Navarra se merece un cambio, con imaginación, audacia y generosidad
Artículo publicado en DEIA el 10 Junio 2015
Todos los análisis que
se realizan sobre los resultados de las elecciones del pasado 24 de Mayo en
Navarra, coinciden en afirmar que la ciudadanía aquí, al igual que en el resto
del Estado, ha votado cambio. Un cambio
sereno pero radical, contundente, después de 25 años de gobierno, de imposición
de la derecha más reaccionaria de Europa, UPN, con apoyos vergonzantes en
numerosas ocasiones de un PSN a la deriva.
Precisamente ese incomprensible
apoyo anti natura levantaba suspicacias y temores de que nuevamente fuera
necesaria su participación para poder consolidar ese deseado cambio y que nuevamente
lo frustrara, pero los resultados finales le han situado en una posición
irrelevante, e incluso prescindible al sumar ya la mayoría absoluta de 26 el
resto de fuerzas de progreso; Geroa bai, Bildu, Podemos e I-E.
La ciudadanía ha
indicado el camino a seguir, ha depositado la responsabilidad de transitarlo en
los partidos que pueden garantizar esa transformación tan necesaria. La ilusión
que esos resultados han provocado no puede, no debe ser defraudada ni
traicionada, porque si esta vez se falla las consecuencias pueden ser terribles
y quizás definitivas. Debe ser un cambio político, pero también social y de
comportamientos. Un cambio ético.
Habrá dificultades,
escollos que seguro son salvables, porque los poderosos poderes que han controlado
con mano de hierro este bello lugar que es Navarra, lo consideraban como su
finca particular, su cortijo y ahora van a resistirse a abandonar esa
privilegiada posición que a algunos les ha permitido enriquecerse hasta niveles
insultantes, mientras se desahuciaba familias, se recortaban los servicios
básicos, educación, sanidad y servicios sociales y se llevaba a una situación
de desesperanza a una parte importante de nuestra sociedad. Al mismo tiempo
otros han impuesto su ideología política, o religiosa.
Esas resistencias
también se están produciendo y se producirán en el resto del Estado, pero aquí
existe además una peculiaridad propia, un elemento de distorsión más.
Utilizando un término coloquial es el famoso eslogan de: “que vienen los
vascos” que ha utilizado la derecha sociológica, política y mediática para
ganar voluntades contra el cambio, para manipular, en el más puro estilo de
Goebels en la Alemania nazi.
Escuchando hace unos
días a la escritora navarra Julia Montejo en la presentación de su último libro
“Lo que tengo que contarte” que se basa en una historia poco conocida, la
muerte de 32 marinos balleneros vascos a manos de los habitantes de Islandia,
después de ser promulgada una ley que permitía hacerlo sin ninguna
consecuencia, reflexionaba sobre ambos aspectos.
¿Sería posible algo así
en nuestro país? ¿Ciertos signos que se detectan aquí pueden ser versiones
dulcificadas de la misma manipulación, con consecuencias menores?
Indudablemente no, o al
menos no hasta el extremo de acabar con 32 vidas humanas, pero quizás algunos
elementos de ciertas políticas llevadas a cabo por los poderes públicos, los
Magnússon de turno, van en esa dirección, en nuestro caso con vascos y últimamente
también catalanes.
Observar con
objetividad y un mínimo rigor intelectual la última polémica de la pitada al
himno y al Rey en la final de copa entre Athletic y Barsa, indica que se
siembra peligrosamente en esa dirección grandes dosis de intolerancia,
radicalidad y sectarismo.
Pero no es el único
caso, durante estos últimos cuatro años se ha puesto en marcha una política
deleznable de descalificar cualquier debate, cualquier propuesta o idea que
provenga de Catalunya y Euskadi. Criminalizar todo lo vasco y catalán se ha
convertido en deporte nacional alentado desde el PP. Ayudado eso sí por su
“Brunete mediática” nos ha ido metiendo en un peligroso callejón sin salida,
que heredará el próximo gobierno que salga de las elecciones de Noviembre (o
Septiembre).
Esa presión también se
está dando ante la posibilidad de un cambio en el que gobiernen partidos como Geroa
bai, Podemos o Bildu en Navarra, en Pamplona y en pueblos importantes a lo
ancho y largo de su geografía. Desde la zona norte hasta la propia ribera que
hace apenas unos meses parecía absolutamente impensable.
