Sesenta y cinco años ya


Nací el 17 de Octubre de 1.948, el mismo día por cierto que mi admirado Quique González aunque 25 años antes. En Madrid, y para disgusto de algunos en la calle Ferraz 70 actual sede del PSOE mi partido estos últimos 24 años, creo que coincidiendo con el despacho actual del secretario de organización Oscar López. ¿Os imagináis mi espíritu deambulando a su alrededor? Nací en plena postguerra y con el franquismo ya consolidado. Participé activamente en la lucha para enterrarlo, con algunas consecuencias dolorosas que ahora vuelven a mi mente al ver de nuevo las fotos de uno de mis torturadores: “Billy el niño”, pero también con experiencias inolvidables que me llevan a decir a veces que contra Franco vivíamos mejor. Voy a cumplir por esa razón sesenta y cinco años ese día, una cifra redonda que merece alguna reflexión.


Cuando era más joven (digo esto porque aunque parezca mentira aún me considero así) miraba a las personas de la edad que he cumplido, como si ya hubieran terminado su ciclo por este perro mundo. Ahora me toca a mí, y la verdad es que no me siento tan mal. La carrocería anda con el lógico desgaste de los miles de kilómetros recorridos, pero el motor sigue fino. Eso me anima a seguir la andadura, a visitar nuevos lugares, a conocer nuevas gentes, y sobre todo a seguir transgrediendo, porque esa transgresión tiene que ver con una juventud que no se relaciona necesariamente con la edad.

Me consta que eso molesta a algunos, o quizás a muchos, pero me temo que tendrán que aguantarme algún tiempo más, especialmente en lo político, tanto que hace tres años eran capaces de expulsarme del PSOE aunque luego me recibiera el PSC.

Transgresor, también heterodoxo, y como consecuencia, o al revés, libre. Porque camino ahora ligero de equipaje, más ligero aún que antes, y eso te proporciona esa libertad que tantos añoran en una época en la que abundan los lameculos dependientes de los demás, pelotas, otros especímenes deprimentes, ortodoxos, oficialistas y como consecuencia de todo ello aburridos y vulgares.
 

Pero al mismo tiempo soy defensor del diálogo, de la comunicación entre diferentes, incluso entre muy diferentes, “constructor” de puentes que algunos canallas del poder establecido en los últimos días se han empeñado en intentar destruir, reconozco el hartazgo que me originan ciertas posiciones inmovilistas, oportunistas y el silencio cómplice de quienes deberían alzar su voz para denunciarlo.


Amigo de mis amigos, enemigo cordial de mis enemigos, amante de mi familia, en una vida en la que el amor ha tenido un protagonismo fundamental. Y no sólo hacia las personas, también a un atardecer en pleno otoño como el que observo al escribir estas líneas, a las vistas inmensas que observo a menudo desde mis ventanas, a la conversación agradable con los amigos, a una parte de la naturaleza, a un libro, una buena película que te haga reflexionar, o cómo no, a una canción especialmente de amigos que he hecho en este campo en el transcurrir de los tiempos.


Con capacidad de disfrutar de la vida, pero también de indignarme, de cabrearme con las injusticias, las maldades, las canalladas varias, con la sucedido en Lampedusa, con la manera en la que intentan sacarnos a hostias de una crisis que ellos han provocado, con la muerte de un indigente, el ataque brutal al Estado del Bienestar, o con el aborregamiento social que observo, con la mala educación, el individualismo feroz, la corrupción y corruptela, el egoísmo, la falta de valentía o la violencia expresada de mil maneras diferentes.


Saboreando otra de mis pasiones: la música. Pasión, qué palabra, qué sentimiento tan poco utilizado en la negra, o quizás debo decir gris, época que nos toca sufrir. La música y sus músicos y músicas, especialmente las relacionadas con el rock and roll en todas sus modalidades. Buena gente, la mejor que he conocido en un momento en el que no suelen abundar en el plano político donde me suelo mover.

Política. Otra pasión. Con encuentros y desencuentros. Amores y desamores…políticos lógicamente. Traiciones, algunas gentes de baja estopa que la desacreditan, que me inspiran un profundo desprecio, también buena gente, altruista, utópica que lamentablemente es la que más alejada está del poder. Pero a pesar de todo sigo inmerso en ella y en la que pienso seguir precisamente por esa pasión, aunque estoy seguro de que algunos desearían mi desaparición fulminante y definitiva. Pues parece ser que no.

Cumplo ahora sesenta y cinco años, cifra mágica que marcaba antes el final de la vida laboral y el inicio de una nueva vida. Miro hacia atrás y veo una historia, unas historias, dignas de plasmar negro sobre blanco. Quién sabe, quizás cuando me aburra y decida escribirlas acabe siendo un “bestseller”. Seguro que algunos apartados aparecerán destacados en la prensa de aquí, y de allí. ¿Alguna primera página? Quizás ya lo han sido en el pasado. Ciertas relaciones han dado para tanto…

En fin, el día 17 comienza el primer día del resto de mi vida. Espero que ésta, como la anterior, dé para otro libro al menos con las mismas páginas.


Mientras sigo soñando que le quito el puesto a Bruce Dickinson en Iron Maiden, y por eso como despedida permitirme un grito juvenil: ¡larga vida al rock and roll!, ¡Larga vida a los viejos roqueros aunque tengan sesenta y cinco años ya!

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