Juicios SEGI y Herriko tabernas: adaptarse al nuevo tiempo



Lo que diferencia a un Estado democrático moderno de otro obsoleto y anclado en el pasado es su capacidad de adaptarse a las nuevas realidades, a los nuevos tiempos y actuar en consecuencia.

Se están celebrando simultáneamente en la Audiencia Nacional de Madrid dos juicios, que aunque pasen casi desapercibidos para el común de los mortales, a quienes observamos la realidad con una cierta atención intentando ir más allá de los titulares, manipulados o no, de prensa se nos debe exigir al menos dar nuestra opinión.

Son lo que se denomina herencias de un pasado afortunadamente ya superado social y políticamente, pero lamentablemente todavía no judicialmente. Los 34 jóvenes vascos y navarros detenidos en Noviembre 2009, o sea hace ahora casi cinco años, dos antes del cese definitivo de la violencia de ETA, en aquel momento podrían estar a favor de aquella realidad, aunque a nadie se debería juzgar por sus ideas por muy radicales que fueran, reconozco que aquellos eran aún momentos de plomo y sangre y eso querámoslo o no cambia radicalmente las cosas.



Pero ahora los tiempos han cambiado y mucho, muchísimo. Estamos en un escenario por casi nadie soñado hace apenas dos años. ETA y su entorno más radical, más violento, ha cesado su actividad para siempre, definitivamente. Ha sido derrotada no solo por la presión policial, judicial, internacional, sino especialmente en la última y definitiva fase, por su propio entorno, en su propio terreno de juego. La política, los políticos han ganado a los militares. La alternativa Bateragune ha sido vital para conseguirlo y la sociedad española, el Estado español se lo “agradece” manteniéndoles en la cárcel injustamente. Tela!

Pero volvamos a los terribles macro juicios. En estas circunstancias no tienen ningún sentido, ninguno, que se desarrollen y mucho menos que haya sentencias inculpatorias. Hoy lo que debemos hacer todos, el Gobierno del PP incluido, es aportar lo que aún le falta al proceso de paz abierto hace algo más de dos años para que sea definitivo. En el largo y curvo camino recorrido aún nos queda un pequeño trecho para llegar a la meta, a la PAZ así con mayúsculas. El PP cambiando su política penitenciaria, acercando presas y presos a sus lugares de origen, suprimiendo, anulando estos macro juicios, eliminando la presión judicial y policial sobre la Izquierda Abertzale, el PSOE presionando sobre él para que lo realice y ETA su tarea pendiente: su desarme inmediato y su desaparición en un plazo razonablemente corto de tiempo. Después nos quedará lo más difícil posiblemente, la RECONCILIACIÓN. Una palabra muy bella pero muy difícil de hacer realidad.



Sobre esto una reflexión. El otro día hice un vídeo casero planteando que estos jóvenes queden en libertad. Que la justicia entienda los nuevos tiempos que vivimos y como ocurrió con Egunkaria, los deje libres. Me lo hizo una de las jóvenes encausadas. Posiblemente hace apenas 3 años, cuando era concejal socialista de Villava-Atarrabia y luchábamos en trincheras enfrentadas, nos veríamos como enemigos irreconciliables. Tuve en esa época confrontaciones brutales con ellas y ellos. Pero ese día la vi como una joven injustamente tratada, tanto en su detención como en su enjuiciamiento. Sentí mi solidaridad con ella, con ellos, una solidaridad un apoyo  que salía de mi educación proveniente de mi larga militancia en la izquierda….española.

Por eso escribo éste artículo desde el que solicito, como militante socialista español, como viejo activista de esa izquierda, que queden absueltos los 34, así como los 36 del juicio de las Herriko Tabernas entre los que se encuentran gentes tan implicadas en éste cambio como Joseba Permach y Rufi Etxeberría. Que los jueces lo mismo que utilizan ciertos mecanismos para “perdonar” a quienes defraudan, a personajes de relevancia (ayer conocíamos la vergonzante rebaja de pena a Josep Lluis Núñez, ex presidente del Barsa para que no pise la cárcel) o de la realeza, lo hagan adaptando su justicia, la aplicación de la misma a los tiempos nuevos en este caso más evidentes aún.

No tiene sentido condenar a 6 años, o a 10 según la acusación particular, a 34 jóvenes en estos momentos sólo por pensar diferente, porque no pueden pertenecer a algo que ya ha dejado de existir: ETA, o al menos porque su violencia, la parte terrible de su presencia, ha dejado de hacernos sufrir definitivamente.



Durante años desde mi estrado en el Ayuntamiento y el Parlamento de Navarra les he espetado diciéndoles que el día que dejaran de apoyar los métodos violentos como arma política todo sería posible, que todas las ideas por radicales que sean podrían ser defendidas sin temor a represalias. Hoy no podemos quedarnos en entredicho incumpliendo esas promesas. Es más, posiblemente hoy ese mundo sea el colectivo menos violento de todo el estado español, incluido yo mismo que defiendo medidas contundentes, incluso revolucionarias para frenar las agresiones de los canallas que nos gobiernan, sean en lo político, financiero, especulativo, o económico.


Por todo ello exijo alto y claro como socialista español, como viejo militante de la izquierda que esos juicios acaban con la absolución total de las encausadas y encausados y esta pesadilla termine definitivamente para poder pasar página en este país (ponga aquí cada cual lo que desee). 

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