Madrid, Madrid, Madrid……¡NO PASARÁN!
Vivimos
tiempos de zozobra especialmente para el lugar donde nací, Madrid, que
recuerdan al famoso chotis de Agustín Lara que da título a mi reflexión.
Madrid
epicentro de esta nación variada que es España, lugar de encuentro, de mezcla
diversa, Madrid plural, mestizo, donde tradicionalmente se acoge bien a quien
llega con buenas intenciones, Madrid también epicentro de la pandemia, de las
tensiones y desencuentros.
Lugar
donde confluyen en estos instantes las mejores y peores pasiones y
comportamientos del ser humano. Donde los buenos se mezclan con los canallas,
los sensatos con insensatos, responsables con irresponsables.
Desde
mi otra mitad, Navarra, duele Madrid, su terrible situación actual suma de
muchas circunstancias, desde el fracaso de una sociedad incapaz de controlar
sus peores instintos, a unas administraciones que se ven desbordadas por el
“bicho”, a veces por desconocimiento, otras por miedo y muchas más simplemente
por incompetencia.
No
excluyo a ninguna, absolutamente ninguna.
Ese
fracaso colectivo nos está situando al borde de un peligroso precipicio y urge
hacer algo contundente y rápido.
Madrid
y detrás el resto del país ha llegado hasta ese lugar fruto de esos fracasos
entre los que sobresalen dos; la incapacidad de nuestra sociedad de controlar a
los insolidarios y la falta de unidad entre las fuerzas sociales y políticas.
Poca
gente ha entendido, desde luego en la cúpula de partidos e instituciones ninguna,
que este virus no tiene ideología, aunque a veces parezca que sí.
Tampoco
nacionalidad, ni condición social, pero resulta evidente que debido a las
diferentes circunstancias de vivencia, está afectando más a quienes viven
hacinados en repletos pisos minúsculos donde guardar la diferentes medidas de
seguridad resulta tarea imposible, que a aquellos que disfrutan de grandes
espacios internos y externos. Es así de injusto.
Más a
quienes para desplazarse a sus trabajos deben usar el trasporte público,
especialmente metros y autobuses a rebosar, que a quienes usan cómodos coches.
Todo
eso es cierto, pero aunque no existen estadísticas fiables no parece
descabellado intuir, que la mayoría de los contagios que inician la cadena de
acontecimientos hacia el ingreso hospitalario y a veces a la muerte, que
provocan daños a la economía y el empleo, que dificultan la ida de nuestros
chavales al colegio, se producen por la irresponsabilidad de algunos, por
cierto no tan pocos como aseguran los buenistas.
¿Qué
hacer ante esta tremenda situación?
Lo
primero, si tuviéramos una clase política como la que tuvimos la suerte de
disfrutar durante la Transición, buscar generosamente puntos de encuentro para
enfrentarnos juntos a la pandemia y a los canallas que ayudan a su extensión.
Quizás
utilizando la imaginación para una vez que nos hemos dado cuenta de que las
campañas de concienciación, de convencimiento e información no funcionan, pero
tampoco la de las multas disuasorias, buscar alternativas nuevas.
Por
ejemplo, que el castigo a las infracciones no sea económico, o al menos no
sólo, sino que se utilice la fórmula de los “trabajos sociales”. Cuidados de
ancianos en Residencias con Covid, limpieza de hospitales de las mismas
características, etc.
Eso
permitiría un doble efecto, el castigo a los canallas y que pueden ver en
directo el mal que han provocado o podrían provocar.
Para
todo esto también necesitamos que la reacción sea colectiva, codo con codo,
especialmente partidos e instituciones.
Lo
ocurrido el pasado lunes cuando la reunión entre Sánchez y Ayuso abrió una
ventana de ilusión y esperanza, que se cerró violentamente a las pocas horas e
incluso minutos, no se puede ni debe repetir.
A
veces da la sensación de que la clase política actual, está en situación de
levitación por encima de la sociedad sin ser conscientes de lo que pasa ahí
abajo.
De
esta crisis sanitaria, de la económica que además está provocando, o salimos
juntos social y políticamente o no salimos.
Urge
un plan extraordinario de choque, una especie de II Pactos de la Moncloa
covidianos, que conjunte fuerzas y esfuerzos, para hacer frente a un virus que
se potencia, se hace más fuerte con nuestra división.
Quizás
con un eslogan que en su día fue de confrontación pero que debemos reconvertir en
justo lo contrario frente a la Covid-19: ¡NO PASARÁN! No pasará ni este
coronavirus ni otros que puedan venir en el futuro.
Esa
unión además debe estar sustentada en la cesión de papeles a quienes saben, a
los expertos, sanitarios, científicos, virólogos, que ya se están poniendo de
acuerdo lanzando documentos para indicarnos el camino a seguir.
Fdo.:
José Luis Úriz Iglesias (Ex parlamentario y concejal de PSN-PSOE)
Villava-Atarrabia
7 Septiembre 2020
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