Estatut: ¿Hacia una crisis de Estado? por Enrique Curiel
LA realidad no es discutible: en un ambiente de degradación política casi insoportable, España, todos nosotros, nos podemos ver abocados a una crisis política e institucional sin precedentes desde la aprobación de la Constitución de 1978. La impericia y la ausencia de responsabilidad del presidente del Gobierno y del líder de la oposición, por su falta de iniciativa y su incapacidad para estar a la altura de las circunstancias, nos pueden llevar a un callejón sin salida ante una decisión que condiciona el futuro colectivo de los españoles en una cuestión de especial trascendencia.
Al parecer, solamente ahora, tras la publicación de una editorial colectiva por parte de los medios de comunicación de Cataluña, algunos se han percatado de la dimensión y profundidad de la crisis que tenemos ante nosotros como consecuencia de la posible sentencia del Tribunal Constitucional (TC) sobre el Estatut de Catalunya.
El presidente Zapatero ha dicho que "leyó con interés" el texto publicado y el líder de la oposición guardó un silencio sepulcral aludiendo a sus manifestaciones anteriores ya conocidas. Sin embargo, todos nos percatamos de la gravedad de la situación planteada. Si los dos políticos con mayor responsabilidad institucional en nuestro sistema de gobierno parlamentario se limitan a lo dicho, quizá sería oportuno que fueran pensando en su propio relevo atendiendo a su impotencia política. El choque de legitimidades que se puede producir entre instituciones determinantes de nuestro ordenamiento constitucional provocaría un deterioro sin precedentes en el consenso social existente en torno a la Constitución de 1978 y un conflicto en la sociedad española que jamás imaginamos los que tuvimos algo que ver con el proceso de transición democrática.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Por qué se ha permitido por acción o por omisión el deterioro del máximo Tribunal? ¿Qué salidas tenemos?
1. Se insiste por parte de muchos responsables políticos de que debemos respetar el Estado de derecho y el sistema de toma de decisiones previsto en la Constitución. "Dejemos trabajar al Tribunal", se insiste. Muy bien. De acuerdo. Pero cumplamos todos íntegramente lo dicho. Porque los primeros que han permitido el incumplimiento manifiesto de lo previsto en el artículo 159.3 de la Constitución, que obliga a la renovación de los doce miembros del TC "por terceras partes cada tres años", son lo que ahora se encogen de hombros y que debieron de tomar la iniciativa para cumplir lo previsto en el citado artículo 159 impulsando la negociación necesaria.
Precisamente, la renovación a la que se refiere la Constitución no es caprichosa. Se trata de que la diferentes y alternativas corrientes doctrinales y mayorías parlamentarias se puedan ver reflejadas, que no representadas, en el TC y en sus sentencias. El bloqueo impuesto por el PP a la renovación de los cuatro magistrados propuestos por el Senado y cuyo mandato expiró en 2007 desnaturaliza y vulnera la previsión constitucional. ¿Se cumple así el Estado de derecho? ¿Por qué no dimiten de inmediato esos cuatro magistrados? ¿Por qué los dos partidos mayoritarios guardan silencio sobre la situación creada mientras se escandalizan y estremecen por el trámite en la elección de una senadora de Alicante cuyo derecho era indiscutible?
Lo cierto es que el Partido Popular decidió hace tiempo manipular y perpetuar una composición del TC que considera apropiada e influenciable para derribar el Estatut de Catalunya.
2. El temor que tenemos muchos de los que participamos en el debate y votación del Estatut en su trámite parlamentario se refiere al peligro de que nos encontremos con una sentencia ideológica contra el texto aprobado por las Cortes generales y posteriormente plebiscitado. Dicha sentencia estaría determinada o condicionada por las convicciones de algunos magistrados del Tribunal nada proclives al sentido profundo que encierra el Título VIII de la Constitución y a su desarrollo.
Llegados a este punto es preciso insistir en que los magistrados tienen que dejar en la puerta del Tribunal sus ideologías políticas, religiosas o convicciones sociales, para remitirse de forma estricta y única a dictaminar sobre la congruencia y constitucionalidad de una norma. Siendo muy respetables tales convicciones, carecen de todo interés y eficacia para el ciudadano común y para pronunciarse sobre la viabilidad de una norma y para saber si se ajusta a lo deseado por la Constitución.
