25-N: violencia contra la mujer
Publicado en Nueva Tribuna, Periodista Digital, Plaza Nueva, El Confidencial Digital, Gara y Diario de Noticias de Navarra del 22 al 25 Noviembre 2019.
Vivimos un momento de la historia de la
humanidad especialmente negro. Hay quien como mi desaparecido amigo Enrique
Curiel definió y lo hizo hace seis años, que estábamos entrando en una Segunda
Edad Media. Es probable y si lo hubiera analizado desde el momento actual
confirmaría su diagnóstico.
El drama, el dolor, la angustia, la
injusticia, la violencia aparecen en cada esquina y tiene diferentes maneras de
manifestarse. Desahucios, paro, pobreza, malnutrición infantil, aunque en los
últimos tiempos quizás la que debiera acaparar la mayor parte de las portadas,
de los informativos, de los análisis y comentarios, si no fuera por la madre de
todos los problemas: el conflicto de Catalunya, sea la violencia sobre la
mujer.
Un drama que parece irresoluble hasta este
momento, esa violencia sobre la mujer mal llamada de género, porque género
induce a pensar que también se produce sobre el hombre cuando el 99% de casos
es de éste hacia la mujer. Es la perversa idea que VOX intenta imponer
contagiando al resto de la derecha, PP y Cs.
A veces da la impresión de que la atención
es solo desde el punto de vista informativo, para a continuación apartar
inmediatamente nuestra mirada. Sólo cuando se acerca este mes el Día
Internacional contra la violencia sobre la mujer viene a la primera plana de la
actualidad.
Resulta desolador para quienes
pertenecemos a la generación que luchó contra el franquismo, observar como toda
la lucha que se desarrolló a finales de los 70 y 80 a favor de la igualdad de
derechos, que concienciaba al hombre evitando viera a la mujer como un objeto
de posesión, se ha visto quebrada en los últimos años, quizás por una
relajación en la educación de origen, en especial en las propias familias.
Ver a los y las jóvenes de ahora volver a
los principios de antes de nuestra democracia provocando esta plaga de
violencia, produce preocupación y un cierto desánimo.
¿Cómo es posible que después del recorrido
realizado los y las jóvenes actuales sean más machistas que los de nuestra
generación? ¿Qué está fallando para que eso ocurra? ¿Qué pasaría si en un año
se siguieran produciendo 70 asesinatos a
manos de ETA de ellos, 10 niños y niñas? Responder a estas preguntas, abrir un
debate social y político sobre ellas debiera dar lugar a medidas eficaces para
evitarla.
No basta con las campañas, la indignación,
manifestaciones y cncentraciones, o la solidaridad con las víctimas, la
solución, como en el caso de la inmigración, está en origen. En las familias
que deben procurar inculcar valores de igualdad y respeto, de intransigencia
con cualquier síntoma de falta de ellas, de medidas sólidas de educación en el
seno de esas mismas familias.
La violencia que se ejerce sobre la mujer
no es sólo a través del asesinato, también llega desde el acoso sexual, desde
las agresiones sexuales, incluso desde algo tan arraigado en nuestra sociedad
como comentarios zafios, chistes machistas, piropos, etc. etc.
Cuando un macho decide piropear a una
mujer, ¿acaso sabe si ésta lo desea?, ¿si
realmente lo considera una falta de respeto, una intromisión intolerable?
Cuando un grupo de machos cuenta chistes ofensivos contra la mujer, ¿acaso no
entienden que es igualmente una falta de respeto, una agresión?
Quizás una de las manifestaciones más graves
de estas agresiones, que pueden considerarse un escalón inferior al asesinato
aunque no lo sean, es la violación. Gravedad incrementada cuando esta se
produce en grupo, en manada, más como supuesta diversión, humillación que para
el puro placer sexual.
El caso de la violación de cinco jóvenes
sevillanos a una joven madrileña de 18 años, puso en primera página de los
medios de comunicación, de los comentarios de café, este gravísimo aspecto, que
lamentablemente después se ha conocido que era epidemia.
Una sociedad generalmente morbosa, en
muchos casos se recrea en los elementos más oscuros de la misma, pero si
escarbamos un poco veremos el dramático sufrimiento de esa joven y otras en sus
mismas circunstancias mientras cinco canallas la usaban en contra de su
voluntad.
Una sociedad que reclama el derecho a la
inocencia y a que tengan un juicio justo, ha puesto el listón muy alto, quizás
demasiado, en los aspectos garantistas en estos casos, probablemente en
detrimento de la víctima. Se abre así un debate que debiera ser profundo sobre
este otro aspecto.
Quien escribe estas líneas no tiene
ninguna duda de que las víctimas son agredidas contra su voluntad, tengo
derecho a pensarlo porque yo también las creo. Creo su versión, creo en que las
consecuencias han sido y probablemente sean por mucho tiempo extremadamente
graves para ellas y por tanto que las alimañas implicadas en ese tipo de casos deben
pagar con la máxima pena su canallada.
Pero lo que debiéramos interrogarnos es
sobre qué tipo de sociedad estamos creando en la que jóvenes educados, con buen
porte, simpáticos y supongo que con labia, que en una sociedad tan abierta
pueden conseguir satisfacer sus necesidades sexuales o afectivas con una relativa
facilidad, acaban violando en grupo a una mujer.
¿Cómo es posible? ¿Qué mecanismos están
fallando? En muchos de los casos leyendo sus comentarios de antes y después, se
deduce que probablemente lo hayan repetido en otras ocasiones empleando drogas
para acabar con la resistencia de la víctima. A partir de ahí nos debemos
interrogar: ¿Qué está pasando? ¿De dónde sale esa falta de respeto y empatía?
¿Son los nuevos asesinos en serie?
Quizás para encontrar las respuestas
debamos ir a Hannah Arendt y su teoría de la banalidad del mal. ¿Son
psicópatas, criminales, o simple y banalmente malos? ¿Esta sociedad está
banalizando el mal, en manada?
Los poderes públicos no sólo debieran
estar dispuestos a trabajar en campañas de prevención, de ayuda a las víctimas,
sino hacer un plan estratégico en los centros educativos, en las familias, para
erradicar esta lacra. No sólo los 25 de Noviembre sino todo el año durante
muchos años, de lo contrario estaremos creando un monstruo que nos acabará
devorando.
Con ETA se acabó cuando la campaña contra
su violencia de los cuerpos y fuerza del estado, la presión judicial y la
colaboración internacional se vieron acompañadas por un trabajo eficaz en la
base social que la apoyaba, o sea en el lugar de donde nace el problema. En
este caso debería ocurrir lo mismo.
Que no haya más “manadas”, que no existan más
canallas dispuestos a agredir de una u otra manera a una mujer y si los hay que
exista una Justicia justa que les castigue de manera contundente y la sociedad
les excluya, les margine. Prevención, apoyo a las víctimas y castigo a los
culpables.
También un trabajo político para poner un
cinturón de protección frente a los planteamientos machistas y fascistoides
de VOX y su contagio al PP y Cs. Lo
ocurrido en el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid resulta absolutamente
intolerable. Debemos prepararnos para una larga y dura lucha.
Veremos………….
Fdo.: José Luis Úriz Iglesias (Ex parlamentario y
concejal del PSN-PSOE)
Villava-Atarrabia 22 Noviembre 2017
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