¿Hacia una segunda Transición?
Artículo publicado en DEIA el 2 Noviembre 2015
Mariano Rajoy como tenía previsto (no se
le puede pedir otra cosa al hombre sino que sea previsible) va a dar por
finalizada la legislatura convocando elecciones generales para el próximo 20 de
Diciembre. Quizás unas elecciones históricas en nuestra democracia.
Algunos teóricos consideran que pueden ser
el preámbulo de una II Transición en un momento en que la primera se encuentra
absolutamente agotada, amortizada.
Uno de los mejores pensadores que ha
tenido la izquierda en los últimos tiempos, mi amigo y desaparecido Enrique
Curiel, comentaba hace apenas cuatro años que o el PSOE impulsaba esa necesaria
nueva Transición, o la impulsarían otros de manera menos controlada.
No conoció la aparición de Podemos, aunque
de alguna manera la impulsó como profesor de Políticas en la Universidad de
Madrid, esa misma de la que han salido Pablo Iglesias o Juan Carlos Monedero,
incluso me consta que recibió de la misma persona que ellos una oferta para
iniciar un proyecto parecido, que su lealtad al PSOE le impidió aceptar, o
quizás las condiciones que le pusieron que sí ha aceptado en esta ocasión
Iglesias.
Nadie le escuchó entonces, “cosas de
Enrique, ya se sabe, aún le queda un poso comunista” decían los sabios del
lugar (el PSOE), ignorando que les estaba abriendo una puerta de salida al
callejón en el que nos estaban metiendo.
Ahora después de los cambios habidos en las
últimas contiendas electorales, con figuras emergentes con nombre de mujer como
Manuela Carmona, Ada Colau, o Mónica Oltra vienen a mi memoria esas palabras de
Curiel, porque si estuviera ahora reflexionaría sobre este tema, nos estaría
advirtiendo que la I Transición se empezó a escribir con la aparición de dos
“rara avis” de la política como alcaldes de Madrid y Barcelona, los añorados
Enrique Tierno Galván y Pasqual Maragall.
Aquella, que él vivió en primerísima
persona tuvo grandes aciertos y algún error, quizás los lideres actuales
deberían releer aquella historia para fortalecer los primeros y corregir los
segundos. A veces en este país (ponga aquí cada cual lo que desees) olvidamos
con demasiada facilidad nuestra historia reciente y especialmente en los
momentos actuales debiéramos volver hacerlo.
Resulta profundamente injustas las
críticas despiadadas que ha recibido desde una parte de la izquierda,
especialmente de quienes no la vivieron de cerca. A veces da la sensación de
que muchos de esos críticos si hubieran vivido el instante previo, el
franquismo, habrán estado acobardados debajo de la mesa camilla. Hubo que dejar
muchos pelos en la gatera cierto, pero en aquellos instantes la dialéctica era
democracia sí o democracia no.
También al igual que en la primera esta va
a requerir grandes dosis de imaginación, audacia y generosidad, mucha
generosidad. Porque las gentes, las bases de esa izquierda maltratada estos
últimos seis años hasta límites insoportables, deben decir basta, deben dar un
puñetazo en la mesa en forma de votos para el cambio el próximo 20-D. No deben
aceptar ni probablemente consentir que se le hurte ese cambio necesario,
imprescindible, sólo por intereses puramente tácticos o partidistas.
Hace falta altura de miras, líderes que
como los de hace casi 40 años que
antepongan el bien común de su base social
a los suyos propios, incluso hasta la inmolación como le ocurrió al PCE en el
que en aquella época militábamos Enrique y yo.
Ese va a ser el inmenso trabajo de las
semanas venideras, porque la izquierda tiene el deber histórico de responder a
las demandas de su electorado, al mandato que les manifiestan desde las calles
y esperemos que también desde las urnas: hacer realidad que ese cambio se pueda
consolidar con las concesiones que procedan, con aquellas que sean necesarias.
Las sucesivas encuestas aportan dos
elementos comunes, que ya no es sólo cosa de dos sino de cuatro y que la época
de las mayorías absolutas queda atrás y va a necesitarse dos o incluso tres
partidos para poder constituir el nuevo gobierno.
