Violencia contra la mujer hoy. ¿Existe parecido con el franquismo?
Publicado en Diario 16 y Plaza Nueva el 25 Noviembre 2018, Día Internacional contra la violencia de género.
El mes de noviembre en el que “celebra” la muerte del dictador Franco el 20, también “celebra” el 25 el Día Internacional
contra la violencia sobre las mujeres. Me parece más adecuada esta definición
que las de violencia de género, o machista.
Por esa razón es un momento idóneo para reflexionar sobre ambas realidades,
mujer y franquismo, o si se prefiere, la situación que sufrió la mujer en esa
oscura época de nuestra reciente historia, si se parece en algo a la de ahora,
o si esta se produce como consecuencia de aquella.
Por cierto, a veces no nos damos cuenta que 50, 60, o 70 años es una parte
minúscula de nuestra historia. Que está demasiado cerca para evitar
contaminarnos con él.
Durante el franquismo la reconstrucción del tejido social español, tuvo lugar bajo la norma, escrita a sangre y fuego, del "odio al comunismo" y todo lo que tuviera que ver con él. Por eso no debe extrañarnos cuando el PP intenta mezclar ambos conceptos.
Durante el franquismo la reconstrucción del tejido social español, tuvo lugar bajo la norma, escrita a sangre y fuego, del "odio al comunismo" y todo lo que tuviera que ver con él. Por eso no debe extrañarnos cuando el PP intenta mezclar ambos conceptos.
En ese empeño, la religión se encargó de proporcionar las armas educativas,
apoyadas en los temores ancestrales del más rancio conservadurismo. Según su
teoría un espectro atravesaba Europa: el del comunismo.
El Vaticano se encargó de apoyar todo aquello que se opusiera al mismo,
reprimiendo lo que tuviera que ver con la liberación de la moral. La alineación
de la Iglesia española con el golpe del 36 se justificó porque la confrontación
no era entre un gobierno legal y otro ilegal, sino entre Dios o no Dios, lo que
les permitió hablar de Cruzada.
Resulta cuando menos curioso que esa complicidad vuelva a resurgir con
fuerza a cuenta del intento de exhumación de sus restos.
Esta ‘‘santa alianza’’ relegó a la mujer a la retaguardia, a la reconstrucción. La ideas joseantonianas sobre la sumisión y la no-intervención en la cosa pública, conformaron el modelo social de mujer durante esa negra época. En ese modelo reaccionario se la asignaban casi exclusivamente funciones referentes a cuidados sanitarios y de bienestar social.
Dos instituciones se dedicaron a poner en práctica esas tesis: la sección Femenina, presidida por Pilar Primo de Rivera, que puso en práctica las ideas de su hermano sobre la mujer, es decir, el odio a la mujer miliciano y de intervención en la vanguardia, y el Auxilio Social, extraído del ‘‘Winterhilfe’’, auxilio de invierno alemán, porque en palabras de su fundadora, Mercedes Sanz Bachiller «no todo lo que hicieron los nazis era malo».
Se creó también un aparato de salud mental apoyado en las tesis psiquiátricas del militar Antonio Vallejo-Nájera, basadas en la nobleza del carácter hispano, en valores castrenses católicos, y en la debilidad mental del marxismo al no reconocer las jerarquías y los órdenes sociales superiores.
Esta ‘‘santa alianza’’ relegó a la mujer a la retaguardia, a la reconstrucción. La ideas joseantonianas sobre la sumisión y la no-intervención en la cosa pública, conformaron el modelo social de mujer durante esa negra época. En ese modelo reaccionario se la asignaban casi exclusivamente funciones referentes a cuidados sanitarios y de bienestar social.
Dos instituciones se dedicaron a poner en práctica esas tesis: la sección Femenina, presidida por Pilar Primo de Rivera, que puso en práctica las ideas de su hermano sobre la mujer, es decir, el odio a la mujer miliciano y de intervención en la vanguardia, y el Auxilio Social, extraído del ‘‘Winterhilfe’’, auxilio de invierno alemán, porque en palabras de su fundadora, Mercedes Sanz Bachiller «no todo lo que hicieron los nazis era malo».
