La casita de Pablo e Irene
Publicado en Diario 16, Navarra Información, Gara y Plaza Nueva
Decía Julio Cayo César hace unos cuantos siglos que “la mujer del César no sólo debe ser honrada sino que también debe parecerlo”. Trasladado a la política actual sería más o menos, que los dirigentes políticos no sólo deben predicar la honestidad sino que también deben aplicarla en sus gestos habituales.
Un gesto corriente como
la compra de un lugar para vivir, se puede convertir en una trampa mortal para
quien durante años ha sido el azote de comportamientos poco éticos y presumía
de comprar su ropa en Alcampo y vivir en Vallecas.
Pablo Iglesias máximo
dirigente de Podemos, un partido hay que recordar nacido de ese movimiento
revolucionario que fue el 15-M, y su pareja Irene Montero número dos de ese
partido, han supuesto para toda una generación iconos contra el sistema,
enemigos de que los políticos se alejaran del común de los mortales, de esa
mayoría que tiene dificultades para llegar a final de mes, o pagar su hipoteca.
Ahora de manera absurda
dilapidan su activo, metiéndose en la compra de un chalet de lujo en una zona
pija de los alrededores de Madrid. Ya no van a vivir en un barrio obrero en una
vivienda de VPO, sino que se desplazan a una zona VIP, a una casa de ensueño
con terreno y piscina que difícilmente cuadra con su discurso político.
Ahí viene el problema,
que a partir de ahora ese discurso que calaba en una parte de la sociedad,
quedará vacío ante esta decisión que siendo benévolos se puede calificar de
poco afortunada. Dan armas a sus enemigos ideológicos para que a partir de
ahora, les expongan cada día la profunda contradicción de adoptar una praxis
propia de la clase que pretenden combatir.
A veces se tiene la
sensación que los políticos, nuevos o viejos, cuando llevan algún tiempo en
activo pierden la noción de la realidad y parapetados en su torre de marfil
acaban alejándose de sus inicios, separándose de su base social de manera
suicida.
Pablo Iglesias e Irene
Montero pueden comprarse, si pueden costearlo, lo que les venga en gana,
faltaría más, pero antes de hacerlo deberían reflexionar si eso cuadra con su
discurso, o al contrario choca frontalmente con él. En este caso el choque ha
resultado brutal y las consecuencias pueden ser imprevisibles, especialmente a nivel
electoral.
Lógicamente sus rivales
se les han echado a la yugular ansiosos de sangre. ¿Resulta esta reacción
ética? Probablemente no, pero en la política actual la ética es un bien escaso,
a veces inexistente, porque ahora todo vale.
Pablo e Irene, Irene y
Pablo se han equivocado y ahora intentan enmendar ese error cometiendo otro de
mayor calado; involucrar a toda la organización y a sus militantes en el mismo
a través de un método espurio: trasladarles la responsabilidad, a través del
referéndum que pretenden impulsar para decidir si lo que han hecho es correcto
o no.
Resulta curiosa esa
manía de los líderes de trasladar su responsabilidad. No se dan, o no quieren
darse cuenta, que dar ese paso acaba perjudicando al partido político que
representan, porque con ese acto cobarde le sitúa justo debajo de los caballos.
Vivimos malos tiempos
para la lírica, en un momento de nuestra historia que algunos ya definen como
la II Transición. Pero a diferencia de la anterior ahora no se observan
estadistas entre nuestra clase política. Nuestros dirigentes actuales, con
alguna sonora excepción, no actúan con altura de miras, anteponiendo el bien
común al partidista o al personal, sino que funcionan de manera cortoplacista y
sin visión de futuro.
Por eso cometen torpezas
de este calibre y lo que es peor una vez cometidas, una vez metida la pata, son
incapaces de asumirlo y sacarla. Aquí convendría enseñarles la patética escena
del anterior monarca, que por cierto le costó el trono, en la que dijo
balbuceando esa frase para la historia: “lo siento mucho me he equivocado, no
volverá a ocurrir”.
Alguien debiera
recomendar a estos dos personajes que hicieran de manera generosa lo mismo, decirla
y marcharse, quizás así recuperarían una dignidad que acaban de perder y no
destrozarían al movimiento que dicen representar.
Da pena que un partido
como Podemos pueda verse perjudicado por la actuación de sus dirigentes. Habría
que decir volviendo a las frases históricas, en este caso referida al Cid
Campeador: “¡Dios, que buen vasallo si tuviera un buen señor!”.
En un momento de
especial debilidad para la izquierda torpezas como esta destrozan estrategias
de recuperación. No andamos sobrados de efectivos ni en Podemos ni en el PSOE,
pero produce escalofríos observar en qué manos estamos, mientras que gentes muy
valiosas como Errejón en uno y Pérez Tapias en otro aparecen marginados. Así
nos va.
Irene y Pablo se
equivocan, van a hacer un daño irreparable a Podemos y de rebote a la izquierda
en su conjunto. No han sabido dar ejemplo, ni tampoco rectificar a tiempo de
manera autocrítica. Lamentablemente esto pinta muy negro.
Fdo.: José Luis Úriz
Iglesias (Ex parlamentario y concejal del PSN-PSOE)
Villava-Atarrabia 20
Mayo 2018
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