Es tiempo de que las izquierdas cierren filas con el gobierno
Hoy no
toca hablar del coronavirus, aunque sí un poco porque toca hacerlo sobre la
situación política y social en tiempos de coronavirus.
Tiempos
oscuros no sólo en lo que tiene que ver con la salud colectiva y el peligro que
para ella supone este terrible Covid-19, también por lo desagradable que se ha
ido transformando el panorama a medida que avanzaba la lucha contra él.
Lo que
debiera ser un cierre de filas colectivo en el que sin importar condición
social, ideología o militancia política, creencia religiosa, o lugar de
nacimiento, todas y todos como una piña, sin fisuras ni diferencias, nos
enfrentáramos a un enemigo común, como dice el doctor Espinosa, “muy jodido”,
se ha transformado en justo lo contrario.
Quizás
todo viene derivado de ese clásico concepto medieval de la derecha, de que en
este país y supongo que en el resto, el poder le pertenece como a la realeza de
ese tiempo por decisión divina y que lo tenga la izquierda no es sino algo
provisional y anti natura.
En
cualquier tiempo eso ha sido así y no podía ser una excepción que suceda en este
instante. Así después de una breve tregua, solo para aparentar que a ellos
también les interesaba esa lucha contra el virus, aunque no fuera así, han
vuelto a la lucha, esta vez poniendo “toda la carne en el asador”, o sea
utilizando todos los medios disponibles ya fueran legítimos o ilegítimos,
morales e inmorales.
Y no
sólo desde la arena política, también la han llevado al terreno social,
económico, religioso, activando a todas aquellas fuerzas que de manera natural
siempre han estado a su lado.
Además
lo hacen forjando una férrea unidad, la derecha extrema ahora (creo que se
tardará mucho tiempo en recuperar esa derecha sensata y moderna que el país
necesita) y la extrema derecha codo con codo sin fisuras, confundiéndose en una
sola.
Han
recuperado el método clásico actualizado por José María Aznar desde su fortín
de FAES y lo están aplicando a sangre y fuego. Ni un minuto de tregua a un
gobierno que consideran les pertenece, ni siquiera en la lucha contra el virus,
ni contra la crisis social y económica que está provocando, ni en el terreno
nacional, ni internacional.
Nada,
ni un minuto de descanso, ni un milímetro de margen. Nada, solo presión,
presión y presión.
Con el
apoyo de la CEOE, los obispos, al menos los más reaccionarios, el FMI, el BCE,
los poderes fácticos, algunos medios de comunicación, todos con un fin común,
desgastar al gobierno, quebrarlo y hacerlo caer.
Por
cierto con algún aliado imprevisto en las filas de enfrente. La insensata
posición en los últimos días de ERC, o la salida de tono de algún ministro como
por ejemplo Nadia Calviño (háztelo mirar ministra, porque debes lealtad a este
gobierno a su Presidente), les está resultando de gran ayuda.
Pero
quizás lo más peligroso haya sido su salto cualitativo a la lucha callejera al
más puro estilo de la “kale borroka”, que va subiendo peligrosamente de nivel a
medida que pasan los días.
Ahora
pretenden no sólo que el poder (político, económico, o religioso) sea suyo,
sino que recordando el viejo lema de su antecesor Fraga, la calle también.
¿Mientras
tanto las fuerzas de la izquierda qué?
Parece
que de momento contemplan lo que ocurre entre perplejas y desorientadas.
Estaban más centradas en apoyar la gestión del gobierno en lo referente a la
pandemia, hay que reconocer que con luces pero también con muchas sombras, y
les ha pillado con el pié cambiado.
Habría
que recomendarles que reaccionen rápido, coordinadas y unidas, antes de que la
situación se nos vaya de las manos.
Porque
debe ser la izquierda sensata la que frene a esa derecha, en lo político pero
especialmente en lo social. Dejar esa misión en manos de fuerzas anti sistema
puede tener consecuencias catastróficas. Los últimos enfrentamientos en la
calle tienen muy mala pinta y auguran sucesos más graves si esa izquierda no
reacciona ya y con contundencia.
¿Cómo?
O recordando a Lenin: ¿qué hacer?
En lo
político con unidad sin fisuras, ni reacciones a lo ERC, o Nadia Calvino, ni
tampoco por libre como Pablo Iglesias.
Entendiendo
que tenemos enfrente enemigos extremadamente peligrosos, dispuestos a todo y perpetrados
con poderoso armamento; ficticio claro, pero poderoso.
Buscando
priorizar en exclusiva lo que nos une, aparcando ahora lo que nos puede separar
(esto va sobre todo por una ERC en la que está primando lo táctico sobre lo
estratégico), hablando y debatiendo lo que haga falta cada tema, para que no
pueda haber a la hora de plasmarlo la más mínima duda y que las decisiones sean
definitivas, sin cambios constantes que aturden al personal.
Pero
también la masa social de esa izquierda, que debe estar igualmente unida, tiene
una misión. Plantar cara a esa extrema derecha cerrando filas alrededor de
nuestro gobierno, incluso en la calle.
Sin
caer en provocaciones, sin utilizar la fuerza, o la violencia, sólo la
presencia, porque somos muchos más.
En las
redes sociales imponiendo el peso de nuestros argumentos, que también en estos
difíciles tiempos deben estar cargados de razón y ética.
Respondiendo
a sus ideas del pasado con ideas de futuro, a lo negativo con positivo, a la
destrucción con la ilusión de la construcción de un nuevo futuro después del
cornavirus.
Somos
más, tenemos mejores ideas y argumentos, saquémoslas y frenemos de nuevo a este
fascismo amenazante.
Es
tiempo de dar la cara, de valentía, de apoyo al gobierno sin abandonar las
críticas cuando sea necesario, pero sobre todo es tiempo de reaccionar con
rapidez y contundencia.
Que
resuene el NO PASARÁN de nuestros abuelos, pero esta vez que no pasen, porque
sería terrible para los sectores más desfavorecidos de nuestra sociedad y para
nuestro país en su conjunto.
¿Alguien
se imagina lo que habría ocurrido, si la gestión de esta crisis la hubiera
realizado esa derecha extrema junto a esa extrema derecha?
Pues
tengámoslo en cuenta y reaccionemos, reaccionemos YA.
Veremos.
Fdo.:
José Luis Úriz Iglesias (Ex parlamentario y concejal del PSN-PSOE)
Villava-Atarrabia
23 Mayo 2020
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