Existen cuatro fuerzas con capacidad de
liderarlo, PP, PSOE, Podemos y quien goza del apoyo del IBEX 35, de los poderes
fácticos más poderosos conscientes de la decadencia del primero: Ciudadanos.
Una operación de laboratorio, de marketing perfectamente diseñada desde
despachos oscuros que no desean perder las riendas del poder, el control del
mismo.
La cuestión es que quizás ninguna suma a
dos pueda ser suficiente y ahí entran los partidos denominados minoritarios, IU,
PNV, e incluso una ERC vacunada ya contra el influjo perverso de CDC.
Va a ser una campaña electoral dura,
compleja, en la que los medios de comunicación más influyentes van a tratar de
jugar un papel decisivo. Se acabaron aquellas del cuerpo a cuerpo, de los
grandes mítines, del puerta a puerta, o de los recorridos por toda la geografía
de este país. Con una sociedad tan influenciable, tan influida como esta los
últimos votos se recogen desde campañas mediáticas dirigidas desde expertos
sociológicos y de marketing político.
Desde que la izquierda clásica renunció a
transformar la sociedad y ahora solo se conforma con interpretarla, la política
ha perdido muchos quilates rindiéndose a las que pensábamos obsoletas tesis de
Francis Fukujama del “Final de la historia” o final de las ideologías. Ahora la
batalla electoral dicen los expertos que se desarrolla en la clase media, curiosamente en un país
con siete millones de personas en la marginación o en el umbral de la pobreza.
Esperpéntico.
No se puede, no se debe consentir que en
nuestro país si el 20-D da mayoría en esa izquierda por muy descafeinada que
pueda resultar, pueda seguir gobernando una derecha que nos ha esquilmado,
destruyendo el Estado de Bienestar y avergonzando a la ciudadanía con sus
innumerables casos de corrupción.
Mariano Rajoy, su gobierno del PP nos deja
un país quebrado en lo económico, financiero, pero también en los valores,
cubierto de corrupción con la política valorada bajo mínimos. Cuatro años en
los que los poderosos han aumentado sus riquezas mientras las capas populares
se han ido empobreciendo.
Pero no solo en estos terrenos el PP ha
practicado una política de “tierra quemada” también se he empeñado no mover un
solo dedo para resolver los dos grandes problemas heredados de la primera transición,
la consolidación de la paz y acabar con las tensiones centro-periferia. Sólo ha
provocado enquistarlos y agravarlos y deberá ser la segunda la que consiga
resolverlos.
El pasado lunes ante el Rey Felipe VI, precisamente
ha sido el Lehendakari Iñigo Urkullu quien ha dado las caves de cómo
enfrentarse a estos retos desde la sensatez, al proponer volver al contexto de
colaboración institucional que alumbró la I Transición y el Estatuto de Gernika
desde el reconocimiento mutuo. Detrás de esas sabias palabras se observa la
necesidad de esa II Transición tan necesaria, como imprescindible.
La misma va a obligar a Pedro Sánchez y
Pablo Iglesias, si como se prevé la izquierda acceden al gobierno, a dialogar,
negociar y pactar. Ambos tienen el deber histórico de recuperar ese poder para
las clases más desfavorecidas. Con la ayuda inestimable de otras fuerzas de progreso
como IU, Bloque, ERC, incluso Bildu y PNV.
Si alguno de los dos, o ambos, por egoísmo
o torpeza lo impiden, la historia les castigará y el batacazo el 20-D será
histórico, por permitir a un púgil noqueado como el PP recuperar el aliento y
ganarles, ganarnos el combate.
Veremos si son capaces de emular Pablo
Iglesias a Santiago Carrillo y Pedro Sánchez a Felipe González, aunque puede
resultar una operación imposible porque los segundos son figuras irrepetibles
en la historia de este país. Pero además de eso necesitarán también recuperar ambos
buena parte del apoyo perdido en los últimos meses especialmente el primero,
para que den los números.
Vivimos un instante apasionante, apostemos
con fuerza para que sea positivo para las clases populares, para la convivencia
entre pueblos, para la paz y abramos así para una nueva Transición ilusionante.
Fdo.: José Luis Úriz Iglesias (Afiliado al
PSC viviendo en Navarra)
Villava-Atarrabia 26 Octubre 2015
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