Siete días de Septiembre (publicado en Deia el 28-09)
Siete días negros en Septiembre. Negros para la resolución de conflictos, para los intentos de construcción de puentes, para el diálogo, la comunicación o el entendimiento. Una semana negra, no tan dramática como aquella de Enero de hace más de 30 años que también viví en primera persona, tan bien reflejado por Bardem en su espléndida película, pero casi.
Tengo muy vivos en mi memoria aquellos dramáticos días. En aquel tiempo militaba en el PCE y en Comisiones Obreras, en la Universidad de Madrid donde estudiaba y en el sector de Artes Gráficas donde trabajaba. Precisamente aquel terrible 24 de Enero teníamos previsto reunirnos en el despacho de abogados de Atocha, pero nos llamaron para suspender esa reunión porque había otra más importante del Transporte. La sustituimos por una mini reunión en mi casa, que también solíamos utilizar en momentos puntuales. Había negros nubarrones, y algo se barruntaba. Hacía dos días había caído Arturo Ruiz después de una brutal carga policial, y ese mismo día Mari Luz Nájera. Pero a pesar de la rabia y la indignación se nos recomendó tranquilidad, y en la charla que tuvimos decidimos acatar esa decisión.
A las doce de la noche, yo ya estaba en la cama porque solía levantarme a las 6 de la madrugada, sonó el teléfono de mi casa. Un camarada me informaba de lo de Atocha. Pensé que podíamos haber sido nosotros. Luego una vorágine de reuniones, asambleas, contactos, y sobre todo un mensaje claro: hay que mantener la calma, no responder a la provocación. A pesar de la rabia por nuestros camaradas asesinados apretamos los dientes y tragamos el sapo. Éramos comunistas y por tanto teníamos una mayor responsabilidad.
Después, el impresionante entierro en el que participé activamente como “servicio de orden”, y la sensación de estar viviendo momentos históricos. Luego con el tiempo entendí que aquel llamamiento a la calma de mi partido, el PCE, fue clave para conseguir la democracia, y desde entonces defiendo esa misma reacción en circunstancias parecidas.
Es curioso que sensaciones experimentadas entonces las vuelvo a experimentar ahora. La presión intolerable del fascismo y la intolerancia, la sensación de peligro sólo por pensar diferente, la incomprensión de muchos, aunque en aquel tiempo existía una mayor solidaridad y camaradería entre los que luchábamos. Eso sí lo echo de menos ahora, en un tiempo en el que la insolidaridad, la ambición, la insensibilidad, el borreguismo, o la traición dominan la política.
Volviendo la vista a esa semana de Enero me doy cuenta de que ésta de Septiembre tiene alguna semejanza. Las ilegalizaciones no son la solución, aunque a la vista del poco coraje que existe en la otra orilla uno puede pensar que hasta sean merecidas, pero a mí personalmente no me gustan. Radicalizan, invalidan las palabras, convierte en víctimas a los verdugos, y ahondan las diferencias. Ayudan a tensar aún más el ambiente, como entonces.
Una persona a la que conozco desde hace años y que llegué a pensar era razonable dijo el pasado viernes: "habrá que dar una respuesta acorde con la agresión sufrida". ¿Piensa que la que ha dado ETA este fin de semana es acorde, es adecuada? Estoy convencido de que no, porque a la primera que deja bajo los caballos es a ella, pero le faltará valor para rebelarse. Entiendo su miedo, porque sus compañeros son de los que las disidencias las pagan con la muerte, pero no lo comparto. Ellos están ilegalizados pero vivos, mientras que el brigada Luis Conde está legalizado pero muerto. Es una diferencia fundamental.
Las últimas noticias hablan de detenciones en Francia en una espiral sin fin.
Me gustaría salir a los medios de comunicación y gritar alto y fuerte: ¡no podemos seguir así! Algo hay que hacer para acabar con esta barbarie, con esta locura. Alguien en el otro lado debe reaccionar, porque en este ya estamos gentes dispuestas a echar una mano.
Desde hace años algunos defendemos tesis a favor del diálogo y el entendimiento, confrontándonos con valentía en momentos duros como estos, incluso con las posturas dominantes en nuestro partido. Nos ha costado mucho defender esa bandera, mantenerla erguida a pesar de las tempestades políticas. Nos ha costado incluso la incomprensión, la crítica, la agresión dialéctica, y las amenazas de nuestros propios compañeros. Y lo hemos hecho a pesar de todo. ¿Pero para qué vale nuestro esfuerzo si no hay nadie al otro lado que tenga el mismo valor, que defienda la misma tesis? ¿Por qué nadie en el mundo del abertzalismo radical oficial (en el otro sí que hay, pero es poco eficaz) mantiene ese mismo estandarte desde dentro, como nosotros?
No podemos seguir así. Algo hay que hacer. Como en la agricultura para obtener una buena cosecha antes hay que preparar los campos, sembrar, regar, cuidar, y recoger lo sembrado. Algunos de esos campos han quedado arrasados por las bombas, destrozando años de esfuerzo, de comunicación y diálogo. Pero aún quedan otros si tenemos voluntad de dedicar una parte de nuestro esfuerzo. Ahí queda el ofrecimiento si hay alguien que tenga el valor, o como se dice en esta tierra “los cojones” de recogerlo. Esperaremos noticias, pero, algo hay que hacer.
