Los dramas de nuestro tiempo: emigración y violencia contra la mujer
Artículo publicado en PUBLICOSCOPIA el 18 Agosto 2015 y Diario de Noticias de Navarra 21 Agosto 2015
Vivimos un momento de
la historia de la humanidad especialmente negro. Hay quien como mi desaparecido
amigo Enrique Curiel definió y lo hizo hace cuatro años, como que estábamos
entrando en una Segunda Edad Media. Es probable y si lo hubiera analizado desde
el momento actual confirmaría su diagnóstico.
El drama, el dolor, la
angustia, la injusticia, la violencia aparecen en cada esquina y tiene
diferentes maneras de manifestarse. Desahucios, paro, pobreza, malnutrición
infantil, aunque en los últimos tiempos quizás las que acaparen la mayor parte
de las portadas, de los informativos, de los análisis y comentarios sean la
inmigración y la violencia sobre la mujer. Aunque a veces diera la impresión
que solo desde el punto de vista informativo para a continuación apartar
inmediatamente nuestra mirada.
Ver un día sí y otro
también las dramáticas imágenes de las gentes que huyen del hambre, las
enfermedades, la guerra, en definitiva de la muerte cruzando con pequeñas
embarcaciones (también con grandes condenadas a naufragar) un Mar Mediterráneo
que se está convirtiendo en la fosa común más terrible de la historia de la
humanidad, produce dolor, angustia, pero también rabia e indignación.
Durante décadas el
primer mundo, especialmente los países europeos, hemos esquilmado África, nos
hemos llevado sus riquezas, el petróleo, los diamantes, esmeraldas, todo tipo
de piedras preciosas, incluso en otros tiempos sus habitantes para
esclavizarlos, dejándola abandonada a su suerte, a otra plaga producto de la
anterior: los dictadores de todo tipo que han terminado de sacar la poca sangre
que les quedaba.
Lo que en occidente era
normal, el Estado del Bienestar, la sanidad y educación gratuitas, los
tratamientos contra todo tipo de enfermedades, allí se convertía en materia
inalcanzable para la mayoría de la población. Para acabar de rematar la jugada
los intereses geopolíticos de EE.UU. y Europa han conseguido desestabilizar su
norte, provocando la aparición de otra nueva plaga, el Estado Islámico.
En definitiva el áfrica
negra y el Magreb se despueblan en masa con una población desesperada que ve
por las televisiones que les hemos vendido lo bien que se vive aquí.
Es imposible parar este
flujo de desesperados, miles, millones de personas dispuestas a llegar aquí a
cualquier precio, a menudo su vida. Porque debemos ser conscientes de que lo
vivido estos últimos años es solo el principio de lo terrible que puede ser
todo un continente en desbandada. Una desbandada que está comenzando a provocar
el mayor genocidio de la historia. Mueren en el Mediterráneo a miles, pero y
eso no se ve en la televisión, al mismo tiempo están muriendo allí a millones.
La canallada adquiere así una versión dantesca.
¿Qué hacer ante ello?
Una opción es la elegida por los mandatarios actuales, levantar muros cada día
más altos, reales o ficticios, para que no lleguen e incluso mueran en el
intento, convirtiéndose así en genocidas más crueles que el propio Hitler. La
otra opción sería tomar medidas eficaces en origen, aprobar una especie de
segundo Plan Marshall que al estilo del primero supusiera un verdadero Plan de
Reconstrucción de África. Un paquete de medidas que pudieran provocar un
impulso al desarrollo en esos países que trajera crecimiento y mejorara la
calidad de vida de sus habitantes. Para ello habría de impulsarse un paquete de
medidas democratizadoras que evitara la aparición de nuevos sátrapas que
desviaran esos fondos hacia sus bolsillos como viene siendo habitual hasta
ahora.
Sería una medida
compleja y difícil, pero mucho menos que gastar ese mismo dinero en evitar que
asalten nuestras fortalezas, o en material bélico para evitar el impulso
arrollador de un Estado Islámico que se nutre de la desesperación que hemos
provocado.
Pero al mismo tiempo
emerge con fuerza otro drama irresoluble hasta este momento: la violencia sobre
la mujer, mal llamada de género porque género induce a pensar que también se
produce sobre el hombre cuando el 99% de casos es de este hacia la mujer.
Resulta desolador para
quienes pertenecemos a la generación que luchó contra el franquismo, observar
como toda la lucha que se desarrolló a finales de los 70 y 80 a favor de la
igualdad de derechos, que concienciaba al hombre evitando viera a la mujer como
un objeto de posesión, se ha visto quebrada en los últimos años, quizás por una
relajación en la educación de origen, en especial en las propias familias.
Ver a los y las jóvenes
de ahora volver a los principios de antes de nuestra democracia lo que provoca
esta plaga de violencia, produce preocupación y un cierto desánimo.
¿Cómo es posible que
después del recorrido realizado los y las jóvenes actuales sean más machistas
que nuestra generación? ¿Qué está fallando para que eso ocurra? ¿Qué pasaría si
en un año se siguieran produciendo 80 asesinatos a manos de ETA de ellos, 20
niños y niñas? Responder a estas preguntas, abrir un debate social y político
sobre ellas puede dar lugar a medidas eficaces para evitarla.
No basta con las
campañas, la indignación o la solidaridad con las víctimas, la solución, como
en el caso de la inmigración, está en origen. En las familias que deben
procurar inculcar valores de igualdad y respeto, de intransigencia con
cualquier síntoma de falta de ellas, de medidas sólidas de educación en el seno
de esas mismas familias. Con ETA se acabó cuando la campaña contra su violencia
de los cuerpos y fuerza del estado, la presión judicial y la colaboración
internacional se vieron acompañadas por un trabajo eficaz en la base social que
la apoyaba, o sea en el lugar de donde nace el problema.
Mientras los gobiernos
occidentales no entiendan que el camino está trazado justo en ese origen de los
problemas, seguirá habiendo muertes a miles en la huida de África, y de mujeres
a manos de sus parejas.
Esos son los grandes
retos que nos llegan para este rodado Siglo XXI
Fedo.: José Luis Úriz
Iglesias (Afiliado al PSC viviendo en Navarra)
Villava-Atarrabia 17
Agosto 2015
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