Porque ésa es la clave del debate. ¿El Estatut se ajusta a lo deseado por la Constitución y a la interpretación auténtica del legislador al elaborarlo? Porque como dijo Pedro Jover en el libro La izquierda y la Constitución, "la tutela de la Ley Fundamental no es una labor mecánica, que pueda desarrollarse de forma aséptica; en el mejor de los casos, el órgano encargado de realizar dicha tarea deberá interpretar tanto el precepto constitucional como el acto sometido a control; por lo que, en realidad, lo que se tutela no son los principios constitucionales, sino una determinada concepción o idea de dichos principios". Nada más cierto.
3. Por último y desde la perspectiva citada, ¿no cabe en nuestra Constitución que el preámbulo del Estatut afirme que "El Parlamento de Cataluña, recogiendo el sentimiento y la voluntad de la ciudadanía de Cataluña, ha definido de forma ampliamente mayoritaria a Cataluña como nación"? ¿Acaso se olvida que el artículo 1 del texto estatutario establece que "Cataluña, como nacionalidad, ejerce su autogobierno constituida en Comunidad Autónoma de acuerdo con la Constitución y con el presente Estatuto" que es su norma institucional básica?
Lo cierto es que el artículo 1 del Estatut despeja cualquier duda sobre la aceptación por parte de Cataluña del artículo 1.2 de la Constitución al determinar que "La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado". ¿Cuál es el problema? Espero que nadie se ampare en una doctrina superada hace tiempo que establecía una relación jurídica directa y mecánica entre el concepto de "nación" y los derechos de secesión, independencia o segregación política. Aquí estamos hablando de autogobierno.
Esperemos que tras treinta años de desarrollo autonómico, consenso y respeto a la voluntad de los ciudadanos, nadie intente trasladarnos a las pesadillas ya vividas durante los últimos doscientos años.
Al parecer, solamente ahora, tras la publicación de una editorial colectiva por parte de los medios de comunicación de Cataluña, algunos se han percatado de la dimensión y profundidad de la crisis que tenemos ante nosotros como consecuencia de la posible sentencia del Tribunal Constitucional (TC) sobre el Estatut de Catalunya.
El presidente Zapatero ha dicho que "leyó con interés" el texto publicado y el líder de la oposición guardó un silencio sepulcral aludiendo a sus manifestaciones anteriores ya conocidas. Sin embargo, todos nos percatamos de la gravedad de la situación planteada. Si los dos políticos con mayor responsabilidad institucional en nuestro sistema de gobierno parlamentario se limitan a lo dicho, quizá sería oportuno que fueran pensando en su propio relevo atendiendo a su impotencia política. El choque de legitimidades que se puede producir entre instituciones determinantes de nuestro ordenamiento constitucional provocaría un deterioro sin precedentes en el consenso social existente en torno a la Constitución de 1978 y un conflicto en la sociedad española que jamás imaginamos los que tuvimos algo que ver con el proceso de transición democrática.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Por qué se ha permitido por acción o por omisión el deterioro del máximo Tribunal? ¿Qué salidas tenemos?
1. Se insiste por parte de muchos responsables políticos de que debemos respetar el Estado de derecho y el sistema de toma de decisiones previsto en la Constitución. "Dejemos trabajar al Tribunal", se insiste. Muy bien. De acuerdo. Pero cumplamos todos íntegramente lo dicho. Porque los primeros que han permitido el incumplimiento manifiesto de lo previsto en el artículo 159.3 de la Constitución, que obliga a la renovación de los doce miembros del TC "por terceras partes cada tres años", son lo que ahora se encogen de hombros y que debieron de tomar la iniciativa para cumplir lo previsto en el citado artículo 159 impulsando la negociación necesaria.
Precisamente, la renovación a la que se refiere la Constitución no es caprichosa. Se trata de que la diferentes y alternativas corrientes doctrinales y mayorías parlamentarias se puedan ver reflejadas, que no representadas, en el TC y en sus sentencias. El bloqueo impuesto por el PP a la renovación de los cuatro magistrados propuestos por el Senado y cuyo mandato expiró en 2007 desnaturaliza y vulnera la previsión constitucional. ¿Se cumple así el Estado de derecho? ¿Por qué no dimiten de inmediato esos cuatro magistrados? ¿Por qué los dos partidos mayoritarios guardan silencio sobre la situación creada mientras se escandalizan y estremecen por el trámite en la elección de una senadora de Alicante cuyo derecho era indiscutible?
