisis ésta existencial, por supuesto que
debemos reinventar y refundar la izquierda y no, no disponemos de instrumentos
políticos para frenar primero las agresiones que estamos sufriendo y mucho
menos para impulsar reformas profundas, al menos hasta que esa izquierda,
europea y estatal no se reinvente.
En esas circunstancias
nos llegó Rajoy, la mayoría absoluta del PP y como consecuencia el mayor
proceso de agresiones a las capas populares desde la democracia, que ha provocado
el práctico desmantelamiento de un Estado del Bienestar por el que tanto habíamos
luchado. Han sido más de dos años de durísimo ajuste, de apoyo incondicional a
los sectores más reaccionarios de la economía, al poder financiero
especulativo, a la banca, a costa de ataques sin precedentes a todo tipo de
derechos del pueblo llano.
Pero al mismo tiempo
han ido apareciendo casos de corrupción jamás vistos en este país que afectan a
la raíz misma del sistema de partidos, en especial al del gobierno, el PP. Al
más conocido de la ya antigua “trama Gürtel, se le han ido añadiendo el “Caso Urdangarín”,
la aparición de Bárcenas y su enriquecimiento, el suyo y el de altos cargos
populares empezando por su presidente Mariano Rajoy a través de dietas
indignantes (aún queda por descubrir la parte final del iceberg que podría
poner de manifiesto años de financiación ilegal, o ilegítima de este partido) y
más recientemente el “Caso Blesa” y la antes todopoderosa Caja Madrid.
Lamentablemente tampoco
la izquierda se ha visto exenta de salpicaduras de corrupciones y corruptelas, la
más relevante y vergonzosa el caso de los ERE s de Andalucía que salpica al
PSOE y a los sindicatos UGT y CC.OO. y que nos avergüenza como militantes de
ambos, aunque también aquí sufrimos el caso de la CAN.
Pero quizás en las
últimas semanas ha sido cuando el martillo de la derecha ha sacudido con más
fuerza a las clases más desfavorecida. Señalo clases porque cuando Fukuyama y
su teoría del “final de la historia” ya había convencido a la mayoría de que
las clases estaban despareciendo, esta crisis las ha hecho emerger con fuerza,
incluso ha demostrado que la clase media no era tal sino que realmente es
proletariado puro y duro. Marx no había muerto y la lucha de clases está ahora
más actual que nunca.
La última semana hábil de 2013 ha sido una “semana
negra” que recuerda a la de Enero 1977 y a un franquismo que vuelve con fuerza,
feroz, brutal. A los ataques al Estado del Bienestar, a la salud, educación,
servicios sociales básicos, relaciones laborales, pensiones, o la última
agresión ocurrida con la subida de la luz, se ha unido también ataques a las
libertades fundamentales, al derecho de huelga, a derechos de la mujer como el
aborto, al derecho de manifestación, o la libre expresión.
¿Qué hacer, como señalaba un Lenin cada día más
actual, ante esta situación de agresión brutal de una derecha crecida y la parálisis
desesperante de la izquierda, en especial el PSOE?
Luchar, esa es la respuesta, luchar con todas las
fuerzas, acumulándola, a nuestro alcance. En las fábricas, en los centros
educativos, pero especialmente en la calle. Quizás utilizando viejos métodos
que creíamos superados, olvidados y que conviene desempolvar cuanto antes.
Intentar, trabajar, para que esa lucha que incluso
puede llegar a ser revolucionaria, la lidere la izquierda clásica, en especial un
PSOE que debe despertar ya de su largo letargo y ponerse al frente, como le
reclama su responsabilidad histórica, de las masas, de un pueblo indefenso,
indignado, pero paralizado por esa falta de liderazgo. No basta con las
minorías movilizadas a través de los movimientos ciudadanos, están muy bien
porque mantienen la tensión pero no son suficientes para parar primero y
derrotar después a los poderes fácticos, financieros, religiosos, económicos,
sociales y políticos, que envalentonados por esta parálisis están arrasando al
pueblo.
Pero si no lo hace quizá sea la hora de realizar una apuesta nueva, intensamente
reformista y coordinada. Las dificultades han convertido a los partidos
socialistas en organismos que se baten a la defensiva, y, en el caso español,
fuertemente jerarquizado en torno de los líderes para no perder el poder. Se
asumen reivindicaciones del adversario y se prescinde de ideas nuevas y
atractivas para tantos ciudadanos que carecen de puntos de referencia. Quizá si
ese viejo socialismo no reacciona a tiempo, sea el momento de pensar en una
izquierda nueva para hacer frente a una crisis larga y vieja.
El 2014 acaba de
comenzar al menos con una noticia positiva que da para otra larga reflexión: el
comunicado del colectivo de presos y presas de ETA, el EPPK, que da un nuevo
impulso en el camino hacia la paz, pero el resto de parámetros permanecen aún
sobrios, oscuros, por lo que nos queda mucho trabajo por realizar.
En cualquier caso recordar la máxima de una gran
mujer Dolores Ibárruri “Pasionaria” que afirmaba casi de manera premonitoria
del momento actual: “más vale morir de pie, que vivir de rodillas”.
Morir no sé, pero
luchar por supuesto, de pie, porque jamás conseguirán arrodillarnos, al menos a
algunos.
La lucha continúa!
Fdo.: José Luis Úriz
Iglesias (Ex parlamentario, ex concejal del PSN, actual militante del PSC)
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