Desde mi militancia socialista afirmo que legalizar Sortu es inteligente y justo

Me ha pillado la legalización de SORTU por parte del Tribunal Constitucional a contra pié; la verdad es que no me lo esperaba rodeado de malas y malísimas noticias. He decidido dos cosas, primero contactar con mi amigo Pernando Barrena con el que he vivido muchas batallas que algún día deberemos contar y la segunda tomarme un gin tonic bien frío a la salud de esa noticia. Con él he quedado en tomarme otro cuando nos encontremos.




Desde mi militancia socialista considero que supone resarcir una profunda injusticia y un tremendo error político que entorpecía el camino hacia la paz. Por eso las gentes de bien que tanto hemos luchado desde ambas orillas de este río de aguas turbulentas, que ahora se dirige hacia su remanso definitivo, tenemos que celebrarlo. Las gentes de bien de cualquier ideología también. Solo pondrán mala cara quienes siguen empeñados en que siga existiendo lugares de conflicto, quienes también en ambas orillas no les interesa la paz porque creen que su rendimiento político e incluso económico está en esa cara de la moneda. Canallas de diverso pelo que solo piensan en favorecer esos conflictos.



La legalización de SORTU y por tanto de Batasuna era la última traba política que faltaba. El elemento que nos quedaba por cumplir a los autodenominados demócratas después que la izquierda abertzale haya hecho su trabajo en los últimos 18 meses.



El siguiente paso será mover ficha con el tema de los presos, acercamiento, salida de los que tengan enfermedades terminales y eliminación de la inmoral e injusta “doctrina Parot” y por parte de ETA su disolución y la entrega de las armas.



Después y quizás lo más difícil será la reconciliación. A menudo pienso que yo que he sido victima del conflicto (no tanto como otros que han perdido seres queridos, han caído heridos o han sido torturados, que de todo ha habido en ambos campos) ya me he reconciliado en este largo camino.



He sido capaz de reconocer el daño infligido en el “otro”, su sufrimiento, sus razones políticas, aunque discrepara profundamente de ellas y lo más importante he sido capaz de sentarme en una mesa a tomar un café, a comer y cenar o simplemente a intercambiar impresiones.



Con Patxi Zabaleta, con Pernando Barrena especialmente, pero también con Joseba Permach, Sati Kiroga, Txema Jurado, Jone Goirizelaia y dejo para el final a Arnaldo Otegi quien por pedir si libertad y reconocer su trabajo para llevar a Batasuna por la senda de la paz me supuso mi expulsión injusta del PSOE. Algún día me tomaré unos vinos para celebrar su libertad que ahora está más cercana y necesaria.





No hemos sido muchos pero algunos nos hemos movido en ese campo siempre injustamente tratados, con incomprensiones e incluso trato inhumano en algunas ocasiones. Amigos como Odón Elorza, Gemma Zabaleta, Dani Arranz, Jesús Eguiguren, Koldo Méndez y uno en especial de quien hoy me acuerdo de manera emotiva: Enrique Curiel que esta tarde sería inmensamente feliz y seguro estaría escribiendo su artículo para DEIA donde colaboraba habitualmente.



Algún día también existirá un reconocimiento expreso de su trabajo, su inmenso trabajo para que un día como este haya llegado.



Pero eso será después, ahora esta tarde solo nos queda disfrutarlo respirar un poco más tranquilos y olvidándonos de primas de riesgo, crisis, Merkeles y otros monstruos que nos devoran esbozar una sonrisa de oreja a oreja y ser durante un rat

 
 

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