Se creó también un aparato de salud mental apoyado en las tesis psiquiátricas del militar Antonio Vallejo-Nájera, basadas en la nobleza del carácter hispano, en valores castrenses católicos, y en la debilidad mental del marxismo al no reconocer las jerarquías y los órdenes sociales superiores.
Vallejo-Nájera defendió «la inferioridad mental de los partidarios de la
igualdad social y política», así como «la perversidad de los regímenes
democráticos que promocionan a los fracasados sociales con políticas públicas,
a diferencia de lo que sucede con los regímenes aristocráticos donde sólo
triunfan socialmente los mejores».
El ‘‘ilustre’’ psiquiatra explicó igualmente la enorme participación de las mujeres en las filas de la República, debido a «su debilidad mental», ampliamente demostrada por la biología fascista: «El psiquismo femenino tiene muchos puntos de contacto con el infantil y el animal». Sus experimentos se llevaron a cabo en prisiones, con presas políticas, anarquistas y comunistas.
El ‘‘ilustre’’ psiquiatra explicó igualmente la enorme participación de las mujeres en las filas de la República, debido a «su debilidad mental», ampliamente demostrada por la biología fascista: «El psiquismo femenino tiene muchos puntos de contacto con el infantil y el animal». Sus experimentos se llevaron a cabo en prisiones, con presas políticas, anarquistas y comunistas.
La idea de la transmisión genética del marxismo originó también el
alejamiento de los niños de sus madres, entregándolos a familias que los
adoptaban demostrando previamente su catadura católica, propiciando así el
cambio de apellidos de origen para hacer imposible su rastreo posterior.
En sus estudios sobre la mujer, Vallejo-Nájera parte de lo que, según él, son características del sexo femenino: debilidad del equilibrio mental, menor resistencia a las influencias ambientales, inseguridad del control sobre la personalidad, falta de las inhibiciones inteligentes y lógicas que hacen que en situaciones en las que desaparecen los frenos sociales se despierte su crueldad, siendo «además las revueltas políticas la ocasión de satisfacer sus apetencias sexuales latentes».
Así fue relegada a una intervención pública de segundo orden, siempre detrás del hombre y eliminados sus derechos anteriores. Su mandato era en el hogar, de puertas adentro. Todo ello conformaba un modelo de mujer abnegada y humillada, en muchos aspectos de lo social.
En sus estudios sobre la mujer, Vallejo-Nájera parte de lo que, según él, son características del sexo femenino: debilidad del equilibrio mental, menor resistencia a las influencias ambientales, inseguridad del control sobre la personalidad, falta de las inhibiciones inteligentes y lógicas que hacen que en situaciones en las que desaparecen los frenos sociales se despierte su crueldad, siendo «además las revueltas políticas la ocasión de satisfacer sus apetencias sexuales latentes».
Así fue relegada a una intervención pública de segundo orden, siempre detrás del hombre y eliminados sus derechos anteriores. Su mandato era en el hogar, de puertas adentro. Todo ello conformaba un modelo de mujer abnegada y humillada, en muchos aspectos de lo social.
La legislación franquista se basó en esta cuestión, convirtiéndola en una
eterna menor de edad si se casaba, y a no existir como mujer si no lo hacía. Se
la consideraba frágil mental y físicamente, así como incapaz de desarrollar
cualquier labor fuera de la casa.
No se contemplaba que por voluntad propia tuviera deseo de estudiar o trabajar. Si lo hacía era en caso de necesidad, y siempre considerando que era poco apropiado. Se recomendaba la prudencia en el estudio, que se aconsejaba abandonar, ofreciendo alternativas al «difícil y cansado camino de los libros».
No se contemplaba que por voluntad propia tuviera deseo de estudiar o trabajar. Si lo hacía era en caso de necesidad, y siempre considerando que era poco apropiado. Se recomendaba la prudencia en el estudio, que se aconsejaba abandonar, ofreciendo alternativas al «difícil y cansado camino de los libros».
Buscando por la vía de la humillación, de la sumisión, o de la disuasión,
no solo limitar, sino hacer desaparecer la posibilidad intelectual, creativa y
crítica de las mujeres.
