Los Secretos 40 años, Enrique 19
Artículo publicado en Diario 16 Navarra Información y Plaza Nueva el 5 Noviembre 2018
Escribir un artículo
que no hable de política, de la de aquí o allí, produce un cierto vértigo, un
punto de pudor. Si no hablamos del mono tema actual tenemos que sacar a la luz
sentimientos y sensaciones, en un mundo donde ocultarlas se convierte en
deporte nacional.
Quizás nos dediquemos a
analizar, reflexionar, exponer temas que se denominan serios, Catalunya,
Presupuestos, Villarejo, Monarquía, porque es mucho más fácil y así no nos
exponemos a quedarnos en público en carne viva.
Como dice una estrofa
de “Ojos de gata”, “cómo evitar que me vuelva vulgar al bajarme de cada
escenario”. O sea que los que escribimos constantemente sobre la actualidad
política, corremos el riesgo de volvernos vulgares al hacerlo sobre otros temas
donde debamos desnudarnos y eso nos produce terror.
Pero hoy me arriesgo y
me lanzo al abismo provocado por las sensaciones tenidas en el inmenso
concierto que mis admirados Los Secretos, dieron el pasado viernes 2 en la sala
Zentral de Pamplona.
Antes de comenzar un
breve encuentro con ellos y con Víctor su manager recordando sus tres
presencias en Villava cuando ejercí la concejalía de cultura. En especial esa
comida con Álvaro repleta de recuerdos de nuestros respectivos hermanos que se
nos fueron demasiado pronto, quizás por vivir muy deprisa en una época donde
dejamos atrás a las gentes más audaces, creativas, imaginativas.
En esa emotiva
conversación le hablé de mi hermano Javi, como Enrique líder y compositor de un
grupo de rock que se pateó las garitos de Madrid allá por finales de los 70 y
principios de los 80: RETALES. Sentí que a través de ellos se construía un
vínculo, un fino hilo de comunicación entre nosotros.
Quizás la música actual
sea un reflejo de la sociedad líquida que nos toca vivir-sufrir y la razón por
la que un grupo como ellos hayan cumplido 40 años sobre los escenarios, cuando
los que aparecen hoy en día, al igual que sus canciones, duran apenas un
telediario porque como la mayoría de las relaciones son de usar y tirar.
Aún continúan porque
son verdad, compromiso, profesionalidad y especialmente sentimientos a
borbotones. Por eso emocionan, te llegan hasta lo más profundo y las gentes que
estaban en ese concierto se sabían de memoria cada una de sus canciones y son
unas cuantas. Gentes jóvenes y menos jóvenes se desgañitaban expresando esas
melodías y algunas supongo que sintiéndolas.
Allí en esos momentos
recordé que dentro de unos días, el 17, se cumplen 19 años de la pérdida de Enrique Urquijo, y
cada año suelo escribirle una pequeña reflexión como humilde homenaje para
mantener vivo ese recuerdo de quien me acompañó en tantas tardes, tantos
viajes, instantes, momentos especiales, buenos y no tanto. Su vida se truncó en una calle de Madrid, se quebró como un juguete roto
por la vida como se quebró la de Javi.
Estaba solo, o quizás con una mala
compañía, y a muchos se nos heló el alma al enterarnos. A
todos aquellos que admirábamos su música y la poesía de sus letras, a veces
amargas como la vida misma, impregnadas de soledad y amargura.
La tristeza se extendió entre quienes
nos estremecíamos con sus palabras musicadas en las tardes de cualquier otoño
como el que se lo llevó, quizás porque sentíamos lo mismo que él aunque nos
faltaba su creatividad, su sensibilidad a flor de piel. El 17 de nuevo
volveremos a emocionarnos al recordarlo.
Canciones de amor pero especialmente de
desamor, de tristeza, llenas de poesía, de pasión salidas de lo más profundo
del ser humano, de esos terrenos que hoy apenas nos atrevemos a pisar en esta
sociedad líquida. Caricias hechas canción, cataratas de emociones que te hacían
SENTIR, así con mayúsculas y al mismo tiempo vivir cuando él estaba dejando de
hacerlo.
Canciones que a uno le habría gustado
haber compuesto: “Volver a ser un niño”, “Cambio de planes”, “Quiero beber
hasta perder el control”, “La calle del olvido” y tantas otras y que ayer
sonaron de nuevo en el Zentral. Esas que forman parte ya de la banda sonora de
mi vida, de la mía, y de una parte de aquella generación, aunque quizás nunca
se hayan parado a pensarlo.
Ahora la mayoría de los jóvenes no le
conocen, quizás su música hoy suene demasiado densa, probablemente les
atemorice porque activa sensaciones hoy casi desaparecidas. Se pierden un
tesoro.
Mi “amigo” mi “compañero de viaje” Enrique Urquijo seguirá
vivo mientas sigamos vivos los que aún escuchamos y somas capaces de sentir su
música. Nos seguirá acompañando en nuestros bajones, en los momentos de
penumbra, de pena o desamor, y nos levantará el ánimo, nos hará un poco más
felices al comprender que no somos los únicos.
Pensé en Javi y Enrique en ese concierto, me emocioné haciéndolo.
Gracias Álvaro, Jesús, Ramón, Juanjo y Santi por esos instantes, por mantener
viva su memoria, no os vayáis nunca por favor.
El mejor homenaje que le podremos
dedicar a Enrique ese 17 de Noviembre será escucharle, saborearle despacio como
le gustaba a él. Ojalá las radios de nuestro gris y triste país lo tengan en
cuenta y hagan programas especiales que lleven su música a las nuevas
generaciones.
Descansa en paz Enrique Urquijo. Gracias
por haber sido así. Gracias, eskerrik asko Los Secretos por seguir activando
nuestro lado más oculto y vulnerable.
Fdo.: José Luis Úriz Iglesias (Ex parlamentario y concejal del PSN-PSOE)
Villava-Atarrabia 4 Noviembre 2018
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