De Manchester a Londres, pasando por….Siria
Artículo publicado en Navarra Información el 6 Junio 2017 y Diario de Noticias de Navarra el 14.
Un nuevo escalofrío ha
recorrido el espinazo de la vieja Europa el pasado domingo, justo después de la
final de la Champions y en plena euforia de la hinchada madridista.
Esa es una de las
contradicciones de este mundo cruel, que sigue girando a pesar de los terribles
acontecimientos, de los asesinatos, porque a nadie se le ocurrió suspender las
celebraciones de la duodécima copa del Real Madrid para solidarizarse con las víctimas
de Londres. Nadie transformó la inmensa alegría de ser campeón de Europa, para
intentar sentir un poco del dolor de las víctimas y familiares de una tragedia
ocurrida apenas a unos kilómetros de allí.
Ese es uno de los
dramas de nuestros tiempos, que a casi nadie le importa un carajo el dolor
ajeno. Que vivimos en una sociedad hipócrita sin capacidad de empatizar, que
las lágrimas de cocodrilo se imponen al sentimiento real y sincero.
¿Cuántos de los que
ahora lloran esas víctimas en las redes sociales, o en los comentarios de bar,
peluquería, o carnicería, se sintió implicado a los pocos minutos de que Sergio
Ramos levantara la orejera en Glasgow con lo ocurrido en la capital del reino?
¿Hubo realmente alguno que lo sintiera sinceramente? ¿O somos todos realmente
unos hipócritas?
Es cierto que el
terrorismo islamista indiscriminado es brutal, abominable y condenable. Eso de
socializar el dolor lo conocemos muy bien por aquí, especialmente en la época
más brutal y sanguinaria de ETA. Pero también en esta ocasión esa socialización
del dolor produce sufrimiento en ambas orillas.
Igualmente esa
hipocresía de la sociedad acalla las voces que al igual que condenan esta
barbaridad, que abominan de ese terrorismo salvaje, lo hacen de la misma manera
con los bombardeos indiscriminado en Siria o Afganistán y con las miles de víctimas que yacen en el fondo de un
mar Mediterráneo convertido en una inmensa fosa común de seres inocentes que
huyen de una guerra provocada por una panda de criminales irresponsables.
Uno de los pocos
terroristas detenidos vivos, porque las diferentes policías disparan primero y
preguntan después, cuando el trabajo bien hecho sería detenerles con vida para
obtener la mayor dosis de información, declaraba haberse hecho yihadista viendo
en los informativos de televisión los niños, niñas y mujeres muertos (¿o
debemos decir asesinados también?) en las ciudades de Siria, como consecuencia
de las miles de bombas que les vienen encima de los ejércitos de Assad, Rusia,
Francia, o EE.UU.
Esa población civil
inocente, al igual que la de Paris, Bruselas, Manchester, Londres, o
anteriormente Madrid, también sufre las consecuencias de esa brutal guerra. Lo
sufren allí y lo sufrimos aquí, porque sus jóvenes de manera cruel y criminal
sí, intentan hacernos pagar lo que nuestros mayores les hacen a los suyos.
Esto no tiene solución.
Mientras desde las televisiones occidentales vomiten imágenes en los
telediarios de aquella brutalidad, tendremos aquí la suya. Mientras existan
jóvenes dispuestos a morir matando para vengar a los suyos, esa socialización
del sufrimiento la pagarán nuestras gentes.
Sólo parando aquello se
parará esto, porque la ley del Talión, el “ojo por ojo y diente por diente” nos
está llevando a esta escalada de violencia. Si contestamos su brutalidad con la
nuestra, si a los muertos de Manchester y Londres le añadimos los de Aleppo, o
Raqqah jamás pararemos esta espiral.
Desde la condena más
contundente del atentado del sábado en Londres hago un llamamiento a la
cordura, a la sensatez de los que pueden parar esto para que lo hagan. A
quienes tienen capacidad de presionarles desde instituciones, grupos sociales,
económicos e incluso religiosos para que empujen en esa dirección.
Sólo actuando en el
origen del conflicto, acabando con una guerra estéril, evitando el horror, como
señalaba Conrad en “El corazón de las tinieblas” en boca del coronel Kurtz,
conseguiremos evitar el odio de esos jóvenes suicidas.
El odio no se combate con más odio. Tampoco convirtiendo Occidente en una fortaleza inexpugnable y protegida, porque siempre habrá alguien dispuesto a inmolarse por Alá.
El odio no se combate con más odio. Tampoco convirtiendo Occidente en una fortaleza inexpugnable y protegida, porque siempre habrá alguien dispuesto a inmolarse por Alá.
Fdo.: José Luis Úriz
Iglesias (Ex parlamentario y concejal del PSN-PSOE)
Villava-Atarrabia 6
Junio 2017
Desgracidamente hay otros interes que les importa un bledo los argumentos de sentido común que uste pone. El poder concentrado en unos pocos lleva a la erosión total de los derechos humanos. Y las agendas importan más que los corderos.
ResponderEliminarSaludos.
"Socialización del sufrimiento".Uno es socialista,pero ese "Socialismo" está en las antípodas de mi pensamiento.
ResponderEliminar