Lo cierto es que el Partido Popular decidió hace tiempo manipular y perpetuar una composición del TC que considera apropiada e influenciable para derribar el Estatut de Catalunya.
2. El temor que tenemos muchos de los que participamos en el debate y votación del Estatut en su trámite parlamentario se refiere al peligro de que nos encontremos con una sentencia ideológica contra el texto aprobado por las Cortes generales y posteriormente plebiscitado. Dicha sentencia estaría determinada o condicionada por las convicciones de algunos magistrados del Tribunal nada proclives al sentido profundo que encierra el Título VIII de la Constitución y a su desarrollo.
Llegados a este punto es preciso insistir en que los magistrados tienen que dejar en la puerta del Tribunal sus ideologías políticas, religiosas o convicciones sociales, para remitirse de forma estricta y única a dictaminar sobre la congruencia y constitucionalidad de una norma. Siendo muy respetables tales convicciones, carecen de todo interés y eficacia para el ciudadano común y para pronunciarse sobre la viabilidad de una norma y para saber si se ajusta a lo deseado por la Constitución.
Porque ésa es la clave del debate. ¿El Estatut se ajusta a lo deseado por la Constitución y a la interpretación auténtica del legislador al elaborarlo? Porque como dijo Pedro Jover en el libro La izquierda y la Constitución, "la tutela de la Ley Fundamental no es una labor mecánica, que pueda desarrollarse de forma aséptica; en el mejor de los casos, el órgano encargado de realizar dicha tarea deberá interpretar tanto el precepto constitucional como el acto sometido a control; por lo que, en realidad, lo que se tutela no son los principios constitucionales, sino una determinada concepción o idea de dichos principios". Nada más cierto.
3. Por último y desde la perspectiva citada, ¿no cabe en nuestra Constitución que el preámbulo del Estatut afirme que "El Parlamento de Cataluña, recogiendo el sentimiento y la voluntad de la ciudadanía de Cataluña, ha definido de forma ampliamente mayoritaria a Cataluña como nación"? ¿Acaso se olvida que el artículo 1 del texto estatutario establece que "Cataluña, como nacionalidad, ejerce su autogobierno constituida en Comunidad Autónoma de acuerdo con la Constitución y con el presente Estatuto" que es su norma institucional básica?
Lo cierto es que el artículo 1 del Estatut despeja cualquier duda sobre la aceptación por parte de Cataluña del artículo 1.2 de la Constitución al determinar que "La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado". ¿Cuál es el problema? Espero que nadie se ampare en una doctrina superada hace tiempo que establecía una relación jurídica directa y mecánica entre el concepto de "nación" y los derechos de secesión, independencia o segregación política. Aquí estamos hablando de autogobierno.
Esperemos que tras treinta años de desarrollo autonómico, consenso y respeto a la voluntad de los ciudadanos, nadie intente trasladarnos a las pesadillas ya vividas durante los últimos doscientos años.
de nuevo copiando,nada tuyo
ResponderEliminarSolitario, es muy curiosa tu participación insistente en este blog, sobre todo porque piensas que está vacío y es impersonal.
ResponderEliminar¿Será obsesión de encontrar algo donde ya no puedes encontrar nada debido a tu "auto-soledad"?
Parece que los haceres del amor estan volviendoos muy benevolente con la nacionalización de Catalunya, incluso osaría a decir que empiezan a despertar sentimientos naticonalistas, pero esta vez catalanistas. (Sé que vos no ha escrito estas lineas, pero deduzco que como siempre, las hará suyas)
ResponderEliminarQué lejos quedan aquellas épocas de ostigamiento a la muchedumbre social nacionalista vasca e independentista. Lejos quedan ya las críticas al derecho a decidir mediante referendum a la sociedad vasca. Parece que cuando estaba por este "territorio comanche" el viento del siroco le hacían pensar de otro modo.
Para finalizar con una referencia melódica, como a vos parece gustar, como dice aquella canción de Presuntos implicados, "Como hemos cambiado" Jose Luis, "Como hemos cambiado".
Sr. Uriz, de los blogs que he visitado este me resulta de lo mas gracioso. A parte de estar de acuerdo con VIDARR, resulta increible que alguien publique ciertas cosas en internet a la vista de todos.
ResponderEliminarJoder, Uriz.. como te luces. Te dejo un comentario en el que te pregunto porque nombras a tu hijo de una determinada forma.. y te la sopla. Alguien te acusa de copiar un texto y sacas la escopeta, ya cargada, y vas a matar. De verdad, que das mucha pena..
