Guerra de banderas

Otra vez la “guerra” de las banderas en Villava-Atarrabia. Otro nuevo episodio en los últimos dos años, después de que durante mucho tiempo eso parecía olvidado.

Reconozco que a mí personalmente nunca me ha molestado ver la ikurriña al lado de las “oficiales”, europea, española, navarra, y la del pueblo, y que tiene un cierto encaje argumental haberla mantenido ya que se puso por referéndum, y por referéndum debiera quitarse. Pero a veces las cosas no son como uno quisiera y la ley aprobada en el Parlamento resulta de obligado cumplimiento para todos, nos guste o no, así es la democracia de este tipo.

Por eso intenté convencer a los que defendían su colocación para que aceptaran las reglas democráticas de las que nos hemos dotado, y esperaran pacientemente a que unas nuevas mayorías, que estoy convencido llegarán más pronto que tarde, le den la vuelta. Convencido igualmente que cuando eso pase se volverán las tornas, y los que ahora exigen su cumplimiento clamarán para que no sea así. Esa es la política por este “territorio comanche”. Mi intento tuvo escaso éxito ya que a los de Na Bai se les ocurrió la brillante idea (de nota), de colocar una a unos metros del Ayuntamiento en un precioso mástil que nos costó una pasta. ¿Eran tan ingenuos que creían que nadie reclamaría vía judicial el cumplimiento de la ley? Quizás, pero la realidad es que eso ocurrió y ahora nos encontramos con una sentencia exigiendo su retirada. Materia prima perfecta para quienes les encantan las hogueras. Ya tenemos un nuevo episodio de esa absurda y estéril “guerra” de banderas.

La pregunta es: ¿realmente a los vecinos y vecinas de Villava-Atarrabia les interesa esta guerra, o lo que realmente les preocupa es la limpieza, el ruido, la falta de aparcamientos, la crisis económica, el paro..? Como dice Dylan “la respuesta está en el viento”.

Y ahora nos encontramos en cada Pleno con una ikurriña en la bancada de ANV, acompañada para quedar bien de la navarra en sus diferentes modalidades (a mí la del aguilucho me produce un cierto escalofrío), y un homenaje convocado para mañana sábado apoyado por el Ayuntamiento con los votos de Na Bai y ANV, con bando oficial convocando a los vecinos por las calles de Villava. ¿Ese homenaje y toda la parafernalia que lo acompañará, es útil para nuestro pueblo? No, tajantemente NO.

Harto de esta situación he decidido en los últimos plenos adornar nuestros lugares del Salón de Plenos con una bandera de Iron Maiden, grupo heavy al que admiro y sigo desde hace años, por supuesto mucho más que a cualquier bandera. Es un pacífico gesto de protesta por esta absurda situación. ¿O es que no tengo el mismo derecho de poner esa bandera cuando los concejales de ANV ponen las suyas? Desde luego es una bandera que crispa mucho menos, aunque a algún descerebrado le pueda molestar, y mucho más lúdica y relajante. Quiere simbolizar el apoyo al rock and roll desde un sentimiento, ya que de eso se trata, de sentir una u otra cosa. Unos sienten la ikurriña, otros sentimos el rock.

En esa misma línea el próximo sábado mientras algunos nostálgicos del pasado hagan ese acto, que por cierto algún ministro de Aznar como el señor Trillo ya realizó en Madrid pero con otros colores, en lugar del rojo, verde y blanco, con rojo, y amarillo, yo estaré realizando el mío propio a la bandera de Iron Maiden colocándola en mi balcón, con su música de fondo, acompañada de lo nuevo de Metallica, y la de algunos amiguetes más. Será mi aportación atípica, rebelde, especial, y seguro que más actual frente a esa arcaica y absurda “guerra” de banderas. Quizás la acompañe de la bandera pirata, si para entonces recibo la que he encargado, porque la verdad es que me siento más pirata que vasco o español.

En fin. Con su pan se lo coman, pero por este camino vamos de cabeza al siglo XIX. Habrá que releer de nuevo las guerras carlistas para entender algo de lo que pasa por aquí. También entonces iría contracorriente, porque soy liberal y me perseguirían igual.

No sé por qué ahora me viene a la memoria esa preciosa canción del malogrado Facundo Cabral, con la que me siento identificado en su integridad: “No soy de aquí ni soy de allá”, soy ciudadano del mundo, añado. Escucharla.

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