El laberinto del PSN-PSOE
Nota previa: éste artículo fué remitido hace 5 días a la prensa local pero supongo que por motivos diversos, en cada diario de un color) se ocultó y no publicó. La libertad de expresión pasa por malos momentos en Navarra. Ahora al menos se tendrá la oportunidad de leer en mi sancta sanctorum...
La sorprendente
decisión tomada por el PSN y anunciada a bombo y platillo por su desprestigiado
Secretario General, Roberto Jiménez, de solicitar la inmediata dimisión de la
Presidenta del gobierno de Navarra, Yolanda Barcina, antes del próximo 3 de
Marzo y en caso contario presentar una moción de censura contra ella y su
gobierno abre la caja de pandora en ésta convulsa Comunidad Foral.
Ese era el titular, el
inicio y el posible final, pero entre ambas circunstancias se esconden una
serie de recovecos legales, jurídicos y políticos algunos de los cuales pueden
condicionar su resultado.
Porque una de las
condiciones expuestas por Jiménez es la necesidad previa de abrir una comisión
de investigación parlamentaria, aprobada por unanimidad en el pleno de éste
jueves, que aclare la veracidad de las graves acusaciones que la anterior
directora de hacienda Idoia Nieves ha vertido sobre la consejera Lourdes
Goicoechea.
Sin dudar de esas
acusaciones sorprende que en un tema infinitamente más grave como fue el asunto
de la CAN, Jiménez no hubiera sido tan contundente en la aprobación de una
comisión de investigación y posteriormente aprobando la moción de censura
presentada.
A menudo da la
sensación de que algunos, por no decir todos, dirigentes políticos se piensan
que la ciudadanía es tonta, que no se da cuenta de las triquiñuelas, de las
incongruencias existentes en su actividad política, pero eso es porque hablan
poco y escuchan menos a las gentes del pueblo llano.
Pero por encima de estas
reflexiones previas parecía evidente la tarde del miércoles que lo que iba a
ocurrir es que o dimitía Barcina, o el PSN (es mejor hablar con propiedad para
evitar los temas personalistas cuasi populistas de “el partido, el país, soy
yo”) presentaría de inmediato la moción de censura, para una vez aprobada
consensuar con el resto de grupos de la oposición un gobierno de transición,
que nos llevara a una elecciones anticipadas coincidiendo con las europeas del
próximo 25 de Mayo.
Ese era el panorama que
el 98 % de la población navarra vislumbró esa noche. Lógicamente para que esa
propuesta fuera viable se necesitaba el apoyo de Geroa Bai, Izquierda-Ezkerra y
claro está de la “bicha”, Bildu. Pero parecía evidente primero que el PSN
contaba con el OK de Ferraz (no estamos para más bromas como las de 2007) y que
aceptaban esa premisa, o sea contar con la Izquierda Abertzale para llevar
adelante ese diseño.
Así nos acostamos el
miércoles, pero el jueves la ceremonia de la confusión de nuevo nos envolvió.
La vicepresidenta del PSOE, Elena Valenciano, mano derecha de Rubalcaba y por
tanto su portavoz real, se descolgaba planteando que con Bildu ni a heredar. De
nuevo zozobra, despiste, decepción. ¿Quizás maniobra de engaño, de despiste?
Mucho se habla en los
últimos tiempos del desprestigio de la política, de la pérdida de confianza, de
credibilidad de la ciudadanía sobre una noble práctica y todos se empeñan en
hablar de la necesidad de recuperarlas y especialmente la dignidad. Pues la
primera norma para conseguirlo es que cosas así no sucedan. Que cuando un
dirigente político plantee algo sea verdad, que no exista ninguna duda de que
eso se va a realizar y que lo dice con autoridad.
A partir de ahora
pueden ocurrir, simplificando, dos cosas. Que se cumpla lo ofertado
públicamente, moción de censura con votos suficientes para ser aprobada, nuevo
gobierno de transición con las mismas premisas y convocatoria de elecciones
anticipadas el 25 de Mayo. O bien que todo sea un bluf, una maniobra oscura que
nos lleve a continuar, aunque sea con leves retoques, con la situación actual.
En el segundo caso
debería suponer, si existe un mínimo de dignidad, una consecuencia como la que
en 2007 hizo despedirse de la política a una persona valiosa, honesta como
Fernando Puras, que se ganó el respeto de una sociedad indignada con lo que
había ocurrido. Por tanto Roberto Jiménez y el resto de las compañeras y
compañeros de la dirección, todos los que nos han llevado a esta encrucijada
ilusionante debieran hacer lo mismo: irse a casa, a sus puestos de trabajo en
la sociedad. Porque nos estamos jugando el poco futuro que han dejado a un
partido de larga tradición democrática, repleto de gentes honestas y que a
menudo no merece ser dirigido de esa manera.
Lógicamente algunos
compañeros y compañeras, muchas de ellas injustamente tratadas, con
incomprensiones y malentendidos, (posiblemente será imprescindible revisar y
corregir ciertas decisiones tomadas con altas dosis de todo ello), llevamos
años defendiendo la necesidad de un diálogo fluido con el resto de las
izquierdas de esta compleja comunidad. Un diálogo transversal, plural, que
conduzca a la posibilidad de acuerdos como los que estamos hablando. La
desaparición de hecho de la violencia de ETA, avala esa posibilidad. Es tiempo
de defender sin pudor, con valentía y generosidad que eso no solo es posible
sino que además resulta necesario para garantizar un futuro más justo y
democrático.
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