ResponderEliminarMi amigo Enrique Curiel está alucinando de las "reflexiones" que provoca su interesante artículo. Siempre las situaciones de desamor que traslucen alguno de ellos (¿son los tres la misma persona quizás? lo digo porque el anonimato produce estas dudas) provocan estas contradicciones. Sólo si supiera con quién estoy hablando, aunque tengo fundadas sospechas de quién se trata, podría contestar debidamente. "Sencillo", "VIDARR", y "fjiofsdjo" os, o te reto si eres "la" misma, a identificaros y que el debate sea en igualdad de condiciones, ya que tú sí sabes quién soy.
ResponderEliminarQueda pues encima de la mesa el reto. ¿Tendrás el valor suficiente? Veremos....
Estimado "Detective" Uriz,
ResponderEliminaresta presuponiendo que soy la misma persona que "sencillo y "VIDARR". Ademas, presupone que soy una mujer. Creo que si me lo dice hace unos 20 años, me habria ofendido lo suficiente como para caer en improperios varios, pero hoy por hoy, ¿que mas me da? El caso es, que pretende que me identifique, para poder entablar alguna especie de debate. Vayamos por partes... En primer lugar, yo no tengo la suerte o la desgracia de conocerle en persona, por lo que, darle mi nombre, me parece que, ademas de absurdo, seria harto inutil. En segundo lugar, ud es quien escribe en su blog, donde podemos reflexionar y todo ese rollo progre que se gasta. Yo vengo a reflexionar sobre un comentario "anonimo" que le puse, y que no tuvo ud la decencia de contestarme. Como he visto que en este si lo ha hecho, pues he entrado a comentar aqui. Como podra imaginar, si estoy haciendo referencias a un post antiguo, poco me importa lo que opine su querido amigo Enrique Curiel. ¿Soy lo suficientemente claro o necesita un poco de demagogia barata, algo de retorica y un pelin de tono desafiante para, una vez a su nivel, me pueda entender Ud?
Querido J.L. Uriz. No pensaba contestar a su desafio, pero uniendo mi respuesta a la de "fjiofsdjo", según me comentó mi psiquiatra evoluciono favorablemnte de mi bipolaridad por lo que meter ya una tercera me parece excesivo.
ResponderEliminarRespecto al comentario de su amigo Enrique, yo lo respeto, de hecho no critiqué el ártículo ni mucho menos.
Si se lo lee pausadamente verá que mi crítica va expclusivamente a su persona a vos.
Por cierto, lo de identificarse... tal vez cuando deje vos de esconderse detrás del personaje progre, respetuoso y pluralista que ha creado.
Sr Uriz, desconozco la identidad de la gente que pasa por su blog y deja sus comentarios, en este espacio de libertad y reflexion. No voy a entrar a ningun debate con usted ya que no tengo ni tiempo, ni ganas, ni beneficio por ello.
ResponderEliminarRespeto a su Señor Amigo Curiel y esto no va con el.
No soy detective, pero la informática tiene metodos de información para indicarme que es una misma persona, pero si no fuera así tiene la posibilidad de identificarse y así podríamos debatir en igualdad de condiciones. De todas maneras el debate es lo que más me gusta así que cuando quiera y como quiera podemos continuarlo. Aunque creo que no es ese el motivo de sus comentarios, sino que tiene que ver como indica con motivos puramente psiquiatricos. Cuidese, cuidese, y disfrute de la vida por si fuera verdad los que vaticinan los mayas. Ahhh y se me olvidaba practique usted un deporte sano...ya sabe cual.
ResponderEliminarEl deporte que realizo es la autocrítica, ¿le suena?
ResponderEliminarRespecto a lo de los motivos psiquiátricos,el primer paso es reconocerlo. Yo ya ho hice, ¿vos se anima?
La cosa se complica Sr Uriz....
ResponderEliminarNo es detective.. ni tampoco tiene las cosas claras, por lo que puedo observar.
ResponderEliminarUd dice:
No soy detective, pero la informática tiene metodos de información para indicarme que es una misma persona, pero si no fuera así tiene la posibilidad de identificarse
¿En que quedamos? ¿La informatica le dice que somos una misma persona... o mejor nos identificamos y pasamos de la informatica?
fjiofsdjo..que fino estas
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