Ante un terrible próximo curso



Artículo publicado en DEIA el 13 Agosto 2013

En la política, en la sociedad como en la educación los cursos terminan y comienzan no a finales de Diciembre sino en verano. El final del último se ha retrasado algo y ha coincidido con el debate sobre el caso Bárcenas en el Parlamento del Estado. Un debate con el que culminaba un año especialmente complejo, duro, en el que la crisis no acaba de ser atajada, el paro desangra miles de familias, donde la corrupción las corruptelas han manchado una actividad que debiera ser noble como la política, donde nadie parece saber qué hacer y la desesperanza ha impregnado a millones de ciudadanos y ciudadanas.

Resulta curioso que sea la desesperanza la que lo invada todo, quizás mezclada con una dosis de resignación, cuando parece que a la vista de todo lo ocurrido estos doce meses, más los meses de los anteriores cuatro años sería más lógico que una ola de indignación, de cabreo avanzara incontenible por las calles de nuestras ciudades y barrios.
 

En cualquier país de nuestro entorno; Grecia, Francia, Portugal, el debate sobre la corrupción representado y quizás culminado por Luis Bárcenas habría sido seguido por centenares de miles de personas en las calles, en las puertas del Senada donde se desarrolló. Es probable que un clima pre revolucionario estuviera ya presente ante las innumerables medidas contra el pueblo tomadas y las que el FMI o el comisario económico europeo Olli Rehn nos están anunciando: rebajas de un 10 % más en los salarios, aumento de los impuestos, en concreto del IVA, mayor control del gasto en sanidad, o educación y recorte total de las pensiones.

No ha sido así y al no serlo nos ha recordado los versos que un poeta del pueblo, Miguel Hernández escribió referido a nuestro país, a sus gentes, en un momento de nuestra historia casi igual de dramático:

“No soy un de pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.”
 

Pues va a ser que no, que no somos un pueblo de leones, de águilas altivas, que nos han convertido en uno de bueyes, o lo que es peor de borregos que consumen disciplinadamente, sin rechistar la migajas que ciertos políticos, los que nos gobiernan, e incluso aquellos que permiten que lo hagan como marionetas de los poderes fácticos económicos, financieros e incluso religiosos, nos echan casi como si se tratara de basura.

¿Cómo es posible que un pueblo que luchó con bravura contra el fascismo hace 77 años, que se confrontó valientemente con el franquismo después, esté asistiendo entre aturdido y acobardado al penoso panorama actual?

Una parte de la respuesta está en el propio debate del pasado día 1. Más allá de los análisis que podamos hacer de lo ocurrido, más allá de reprobar el cobarde y mentiroso discurso de Mariano Rajoy, del PP, la blandura extrema de Rubalcaba y por lo tanto del PSOE del que es su máximo dirigente, de los leves ramalazos contestatarios de Cayo Lara y su IU, con la aplaudible excepción de Joan Coscubiela representante de su variante catalana que valientemente llamó a las cosas por su nombre, la levedad de CiU inmersa en la misma “merdé” que el PP, del PNV, la estéril y falsa dialéctica de Rosa Diez, cada vez más sobrada pensando que las encuestas la llevan al Olimpo o el lamentable discurso de Bildu empeñado en sacar su alma nacionalista olvidando la que realmente le correspondía: la de partido de izquierdas; más allá de retóricas, mini broncas estudiadas y manipulaciones de distintos colores, ese debate resultó estéril en la forma y en el fondo y eso desactiva, adormece a la ciudadanía.

Pero quizás la responsabilidad máxima de ese proceso de sumisión la tiene una izquierda, partidos y sindicatos, entre perdida y humillada se manifiesta incapaz de liderar ningún proceso reivindicativo y mucho menos revolucionario. Puede ser que todo venga de un proceso histórico de involución que comenzó cuando Felipe González decidió transformar a un partido de lucha, de confrontación como el PSOE en un instrumento solo para llegar al poder. Desde que lo convirtió en una herramienta, no de la clase obrera, no para transformar la sociedad, sino solo y exclusivamente para gestionarla. Desde que para ese fin decidió colaborar de manera cómplice con los poderes fácticos para conservar ese poder, desde que el resto de los partidos de la izquierda lo imitaron; en ese momento se produjo el fatídico cambiazo. 
 

Y ese proceso igualó a los partidos de la izquierda con los de la derecha. En todo, incluso en la podredumbre de sus estructuras internas y en los vicios que derivaron en los casos de corrupción y corruptelas actuales. Así no puede extrañar la laxitud del PSOE atenazado por los casos de los ERE’s en Andalucía (en este caso con  la complicidad de IU que para pisar moqueta ha quedado atrapada en el mismo bucle), los diferentes casos de corrupción y corruptelas en grandes Ayuntamientos de Catalunya gobernados por el PSC o el papelón del PSN en el caso de la CAN en Navarra. Así resulta imposible poner al PP y a Rajoy en su lugar. Solo si se hubiera llegado al debate limpio de polvo y paja, una vez hecha la necesaria extirpación de los elementos corruptos la segunda intervención del presidente habría quedado absolutamente desautorizada. Lamentablemente no fue así.

¿Qué hacer ahora? ¿Qué hacer ente un próximo curso que comienza en septiembre para hacer frente a la corrupción que nos invade, para poner freno a las nuevas agresiones que se nos anuncian, a la situación de empobrecimiento, de incremento de la exclusión social, de marginación de cada vez más capas de nuestra sociedad?

Existen solo dos alternativas evidentes: o los partidos de la izquierda asumen su rol reivindicativo, revolucionario, de lucha, desde su profunda transformación interna, incluso a partir de una refundación conjunta y lideran a la ciudadanía en esa lucha, o posiblemente algún movimiento populista lo haga por ellos con peores consecuencias.

Las últimas encuestas del CIS ya lo señalan: el final del bipartidismo (la suma del  PSOE más PP es cada vez más baja) pero no ya por el crecimiento del resto de los partidos, sino por la disminución en la intención de voto. Que el 42 % de los encuestados declaren que o no van a ir a votar o no lo saben enciende la luz roja más llamativa y potente que se haya encendido nunca en nuestra joven democracia, que una populista como Rosa Díez sea la mayor beneficiada también.

El nuevo y terrible curso que se nos bien encima no solo nos va a traer la crisis sin resolver, la corrupción en la política; también la confrontación Estado-Catalunya, en la que se va a necesitar una gran dosis de mano izquierda y inevitablemente resolver de una vez por todas el problema heredado de la Transición de las tensiones centro-periferia y por último y no por ello menos importante, también  un proceso de paz en Euskadi inacabado y peligrosamente paralizado, en el que el PP sigue enrocado sin entender que éste es el momento para resolverlo de manera definitiva para alcanzar sin fisuras la ansiada paz y la reconciliación imprescindible.
 

Demasiadas tareas, demasiados conflictos, pero quizás en los momentos más extremos, es donde surgen las soluciones más eficaces. Confiemos en que en éste eso sea posible y luchemos, trabajemos en el seno de cada lugar donde nos movamos, de cada organización o movimiento social en el que militemos para que lo sea. Porque la responsabilidad es de quienes nos dirigen, sí, pero ahora también, o quizás es más correcto decir especialmente, nuestra. Recordando como también decía Miguel Hernández:

“Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.”

Fdo.: José Luis Úriz Iglesias (Ex parlamentario y concejal del PSN y militante actual del PSC)

Villava-Atarrabia 7 Agosto 2013

 

 

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