La izquierda nos debe la República


Artículo publicado en PUBLICISCOPIA el 14 Abril 2015
Los acontecimientos acontecidos en los últimos tiempos en el seno de la monarquía española, desde el sonado divorcio de la hija mayor del anterior monarca, pasando por el lamentable incidente de la cacería de elefantes en Botswana, la abdicación por sorpresa, hasta los más recientes escándalos por el enjuiciamiento del cuñado del actual y la implicación de su hermanísima, han hecho que se haya reabierto con más virulencia si cabe el debate de si la monarquía es realmente útil, necesaria ya se sabe que no, en un país moderno como éste.

Resulta cuando menos curioso que éste debate no fuera tan duro en los momentos del inicio de la transición, más allá de lo ocurrido en el seno del PCE cuando Santiago Carrillo en un gesto de “pragmatismo” de los que hacen época, impuso a sangre y fuego la aceptación de la monarquía y de la bandera bicolor en su seno.

Aquello fue muy difícil de tragar, especialmente por unas bases que se habían batido el cobre frente al franquismo, en defensa de una serie de elementos ideológicos básicos que parecían inalterables: marxismo-leninismo, república, bandera tricolor, ateísmo. Principios cuya dejación fue el precio a pagar para la legalización, e incluso según algunos teóricos del tema, para que la democracia pudiera llegar y asentarse.

También en la otra izquierda, la socialista se pagó un alto precio como el abandono del marxismo en su XXVIII Congreso así como dela misma manera aceptar una monarquía en la que no creían. Más jirones dejados por la izquierda en ese largo y tortuoso camino hacia la democracia y la libertad.

De si valieron la pena esos esfuerzos existen diferentes teorías y al menos vistas desde la perspectiva actual me temo que no, que ésa anti natural decisión probablemente trajo victorias electorales pero no ideológicas de fondo, no transformaciones profundas e inalterables de la sociedad.


Los dirigentes impusieron a las bases su pragmatismo, su “sensatez” y la izquierda tuvo que cargar con un peso muerto como la monarquía cuyo único papel importante, cuestionado por algunos, fue su actuación
 parece que defensora del orden constitucional, la famosa noche del 23-F de 1981.

Cierto es que en aquel momento los poderes fácticos heredados del franquismo (policía, guardia civil y ejército), al no haberse dado la ruptura necesaria, estaban totalmente incontrolados por el poder político y podían haber entorpecido nuestra marcha hacia la democracia. Aunque parece evidente que si el rey no se hubiera puesto en medio esa marcha habría resultado igualmente imparable, posiblemente con un mayor coste de dolor y sufrimiento, pero habríamos llegado igual sin él.

A partir de ahí su función ha sido meramente protocolaria, cada vez con menos poder y menos funciones, más allá de las simbólicas absolutamente prescindible en nuestro sistema democrático.

Pero como no estorbaba, como más allá de anécdotas o bromas estúpidas no originaba ningún quebradero de cabeza incluso teorizando que su costo no era excesivo, especialmente en época de vacas gordas, nadie la cuestionó de una manera seria. Solo minorías provenientes de IU en la época de Julio Anguita, defendieron su eliminación.

Durante muchos años la sociedad la valoraba entre las instituciones que gozaban de su máximo apoyo y respeto, pero en los últimos tiempos la cosa va siendo diferente.


Es el momento de que esa izquierda reabra de nuevo el debate sobre monarquía y república, defendiendo con claridad y contundencia que la primera resulta ya caduca, estéril y además recientemente implicada en episodios claros de supuesta delincuencia y por tanto no tiene cabida en nuestro futuro como pueblo.

También desde el socialismo se alzan voces como la de Izquierda Socialista que plantean su cambio. Lo hacen defendiendo un modelo de Estado federal, plurinacional, laico y participativo que conlleva a replantear y recuperar la forma republicana de Estado. Teniendo en cuenta que los conceptos de Estado laico y República forman parte del acervo histórico del Partido Socialista.

Hoy, tras 38 años de la aprobación de la actual Constitución española, ha llegado el momento de revisarla en profundidad, para liberarla de las limitaciones y tutelas que en aquel contexto de la transición se impusieron por parte de los poderes fácticos existentes, que nos llevaron a un marco de cesión obligada de legitimidades.

La configuración de un Estado Español republicano, federal y laico vuelve a estar en la vanguardia de las reivindicaciones de la ciudadanía. La izquierda en general y el  Partido Socialista en particular deben recuperar su naturaleza republicana, pues sin la premisa de la elección libre y democrática de todos y cada uno de los cargos representativos del Estado, además de contradecir nuestro ideal de igualdad, nunca podrá desarrollarse plenamente el sistema democrático, y por tanto, quedará incompleta la soberanía popular.

Es necesaria la colaboración de los partidos políticos de izquierdas y las asociaciones y plataformas que buscan dichos objetivos,  para unificar los esfuerzos en pro de la consecución de la III República. Apoyar la reforma constitucional que permita la convocatoria de un referéndum para decidir entre monarquía y república.

¿Es la hora de la República? Indudablemente sí, éste es el  momento, éste el lugar para que haya esa reforma que consiga una república moderna y democrática.

Habrá dificultades, tendremos que hacer un gran esfuerzo, es probable que con incomprensiones, manipulaciones e incluso agresiones, pero es el momento de ser valientes, de recuperar nuestras banderas demasiado tiempo ocultas, guardadas en desvanes ocultos. Para conseguirlo primero habrá que romper la inercia permisiva y a veces cómplice de nuestros dirigentes, pero está claro que la marea social nos acompaña y más pronto que tarde lo conseguiremos.

Termino con un grito que pido compartáis: ¡Viva la III República!

Fdo.: José Luis Úriz Iglesias (Ex parlamentario y ex concejal del PSN-PSOE, miembro de Izquierda Socialista)

Villava-Atarrabia 13 Abril 2015



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