Efemérides: música, fascismo, terrorismo
Artículo publicado en El Socialista Digital, Gara y Navarra Información el 22 Noviembre 2016
Según el diccionario de la RAE efemérides es “acontecimiento
notable que se recuerda en su aniversario”.
Estos días pasados han llegado
tres, diferentes pero con significados profundos, todos ellos de muertes, 17
años de la de Enrique Urquijo, 41 de Franco y 16 de Ernest Lluch, aunque esta
cabe definirla como asesinato.
Cada 17 de Noviembre, fecha fatídica en
la que perdimos a Enrique Urquijo, quiero dedicarle mi recuerdo y humilde
homenaje. Se cumplen diez y siete años desde que su vida se truncó en una calle
de Madrid. Se quebró como un juguete roto por la vida, estaba solo o quizás con
una mala compañía y a muchos se nos heló el corazón al enterarnos. A todos aquellos que admirábamos su música, la poesía de
sus letras a veces amargas como la vida misma, impregnadas de soledad y
amargura. Un chico triste autor de canciones tristes.
Esa misma soledad se
extendió a quienes nos emocionábamos con sus palabras musicadas en las tardes
de cualquier otoño como el que se lo llevó, quizás porque sentíamos lo mismo
que él aunque nos faltara su creatividad, su sensibilidad a flor de piel. Hoy
de nuevo volvemos a temblar al recordarlo.
Canciones de amor pero especialmente de desamor (dicen que las más bellas canciones se escriben en ese estado), de tristeza, llenas de poesía, de pasión salidas de lo más profundo del ser humano, de esos terrenos que hoy apenas nos atrevemos a pisar. Caricias hechas canción, cataratas de emociones que te hacían SENTIR, así con mayúsculas, y al mismo tiempo vivir, cuando él estaba dejando de hacerlo.
Canciones de amor pero especialmente de desamor (dicen que las más bellas canciones se escriben en ese estado), de tristeza, llenas de poesía, de pasión salidas de lo más profundo del ser humano, de esos terrenos que hoy apenas nos atrevemos a pisar. Caricias hechas canción, cataratas de emociones que te hacían SENTIR, así con mayúsculas, y al mismo tiempo vivir, cuando él estaba dejando de hacerlo.
Ese terrible día uno
volvió a recordar a su hermano pequeño fallecido unos años antes, comprendiendo
que al perder a Enrique lo perdías de nuevo. El hermano real también músico
como él, líder y compositor de un grupo de rock que se pateó los locales de
Madrid allá por final de los 70 y principios de los 80: RETALES. Por eso las
veces que hemos coincidido con su hermano Álvaro ambos han estado presentes en
nuestra conversación.
Pero también nos dimos
cuenta que perdíamos a un compañero de viaje en esto del vivir de manera
especial, a un amigo. Alguien que entendía lo que hemos sentido en numerosas
ocasiones, que era capaz de transformarlo en letras, en canciones que te
llegaban muy dentro.
Ahora la mayoría de los jóvenes no lo conocen, quizás sus canciones hoy suenen demasiado densa, complejas, melancólicas en un momento que se impone la música de usar y tirar, igual que las relaciones humanas. Quizás les atemorice porque activa sensaciones casi desaparecidas. Pero no entienden que al no escucharlas, al no saber saborearlas se pierden un tesoro, no podrán explorar un territorio sagrado.
Enrique se nos fue, nos hemos quedado huérfanos del hermano músico, pero nos queda su obra ésa que te hace despertar en medio de un mundo oscuro, gris y anodino, con la pena de no poder escucharle nuevas historias, nuevas melodías. Aún nos acompañan en los viajes, o en las tardes de otoño como ésta y quizás lo sintamos cerca.
Ahora la mayoría de los jóvenes no lo conocen, quizás sus canciones hoy suenen demasiado densa, complejas, melancólicas en un momento que se impone la música de usar y tirar, igual que las relaciones humanas. Quizás les atemorice porque activa sensaciones casi desaparecidas. Pero no entienden que al no escucharlas, al no saber saborearlas se pierden un tesoro, no podrán explorar un territorio sagrado.
Enrique se nos fue, nos hemos quedado huérfanos del hermano músico, pero nos queda su obra ésa que te hace despertar en medio de un mundo oscuro, gris y anodino, con la pena de no poder escucharle nuevas historias, nuevas melodías. Aún nos acompañan en los viajes, o en las tardes de otoño como ésta y quizás lo sintamos cerca.
Nuestro “amigo” nuestro
“compañero de viaje” Enrique Urquijo seguirá vivo mientas sigamos vivos los que
aún escuchamos y somos capaces de sentir su música. Nos seguirá acompañando en
nuestros bajones, en los momentos de penumbra, de pena o desamor, y nos
levantará el ánimo, nos hará un poco más felices al comprender que no somos los
únicos. ¡Qué pena que se vaya la buena gente y se queden los canallas!
