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'The long and winding road'

José Luis Úriz

hace varios años escribí en estas mismas páginas un artículo que titulé The long and winding road copiado de una espléndida canción compuesta por los Beatles en 1970. Traducido al español significa algo así como el largo y tortuoso camino. Escuchándola estos días en uno de los pocos momentos de tranquilidad y calma que te permite esta vertiginosa vida, no pude menos que asociarla a los momentos políticos que en lo referente a la pacificación nos está tocando vivir. ¿O quizás debiera decir, sufrir? Releyendo sus ideas me he dado cuenta de lo poco que hemos avanzado en este terreno, aunque mejor sería decir que lo que realmente hemos hecho ha sido retroceder; tanto en los últimos meses que resulta realmente descorazonador.

Los que aún creemos, cada vez menos, que este conflicto se ha de resolver en su parte final hablando, dialogando, no sólo seguimos siendo minoritarios en una orilla y prácticamente inexistentes en la otra, sino que además somos considerados poco menos que una panda de locos en el mejor de los casos, y peligrosos traidores cómplices de los violentos en otros. No toca, como dice una persona a la que quiero mucho, no toca alimentar la esperanza, no toca hacer movimientos en la dirección del diálogo, no toca hablar, no toca conectar, no toca la paz, estamos sólo en guerra, en una versión española del palo yanqui.

Pero llegará un momento, estoy convencido de ello, en el que tocará, y para entonces habrá sido necesario tener consolidada una relación, una red de confianza mutua, de comunicación sincera entre gentes de los dos lados de este río de aguas turbulentas. Necesitaremos los cimientos para construir de nuevo los puentes tantas veces destruidos, y para ello alguien en momentos difíciles como éstos, a pesar de la incomprensión y del riesgo deberá haber puesto unas bases mínimas que sirvan para ello.

Está claro que para eso se necesita, es imprescindible, que surjan nuevas gentes dentro de la izquierda abertzale que sustituyan a los viejos interlocutores, algunos de ellos en la cárcel, y otros quemados por esta locura. Gentes dispuestas desde el análisis político, incluso desde la profunda discrepancia ideológica, a entablar una relación personal que debe llevar a esa confianza necesaria. Posiblemente pasará mucho tiempo, demasiado para los que ansiamos la paz ya, horas y horas de charla cordial, aunque sea desde la distancia que nos separa, y algunos cafés, y por qué no alguna comida o cena que hoy no servirán pero que quizás mañana sí. En estos complejos procesos las relaciones humanas, como todo en la vida, son absolutamente fundamentales.

Cuando hablo del conflicto con gentes de fuera de este terrible territoriocomanche, no entienden que alguien que lleva escolta para que no le maten defienda estas tesis. Pues es así, aunque soy consciente de que en momentos de locura resultamos molestos para las dos partes en conflicto, molestos pero necesarios, y mí no me importa jugarme la vida si aporto algo a la solución, entre otras cosas porque veo mi sufrimiento, nuestro sufrimiento, pero también veo el sufrimiento de los de enfrente. Familias condenadas a recorrer cientos de kilómetros para ver a su ser querido, por muy delincuente que pueda ser, gentes condenadas, desde luego por su responsabilidad, a no poder ejercer su actividad política, o a no poder votar a aquellos y aquellas que coinciden con sus planteamientos. Lo veo y comprendo su situación, y quizás en estos momentos que parece se ha abierto un interesante debate en su interior, tanto en su rama política como militar, sería conveniente que el Estado en un gesto de generosidad, pero también de inteligencia, destensara algo la cuerda.

No parece que vaya por ahí la cosa después de las detenciones de la semana pasada, aunque siempre he pensado que tendremos que utilizar esa generosidad, esa inteligencia, e incluso la audacia buscando soluciones nuevas a viejos problemas, para acabar con una situación que ya dura demasiado tiempo.

En fin, ésas son las reflexiones que me hago en esta fría mañana de enero, de este nuevo año en el que pintan bastos, con una mezcla de sentimientos. Hastío, cansancio, decepción, frustración, pero al mismo tiempo ilusión, ganas de aportar desde la resistencia al desánimo, esperanza, y por qué no confianza en que vendrán tiempos mejores.

Seguiremos contra corriente intentando abrir caminos al diálogo, construyendo puentes entre orillas, hablando, entendiendo, comprendiendo al otro, y algún día que parece lejano hoy celebrando la paz.

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No toca alimentar la esperanza, no toca hacer movimientos en la dirección del diálogo, no toca hablar

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Seguiremos contra corriente intentando abrir caminos al diálogo, construyendo puentes

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