Los insolidarios (más sus cómplices) están venciendo a los solidarios
Artículo Publicado en Diario de Noticias de Navarra, Gara, Público, Nueva Tribuna, Navarra Información, Plaza Nueva, La Voz de Ávila, Hora Punta, El Periódico, DLV Radio, Del 31 de Agosto al 3 de Septiembre 2020.
Se
escribe mucho en estos últimos tiempos de solidaridad e insolidaridad.
Convendría antes situarnos en la definición que la RAE da a esa bella palabra;
“solidaridad”. “Adhesión a la causa o la empresa de otros”.
O lo
que podría ser lo mismo, nuestro compromiso de apoyo a algo que ayuda, o al
menos no entorpece, a nuestro prójimo. Por cierto otra palabra sublime que
utilizamos cada vez menos, quizás porque considerar a otros ciudadanos como
prójimo (persona respecto de otra considerada bajo el concepto de solidaridad
humana) esté a la baja en una sociedad individualista y según Bauman, líquida.
Prójimo,
solidaridad, solidario, insolidario y pandemia van a suponer el nudo gordiano
de esta reflexión.
Porque
la Covid-19 ha hecho emerger estos conceptos, como argumentos para analizar la
situación actual.
Los
bienintencionados hacen ahora llamamientos a la solidaridad para evitar
comportamientos irresponsables, que sabemos con certeza son los causantes de
esta segunda ola de infectados y la crisis consiguiente.
Lamentablemente
la actual situación demuestra el fracaso de nuestra sociedad, porque los
insolidarios con la ayuda de sus cómplices activos o pasivos, están derrotando
a los solidarios, a la importante parte de la sociedad que con su sensatez da
ejemplo de civismo cumpliendo rigurosamente las normas y que está sufriendo las
consecuencias de su insensatez.
Demuestra
que tenemos grupos, más numerosos de lo que los buenistas a veces señalan, que
no tienen en cuenta que su manera de actuar afecta al resto de sus prójimos y
si lo tienen les importa un carajo.
Que su
comportamiento incívico provoca contagios, confinamientos, ingresos
hospitalarios, dolor, sufrimiento, pérdidas de empleos, quiebra de economías y
muertes.
Pero
esas gentes no podrían realizar lo que hacen y por tanto convertirse en un
peligro para los demás, si no existieran cómplices que en unos casos por dejación
y en otros por cobardía les ayudan a hacerlo. De esas gentes va esta reflexión.
¿Quiénes
son esos cómplices?
Por un
lado otros ciudadanos que no tienen el valor de recriminarles cuando les ven
poniendo en peligro al resto. Es probable que sea como consecuencia de la
presión que se ejerció durante el confinamiento, contra quienes haciendo uso su
derecho a protegerse a ellos y los suyos, fueron descalificados al considerarles
“policías de balcón o de ventana”.
Ya
sabemos que en este país, más en unas zonas que en otras, que te identifiquen
como represor, o colaboracionista está muy mal visto. Pero en el momento
actual, cuando nos jugamos la salud y el empleo, esa máxima debe decaer.
Hoy en
día el deber social más importante es actuar frente a quienes nos ponen en
peligro y si para eso es necesario ejercer lo que los buenistas señalan como de
policía, chivato, o represor se debe hacer; por el bien común.
Otro
tipo de colaboradores con los insolidarios son los poderes políticos,
especialmente los más próximos como presidentes de autonomía o alcaldes, aunque
también el gobierno central, que teniendo la responsabilidad de poner orden en
este desastre, por dejación o cobardía no lo hacen.
Puede
parecer dura esta afirmación, pero las semanas que llevamos desde el inicio de
la nueva normalidad están demostrando, que los intentos de convencer a esas
gentes de que sus comportamientos ponen en peligro al resto de la sociedad, NO
están funcionando.
Resultó
especialmente patética la llamada de Fernando Simón para que los denominados
“influencers”, colaboraran en las campañas para llamar al orden a los
insolidarios.
Si un
gobierno hace ese tipo de petición de auxilio, está demostrando su debilidad y
su más absoluto fracaso en esta batalla.
El
gobierno central, los autonómicos y municipales, tienen lo que parece ser el
único instrumento útil para evitar que una minoría (por cierto importante y no
minúscula) de ciudadanos y ciudadanas pongan en peligro la salud y la economía
del resto: las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Sólo a
través de la actuación contundente persiguiendo con dureza a los canallas de
Policía Nacional, Guardia Civil, Policías Autonómicas y Municipales se puede
poner freno a este desvarío. Todo ello con el apoyo y soporte del poder
judicial.
El
fracaso de las medidas educativas y de convencimiento lleva inexorablemente a
esta conclusión.
Porque
a día de hoy en esta guerra (sí, sí, guerra) que tenemos con el virus y sus
colaboradores, los insolidarios están venciendo a los solidaros, los irresponsables
a los responsables, los insensatos a los sensatos, con la colaboración por
cobardía o inacción de los poderes del estado.
Viendo
las imágenes de la reacción ciudadana ante otro fracaso como es la plaga de
ocupaciones que sufrimos, uno se pregunta si también en este tema deberíamos
organizar grupos de ciudadanos para cubrir el hueco que dejan nuestras acobardadas
autoridades.
Nos
estamos jugando mucho, creo que ya va siendo hora de con valentía y respeto
llamemos a cada cosa por su nombre, haciendo un llamamiento a que cada cual
cumpla con sus obligaciones y con el deber social que le corresponde.
Lamentablemente
esta situación de riesgo se está demostrando que no se soluciona con campañas
de concienciación, buenas palabras, o intentos de convencer a los
inconvencibles, se soluciona con una palabra que genera recelos pero que puede
ser hoy la única eficaz: con represión contra los que ponen en peligro al resto
de la ciudadanía.
Puede
parecer extrema esta reflexión, pero no sería así si por ejemplo se tratara de
atajar la violencia contra la mujer, o contra los niños.
Es
hora de ser valientes con las opiniones, pero especialmente con los hechos. No
podemos consentir que tanto esfuerzo se venga abajo por dejación o cobardía
ante los canallas.
Veremos……….
Fdo.:
José Luis Úriz Iglesias (Ex parlamentario y concejal de PSN-PSOE)
Villava-Atarrabia
28 Agosto 2020
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