Resulta indignante leer
ciertos titulares de la prensa controlada por esa Brunete mediática, o escuchar
comentarios, análisis, informaciones tendenciosas advirtiendo del peligro de
que los vascos, o los rojos se apoderen de la vieja Navarra.
De ahí viene el
siguiente peligro que amenaza al cambio. Que los partidos que lo impulsan no
sean conscientes de que para que se asiente en una base sólida debe ser sereno,
cuidadoso con las diferentes identidades, sin revanchismos, plural y
transversal.
Que para eso deben
darse grandes dosis de imaginación, porque se va a transitar por una senda
desconocida, audacia al exigirse nuevas maneras de hacer política y generosidad
por ser imprescindible que sea apoyado por la mayoría social que apuesta por el
mismo.
En estos instantes se
están creando las bases de ese cambio, comenzar con buen pie sería fundamental
para su éxito y para ello sería muy positivo contar también aunque sea
prescindible, con un PSN que debe reorientar el sentido de su marcha si no quiere
desaparecer y acabar en el olvido. Un PSN cuya base social lleva meses
caminando codo con codo con las gentes de las fuerzas del cambio y que en
muchas ocasiones se ha sentido traicionada por sus últimas direcciones.
Es cierto que ese PSN
debe hacer su propia catarsis, pero será más fácil realizarla en la dirección
correcta si participa desde dentro o apoyando desde fuera esos nuevos
gobiernos. Interesa ganarse para ese nuevo e ilusionante proyecto a esas miles
de personas, integrarlas en el mismo desde esa generosidad que habrá de
exprimirse al máximo.
Quizás los más
inteligente y positivo fuera contar con gentes del entorno socialista, en
alguno de los puestos institucionales de los que se va a disponer. Así
aunque la dirección actual del PSN no
estuviera representada sí lo estaría una parte fundamental de su base social.
Igualmente las cuatro
fuerzas que han avanzado ya un largo trecho deben dejar, al menos durante los
próximos cuatro años, sus chaquetas partidistas colgadas en las puertas de las
instituciones que van a dirigir y gobernar para la mayoría, evitando temas de
confrontación. Dedicar en esta etapa su esfuerzo en demostrar que los vascos,
quienes defienden esos principios, también son capaces de gobernar para todas y
todos y además hacerlo bien.
Que pueden solucionar,
con la ayuda del resto de fuerza, I-E, Podemos, e incluso ese sector del PSN,
los problemas más inmediatos y urgentes de la ciudadanía. Parar la sangría de
los desahucios, favorecer la creación de empleo, mejorar la situación de la
educación, la sanidad y los servicios sociales, atender necesidades básicas
alimenticias de la infancia, de las familias en situación de pobreza, etc.,
etc. Un trabajo titánico que les va a exigir dedicar todo su esfuerzo a ello,
dejando para una posterior etapa otras reclamaciones, que siendo justas, quizás
ahora no tocan.
Solo un tema merece ser
puesto en marcha paralelamente al resto. La necesidad de que como se dice
coloquialmente “levantar las alfombras”. Ver si existe suciedad acumulado
debajo de ellas para limpiarla y exigir responsabilidades. Pero empezar sin más
suspicacias, para evitar que la sospecha enrarezca un ambiente ya
suficientemente alterado.
Se abre así un nuevo
tiempo para Navarra y sus gentes. Un tiempo de cambio que debe demostrar que se
puede hacer las cosas mucho mejor que quienes ya parecían poseer el poder
absoluto eternamente.
No se puede, no se debe
fracasar, porque quizás sea una oportunidad única y si eso pasara no habrá
vuelta atrás. Por eso ese cambio, siguiendo el título de esta reflexión, debe
ser sereno, plural, transversal, pero con dosis enormes de imaginación, audacia
y generosidad.
Veremos….
Fdo.: José Luis Úriz
Iglesias (Afiliado al PSC viviendo en Navarra y de Izquierda Socialista del
PSOE)
Villava-Atarrabia 6
Junio 2015
Quizás el cambio se note cuando se conceda a BARRICADA a título póstumo el premio Príncipe de Viana de Cultura
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