José Luis Úriz Iglesias
Tengo muy vivos en mi memoria aquellos dramáticos días. En aquel tiempo militaba en el PCE y en Comisiones Obreras, en la Universidad de Madrid donde estudiaba y en el sector de Artes Gráficas donde trabajaba. Precisamente aquel terrible 24 de Enero teníamos previsto reunirnos en el despacho de abogados de Atocha, pero nos llamaron para suspender esa reunión porque había otra más importante del Transporte. La sustituimos por una mini reunión en mi casa, que también solíamos utilizar en momentos puntuales. Había negros nubarrones, y algo se barruntaba. Hacía dos días había caído Arturo Ruiz después de una brutal carga policial, y ese mismo día Mari Luz Nájera. Pero a pesar de la rabia y la indignación se nos recomendó tranquilidad, y en la charla que tuvimos decidimos acatar esa decisión.
A las doce de la noche, yo ya estaba en la cama porque solía levantarme a las 6 de la madrugada, sonó el teléfono de mi casa. Un camarada me informaba de lo de Atocha. Pensé que podíamos haber sido nosotros. Luego una vorágine de reuniones, asambleas, contactos, y sobre todo un mensaje claro: hay que mantener la calma, no responder a la provocación. A pesar de la rabia por nuestros camaradas asesinados apretamos los dientes y tragamos el sapo. Éramos comunistas y por tanto teníamos una mayor responsabilidad.
Después, el impresionante entierro en el que participé activamente como “servicio de orden”, y la sensación de estar viviendo momentos históricos. Luego con el tiempo entendí que aquel llamamiento a la calma de mi partido, el PCE, fue clave para conseguir la democracia, y desde entonces defiendo esa misma reacción en circunstancias parecidas.
Es curioso que sensaciones experimentadas entonces las vuelvo a experimentar ahora. La presión intolerable del fascismo y la intolerancia, la sensación de peligro sólo por pensar diferente, la incomprensión de muchos, aunque en aquel tiempo existía una mayor solidaridad y camaradería entre los que luchábamos. Eso sí lo echo de menos ahora, en un tiempo en el que la insolidaridad, la ambición, la insensibilidad, el borreguismo, o la traición dominan la política.
Volviendo la vista a esa semana de Enero me doy cuenta de que ésta de Septiembre tiene alguna semejanza. Las ilegalizaciones no son la solución, aunque a la vista del poco coraje que existe en la otra orilla uno puede pensar que hasta sean merecidas, pero a mí personalmente no me gustan. Radicalizan, invalidan las palabras, convierte en víctimas a los verdugos, y ahondan las diferencias. Ayudan a tensar aún más el ambiente, como entonces.
Una persona a la que conozco desde hace años y que llegué a pensar era razonable dijo el pasado viernes: "habrá que dar una respuesta acorde con la agresión sufrida". ¿Piensa que la que ha dado ETA este fin de semana es acorde, es adecuada? Estoy convencido de que no, porque a la primera que deja bajo los caballos es a ella, pero le faltará valor para rebelarse. Entiendo su miedo, porque sus compañeros son de los que las disidencias las pagan con la muerte, pero no lo comparto. Ellos están ilegalizados pero vivos, mientras que el brigada Luis Conde está legalizado pero muerto. Es una diferencia fundamental.
Las últimas noticias hablan de detenciones en Francia en una espiral sin fin.
Me gustaría salir a los medios de comunicación y gritar alto y fuerte: ¡no podemos seguir así! Algo hay que hacer para acabar con esta barbarie, con esta locura. Alguien en el otro lado debe reaccionar, porque en este ya estamos gentes dispuestas a echar una mano.
Desde hace años algunos defendemos tesis a favor del diálogo y el entendimiento, confrontándonos con valentía en momentos duros como estos, incluso con las posturas dominantes en nuestro partido. Nos ha costado mucho defender esa bandera, mantenerla erguida a pesar de las tempestades políticas. Nos ha costado incluso la incomprensión, la crítica, la agresión dialéctica, y las amenazas de nuestros propios compañeros. Y lo hemos hecho a pesar de todo. ¿Pero para qué vale nuestro esfuerzo si no hay nadie al otro lado que tenga el mismo valor, que defienda la misma tesis? ¿Por qué nadie en el mundo del abertzalismo radical oficial (en el otro sí que hay, pero es poco eficaz) mantiene ese mismo estandarte desde dentro, como nosotros?
No podemos seguir así. Algo hay que hacer. Como en la agricultura para obtener una buena cosecha antes hay que preparar los campos, sembrar, regar, cuidar, y recoger lo sembrado. Algunos de esos campos han quedado arrasados por las bombas, destrozando años de esfuerzo, de comunicación y diálogo. Pero aún quedan otros si tenemos voluntad de dedicar una parte de nuestro esfuerzo. Ahí queda el ofrecimiento si hay alguien que tenga el valor, o como se dice en esta tierra “los cojones” de recogerlo. Esperaremos noticias, pero, algo hay que hacer.
José Luis Úriz Iglesias
Impresionante testimonio y paralelimos José Luis. Somos muchos los que defendemos la convivencia entre diferentes en nuestra tierra, los que, pese a los embites terroristas y las modas coyunturales, nunca hemos apostado por la confrontación. Pero me queda la sensaciíon que (casi) todo el mundo que pudo abrir los ojos del "otro mundo" ya lo han hecho ya...solo quedan, como dijo Elzo, los círculos más próximos al nucleo, irreductibles, fanáticos,...no se, esa es la sensación que ahora tengo. Un fuerte abrazo...por cierto ¡¡¡que pena lo De paco Cifuentes!!! lo he leido ahora mismo, sino, hubiera ido encantado.
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