¿Como hacer una política municipal de izquierdas?



Después de las elecciones del 22-M la manera de acceder a las alcaldías, en el estado en general y en Catalunya en particular, no ha sido un modelo de homogeneidad y coherencia. La imagen que se ha dado ante la ciudadanía es que cualquier pacto era posible con tal de llegar a la alcaldía, modelo muy alejado a los llamamientos que la mayoría han hecho durante la campaña electoral a la manida “otra manera de hacer política” Lamentable..

Cuando he leído los diferentes artículos, notas de prensa, o comentarios que se han hecho sobre esta cuestión me he venido de forma natural la pregunta clave: ¿qué es un gobierno municipal de izquierdas? O mejor: ¿Cómo se pone en práctica una política de izquierdas?

Primero convendría aclarar como entiendo lo que NO es una política municipal de izquierdas, o por lo menos definir en qué ámbitos no se definen con claridad lo que es ser de izquierdas o de derechas en la política municipal y también en general.

Esa diferencia NO existe en todo lo referente al debate “nacional” de si Catalunya o Euskadi, debieran ser independientes de España. Se puede ser de derechas o de izquierdas, defendendiendo esta propuesta o la contraria. Lo que sí puede definir claramente una ideología concreta es que se acepte la diversidad, el respeto a esa diversidad propio de la izquierda, que contrasta con el nacionalismo –sea éste español, vasco o catalán- rancio y excluyente propio de la derecha. En resumen que sólo por defender la independencia de Catalunya o Euskadi no se es de izquierdas ni mucho menos y la mayoría de las veces ocurre justo al revés.

NO marca tampoco esa diferencia el defender el catalán o el euskera contra el castellano, como tampoco lo contrario, manifestaciones ambas de la política de confrontación que ha practicado siempre la derecha clásica. El respeto a todas las lenguas, a todas las culturas, sin que tenga que transformarse este derecho en una guerra, la defensa de políticas igualitarias y no excluyentes, favoreciendo, eso sí a la que esté en situación de inferioridad, es lo que ha defendido siempre la izquierda.

Luego queda claro los temas que NO definen una política municipal de izquierdas en Catalunya, Euskadi y en cualquier otro lugar, aunque desgraciadamente de forma confusa se intenta hacer creer que sí, supongo que para no desenmascarar a quienes con este debate lo que intentan ocultar es que en los problemas de fondo son profundamente de derechas. Es muy fácil, pero igualmente demagógico y falso, plantear: “como defiendo a Catalunya y al catalán ya puedo definirme como de izquierdas”. Eso sí, luego se puede defender la enseñanza o la sanidad privada, que los inmigrantes para integrarse deben estudiar catalán y bailar la sardana o el aurresku como escuché escandalizado hace poco, o una cultura de “castañuelas y pandereta “a lo de aquí.

Antes de seguir quisiera dejar claro, porque te cambian de bando en cuanto dices algo que no gusta, que respeto profundamente el catalán como respeté antes el euskera, la cultura catalana o vasca, que la gente defienda una Catalunya o Euskadi independiente siempre que lo haga de forma pacífica, al igual que respeto a quienes defienden lo contrario. Pero eso, así sin más, no te hace ser de izquierdas.
¿Cómo se puede hacer por tanto una política municipal de izquierdas en un pueblo de Catalunya?

Lógicamente y ligándolo con lo que he comentado antes, se debe hacer desde el respeto a la diversidad, sea esta idiomática, cultural, o política, y por tanto poniendo en práctica que se respete la misma, hasta ahora con dos vértices –el español y el catalán- pero a los que cada vez se le añaden más, como el latinoamericano, subsahariano, magrebí, etc. Con todo lo que eso trae consigo no sólo a nivel cultural, también a nivel social e incluso religioso. Si no se respeta desde el catolicismo radical que uno sea ateo, ¿cómo se va a respetar que sea islamista, hinduista, o budista?

Igualmente desde la defensa de una política de vivienda hecha a través de promociones de VPO o de viviendas en régimen de alquiler con control de su desarrollo. Por cierto también aquí sin exclusiones, o sea que no se pongan normas para que “no puedan entrar los inmigrantes” como escuché hace poco al futuro alcalde de Badalona, muy catalán él pero fatxa hasta la médula.

Se practica una política municipal de izquierdas defendiendo la enseñanza, la sanidad o los servicios sociales públicos, porque hay quienes además de defender la privada cuando miran a la pública sólo lo hacen de manera selectiva.

También desarrollando políticas de igualdad de género, comenzando porque las concejalías de igualdad de oportunidades estén dotadas con fondos suficientes para que sean eficaces, así como para la lucha contra los malos tratos.

Poniendo en práctica una política activa sobre la juventud que siga respetando la diversidad, no sólo la que existe entre ellos y quienes las llevamos a cabo, sino también la existente entre los propios jóvenes que cada vez son más diversos en sus gustos y prácticas. Todo ello desde el diálogo.

Desde la defensa de la libertad. Libertad de pensar, de sentir, de vivir, de militar políticamente. Libertad de sentirse español, vasco o catalán, heterosexual u homosexual, de practicar una religión o no, de gustar la música clásica o el rock, de hablar en castellano, euskera o catalán. Defendiendo la separación y la independencia entre el poder político y religioso y por lo tanto alejando a las instituciones políticas de prácticas religiosas.

Dejo para el final un aspecto importante y quizás el más complejo y difícil de definir: El cultural. Ya se sabe que cuanto más culto es un pueblo, más libre es. La cultura en su más amplio sentido es la gran abandonada, y cuando se favorece se hace de forma sectaria inclinada hacia uno u otro extremo dependiendo de quien dirija los mecanismos de poder. Qué miedo da hacer libre a un pueblo.

¿Cómo se hace una política cultural de izquierdas en un municipio pequeño y sin recursos? Para empezar luchando para que esos recursos se incrementen a pesar de la crisis. Vivimos en una comunidad en la que no importa gastar grandes cantidades de dinero público en deporte –que está muy bien- pero en la que genera polémica que se haga en actividades culturales, y más si éstas van “contra corriente”.

Por eso incrementar el gasto en cultura es defender una política municipal de izquierdas, y más si se gasta siguiendo el eje fundamental de mis argumentos, desde el respeto a la diversidad en el más amplio sentido de esta palabra. Es injusto promocionar la música en catalán marginando la que se está haciendo en otros idiomas.

Defender, apoyar a los artistas que “pelean a la contra” en una época pobre y oscura en lo cultural. A esos artistas, a esos proyectos que escandalizan porque rompen con las normas impuestas desde el poder, que son capaces de rebelarse de forma revolucionaria frente a la uniformidad y la monotonía, o contra las grandes multinacionales –mafias definiría mejor- que dominan la música y el espectáculo. Apoyar a estos artistas, traerlos a tu pueblo a pesar de las reticencias conservadoras de diferentes tipos, es hacer una política municipal de izquierdas.

Se habrá observado que la palabra que más me he empleado en este artículo es “respeto”. Respeto a la diversidad, a que somos diferentes pero al mismo tiempo con los mismos derechos, y que esas diferencias deben tener las mismas posibilidades de desarrollarse Es muy fácil de decir o escribir, al igual que es muy fácil defender “gobiernos municipales de progreso”, pero muy difícil de poner en práctica, y esta es una de las claves para definir una política municipal de izquierdas: Hacerlo desde el respeto a los demás, todo ello realizado con honestidad y coherencia.
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En eso estamos algunos, a pesar de las incomprensiones y/o manipulaciones.


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