El estado franquista se apoyó en la corriente más radical de la Iglesia católica para dominar a la sociedad española, y en especial a la mujer, por medio de la religión y el terror. La noción de pecado se hizo más extensa, y se le añadió en muchos casos el carácter de delito. Así por ejemplo el adulterio, los amancebamientos, no sólo eran pecado, también eran delito, por no hablar de la homosexualidad, cuya persecución fue atroz.
Una férrea moral, mantenida a través de la censura y la represión en lo referente al sexo, destrozó la idea del amor y la sexualidad. Las prácticas sexuales tenían sentido solo en tanto a su función reproductiva, según el modelo de familia católica al que se debía tender, quedando para la mujer el goce sexual asociado a la noción de pecado.
El estado franquista se apoyó en la corriente más radical de la Iglesia católica para dominar a la sociedad española, y en especial a la mujer, por medio de la religión y el terror. La noción de pecado se hizo más extensa, y se le añadió en muchos casos el carácter de delito. Así por ejemplo el adulterio, los amancebamientos, no sólo eran pecado, también eran delito, por no hablar de la homosexualidad, cuya persecución fue atroz.
Una férrea moral, mantenida a través de la censura y la represión en lo referente al sexo, destrozó la idea del amor y la sexualidad. Las prácticas sexuales tenían sentido solo en tanto a su función reproductiva, según el modelo de familia católica al que se debía tender, quedando para la mujer el goce sexual asociado a la noción de pecado.
Paralelamente, el peso moral hizo que se fuera consolidando un discurso de
culpabilidad permanente, muy enraizado en la doctrina católica, en el que la
mujer se vio condenada a vivir. Esta culpabilidad se fue alojando en las
relaciones sociales, y su presencia sorprendentemente perdura hasta hoy.
Con la apertura política y la caída del régimen de Franco, se reabrió el debate acerca de la mujer. Se cuestionó y se rompió en mil pedazos el discurso franquista según el cual se la consideraba como débil mental o como menor de edad.
Con la apertura política y la caída del régimen de Franco, se reabrió el debate acerca de la mujer. Se cuestionó y se rompió en mil pedazos el discurso franquista según el cual se la consideraba como débil mental o como menor de edad.
Pero aunque la idea actual de la mujer en la vida pública no tenga nada que
ver con respecto a aquella injusta situación, todavía está lejos de haberse
liberado. A poco que observemos nuestra sociedad con atención nos daremos cuenta,
que una parte de esos conceptos aún perduran en sectores importantes, incluidos
partidos de la derecha, o la Iglesia.
Aún hoy se sigue intentando someterla a las leyes y silencios que impone el
discurso del capitalismo dominante, a la vez que no se ha eliminado todavía la
idea de que la mujer debe ser abnegada, católicamente hablando. De modo que
bajo los ropajes de pasarela, en numerosas ocasiones encontramos los cilicios
de siempre.
Conviene por tanto no olvidar ese terrible pasado. Recuperar la memoria histórica, esa que algunos pretenden enterrar con el argumento de que «hay que pasar página».
Conviene por tanto no olvidar ese terrible pasado. Recuperar la memoria histórica, esa que algunos pretenden enterrar con el argumento de que «hay que pasar página».
Que nuestros jóvenes, aquellos que nacieron después de la muerte del
dictador, conozcan que aunque parezca mentira, estas cosas ocurrieron en
nuestro país no hace tanto tiempo. Porque, probablemente, «aquellos polvos,
hayan traído estos lodos», y una parte de la violencia sexista actual tenga que
ver con todo esto que se acaba de relatar.
¿Se parece la situación actual a la de la dictadura en este crucial asunto?
O mejor. ¿Aquellas doctrinas aún empapan ciertos comportamientos sociales,
religiosos y políticos?
Cada cual tendrá su respuesta, la mía es categórica: lamentablemente SÍ.
Por eso con el fin de no errar en el diagnóstico tengamos en cuenta esta circunstancia.
Veremos……….
Fdo. José Luis Úriz Iglesias (Ex parlamentario y concejal del PSN-PSOE)
Villava-Atarrabia 23 Noviembre 2018
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