El Gobierno debería favorecer la asamblea de ETA


Soy consciente de lo duro y provocativo que resulta el titular de estas reflexiones hechas con la impresión que me ha producido leer el comunicado del EPPK, nombre con el que el mundo de ETA conoce a la organización de sus presos y presas.

Un comunicado elaborado después de un largo y me consta que duro proceso de debate interno en el que la inmensa mayoría, en torno al 90 %, de estos ha optado por apoyar lo que se denominó “Acuerdo de Gernika”, que cumple el domingo su primer aniversario y que supuso en su día la plasmación pública que los pragmáticos liderados por Arnaldo Otegi, Rufi Etxeverría, Rafa Díez Usabiaga o Pernando Barrena habían ganado el debate interno en el interior de Batasuna y apostaban de una manera clara y definitiva por alejarse de las tesis violentas y plantear el uso de los métodos democráticos como los únicos para el futuro.

Los que en la otra orilla hemos seguido de cerca (a veces de muy cerca) con atención ese proceso somos conscientes de la dureza del debate y el esfuerzo que se ha hecho para conseguir ese cambio estratégico. En el seno de ETA, al menos en los que la dirigían en aquel momento, se vio con recelo a su inicio, con posiciones contrarias, duras, agresivas incluso en algunos momentos y con resignación cuando fueron conscientes de su estrepitosa derrota. Era el triunfo definitivo, histórico de los políticos sobre los militares. Incluso a consecuencia de ello se abrían fisuras en un colectivo hasta entonces fusionado e irreductible como eran los presos, exiliados y familiares.

En un años esas fisuras se fueron convirtiendo en grietas que han supuesto la llegada de este comunicado histórico y que suponen un paso definitivo hacia la paz.

Antes ETA lanzaba su ultimo comunicado dejando la decisión del abandono definitivo de las armas en manos de sus presos, esos que ahora por inmensa mayoría les responden que ésta es afirmativa: que ha llegado el momento de cerrar la persiana de ETA y dejar en manos de sus políticos la lucha, democrática a partir de ahora, por sus planteamientos políticos.

Utilizando un razonamiento lógico habría que concluir que si ETA deja su disolución en manos de sus presos y estos responden que sí, pues eso significa ni más ni menos que ETA ha dejado de existir como organización armada el 24 de Septiembre 2011 y que ya solo queda concretarlo.

Pero para que eso tuviera un carácter definitivo el Gobierno debiera emplazarles para que en el plazo más breve celebraran su asamblea disolutoria favoreciendo, o al menos no entorpeciendo la celebración de este evento. Teniendo en cuenta la correlación de fuerzas existentes lo normal es que dicha disolución se aprobara por el 95 % de sus asistentes.

Ya sé que esto resulta complejo hacerlo en la situación actual, en vísperas de una elecciones generales y que esta vez han elegido mal los tempos (ellos que durante años los han manejado con maestría) pero quizás ahora habría desde la otra orilla que estar a la altura de las circunstancias utilizando valores de los que hemos andado escasos: audacia, imaginación y generosidad, mucha generosidad.

Teniendo en cuenta que hace apenas unos años todos, TODO, el mundo pensábamos que al final habría que negociar temas de calado político ahora nos encontramos y debemos valorarlo muy positivamente, que ya solo plantean temas relacionados con sus presos y exiliados. Es lógico que soliciten la amnistía, aunque creo que son conscientes que lo más que pueden y creo que deben una vez desaparecidos, conseguir son medidas de igualdad con el resto de los presos que supondrían de hecho la derogación de la denominada “Doctrina Parot” de claro tinte antidemocrático e incluso anticonstitucional. Medidas con sus presos enfermos terminales, las medidas referentes al derecho altercar grado, o el acercamiento de sus presos a cárceles próximas a Euskadi son de lógica democrática en los momentos actuales.

Si el precio de la paz es ese, pues bienvenido sea.

Luego quedan dos temas complejos y de más largo recorrido: la compensación a las víctimas y la reconciliación después de 50 años de dolor en ambas partes del conflicto. Ahí habrá que poner muchas más dosis de audacia, imaginación y generosidad. Por empezar por mí mismo yo ya les he perdonado (creo que hace mucho tiempo lo hice) el sufrimiento que a mí o a mí familia me han originado por su presión, amenazas incluidas.

Pero hoy tenemos que felicitarnos por haber llegado hasta este punto hace apenas un año difícil de imaginar.

Como final de mi reflexión quisiera reivindicar la salida a la calle de quienes en mi opinión no merecen estar en la cárcel en estos momentos: Arnaldo Otegi, Rafa Día, Miren Zabaleta….

Y volver a recordar la figura de alguien que ahora estaría disfrutando con esta noticia, alguien que hizo mucho para que esta situación se dé: mi entrañable amigo Enrique Curiel. Tan ausente y tan presente al mismo tiempo.

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