El mejor homenaje que te podemos dedicar es escucharte, saborearte despacio como te gustaba a ti. Descansa en paz Enrique Urquijo, gracias por haber sido así.
El domingo 20 de hace
41 años Franco dejaba de existir. Circulando el pasado sábado por las calles de
Pamplona, en una manifestación por la libertad y contra el fascismo dudé de que
efectivamente fuera así. Estaba nuevamente allí intentando frenar la posibilidad
de que Franco y sus ideas sigan vivas, recordando aquella madrugada gris y
tenebrosa.
La recuerdo como si
fuera hoy, la reunión de gentes del PCE unas horas antes con la sombra de una
época más negra aún que algunos preveían. Recuerdo el recorrido en mi SEAT 600
hasta mi lugar de trabajo sin saber muy bien como saldría de allí.
No fuimos capaces de derrotarlo en
las calles, en las fábricas y universidades pero de allí salió una generación
curtida en esa batalla que hoy aún seguimos en las trincheras. “Así se
forjó el acero”. Gentes antifascistas, inconformistas, librepensadoras,
republicanas, ateas y un pelín utópicas, ingenuas que observamos con estupor
que hoy también gobiernan sus sucesores del PP.
Aquella madrugada me llega la imagen de mi desayuno
con mi compañera en el tránsito por la vida en aquel momento, en silencio,
apenas algún comentario sobre lo que podría pasar. Ambos militábamos en el PCE,
ella en la fábrica Estándar donde trabajaba, yo en la Universidad y en Artes
Gráficas, se hablaba de la “noche de los cuchillos largos”, que la extrema
derecha camparía a sus anchas este día, detenciones, quizás desapariciones….
No teníamos miedo, pero fue un desayuno extraño, como
de despedida. Luego en el viaje que siempre hacíamos juntos hacia la zona de
Atocha, en nuestro SEAT 600, hablamos de prepararnos por si nos detenían, antes
habíamos “limpiado” la casa y ese día la despedida lo fue más aún, más intensa,
más emotiva. La vi caminar hacia la entrada de si fábrica volviéndose cada 10
metros y saludándome con la mano con un intento de sonrisa.
Pensé que quizás era la última vez que podía verla,
los dos teníamos un historial en la BPS y éramos candidatos firmes a ser
afectados por la represión y un estremecimiento me recorrió el cuerpo.
Estas cosas no se cuentan, quizás porque siempre
estamos en los grandes hechos y olvidamos que las pequeñas anécdotas son las
más importantes, son las que conforman nuestra historia personal.
Hoy miro por mi ventana y recuerdo ese momento, observo el panorama y me vuelvo a estremecer.
Por último el lunes 21 hace 16 años asesinaron a un
compañero de lucha por el diálogo y el entendimiento, mi compañero del alma
Ernest Lluch.
Fue como un directo al mentón que me tiró casi a la
lona. Mantenía con él la misma línea de pensamiento respecto al conflicto vasco
y a la actividad de ETA y fueron a por él, como antes a por otro amigo: Juan Mari
Jáuregui, porque precisamente atacaban a los constructores de puentes, esos que
intentaban dinamitar con sus armas.
Al final de la
manifestación que recorrió las calles de Barcelona como repulsa por su
asesinato, la periodista Gemma Nierga, que fue la encargada de leer el manifiesto
final, se saltó el guion pronunciando una frase que dejó seco, con cara de
póker, al duro José María Aznar allí presente y por entonces Presidente del
Gobierno: “Estoy convencida de que Ernest, hasta con la persona que lo mató,
habría intentado dialogar; ustedes que pueden, dialoguen, por favor".
Fue como puñetazo que la
sociedad civil a través de Gemma, daba en la mesa de unos políticos enquistados
en la confrontación y la guerra. Esa reflexión se pronunciaba después de un
infame asesinato y en un momento muy duro de la banda terrorista ETA.
Viene ahora a mi memoria
aquella famosa frase que quizás marcó el devenir de la solución de un conflicto
que parecía eterno e irresoluble, observando la tensión centro-periferia
actual. Se refería Gemma a la necesidad de solucionarlo por la vía del diálogo
y el entendimiento entre muy diferentes y de alguna manera así se hizo, aunque
fuera de manera minoritaria, paciente y discreta. Hoy 16 años después aquella
situación ha cambiado radicalmente, aunque alguna parte continúa inalterable.
Me pregunto ahora que veo
otra dura confrontación, en éste caso entre el Estado y Catalunya, si Gemma no
debiera haberla pronunciado de nuevo, también en las calles de Barcelona, o
directamente la semana pasada en el hemiciclo del Parlamento español.
Dialoguen, dialoguen
entre las izquierdas, dialoguen con los diferentes.
Efemérides, diversas,
complejas, pero que merecen ser recordadas, porque el olvido es lo más terrible
que puede ocurrir.
Fdo.: José Luis Úriz
Iglesias (Afiliado al PSC viviendo en Navarra)
Villava-Atarrabia 22 Noviembre 2016
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