La vuelta

El amor es un bello sentimiento que como todos debe situarse en su justa medida, pero cuando se desborda, cuando excede el caudal de sensaciones se puede transformar en traumático, puede invalidarte, desconectarte del resto de actividades, alejarte de los amigos, de tu actividad vital. Sólo ves a la persona amada, y desde la persona amada, sin darte cuenta del error que eso supone para ti, para ella y para el propio amor.

Hasta que un día sin saber muy bien por qué un timbre suena en tu puerta despertándote del profundo sopor y entonces, sólo entonces, te das cuenta de que la vida, tu vida, es y debe ser más, mucho más. Que el amor, ese amor, es importante, pero sólo si va acompañado de todo lo demás, si deja espacio para desarrollar el resto de tus funciones vitales, el resto de tus amores. Cuando te das cuenta que otras partes de ti han quedado olvidadas, arrinconadas ante el ímpetu de ese profundo sentimiento, haciendo que te empobrezcas como persona, porque sólo desde la suma de ellas respetas tu propia personalidad.

Ese día entre aturdido y perplejo entiendes que para amar a una persona, por mucha intensidad con que lo hagas, debes hacerlo desde el respeto del resto de ti, de tus activos, de tus inquietudes, sin olvidar a tus amigos y amigas, a las personas que quieres, a los ideales que tienes a los temas que te preocupan y ocupan. Así esas partes abotargadas, arrinconadas comienzan a desperezarse, y surge de nuevo la música, la política, comienzas a leer, a escribir, al principio torpemente como quien después de estar largo tiempo sin andar intenta dar sus primeros pasos, a pensar más allá del ser amado, ese al que por ese exceso de sentimiento has llegado a abrumar, a agobiar hasta incluso limitar sus propios sentimientos y sensaciones hacia ti. Ese día eres consciente de tus errores y desearías poder dar marcha atrás al tiempo para poder rectificarlos, pero eso no es posible, por lo que el esfuerzo para recomponer ciertas situaciones será mayor, aunque estés convencido de lograrlo, porque vuelves a ser tú.

Quizás con el tiempo aprendas esta lección: que amar en exceso puede ir en contra del propio amor.

Y vuelves, vuelves a tu música, a tu política, a tu gente, a tu manera de escribir, a sentir otras sensaciones, sin dejar de amar, y quizás así no sólo serás más feliz, sino que además harás feliz a quien has elegido para compartir el resto de tu vida, y posiblemente también al resto de gentes que te quieren, y que han estado esperando pacientemente tu vuelta.

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