Agur Rubalcaba. Paz, Leitza
Publicado en Eldiario.es, Diario 16, Público, Periodista Digital, El Confidencial Digital, Plaza Nueva, Navarra Información, Gara, Diario de Noticias de Navarra y Guipuzcoa los 11 y 12 Mayo 2019.
Acabo de conocer el
fallecimiento de Alfredo Pérez Rubalcaba. Desde estas líneas mi reconocimiento
a su labor y mi apoyo, cariño y solidaridad para su familia.
Le conocí a través de
mi amigo Enrique Curiel en 1990 y a partir de aquel instante nuestra conexión
fue habitual, aunque no siempre coincidiendo en la dirección que cada uno
seguía. Los tres pertenecíamos a la vieja guardia de la política, por eso hoy
me siento más huérfano.
Pero quizás el instante
más intenso de nuestra larga historia se desarrolló hace nada menos que 20 años,
el 20 de Septiembre de 1.999, cuando se produjo un encuentro, una reunión
histórica en el caserío que el entonces
dirigente de la izquierda abertzale Patxi Zabaleta tenía en un bello pueblo de
la montaña de Navarra, Leitza.
Por primera vez
dirigentes del PSOE y de Herri Batasuna al máximo nivel, se situaron durante
seis horas frente a frente en lo que fue una comida llena de debate político,
de intercambio de opiniones, pero también cordial, entrañable, en la que se
fraguó lo que durante años y años fue una vía de comunicación eficaz.
Allí frente a la
suculenta comida preparada por Koro, la compañera de Patxi, una inmensa mujer
llena de humanidad, Pernando Barrena, Joseba Permach, Santi Kiroga y Patxi
Zabaleta por una parte y Alfredo Pérez Rubalcaba, Enrique Curiel y yo mismo por
la otra participamos en el inicio de una manera de comprenderse entre muy
diferentes, de tender puentes de comunicación, de diálogo, de intercambio de
información.
La preparación fue
laboriosa, compleja, hace tiempo día hablando con Carmen Sánchez Muro, otra
gran mujer, la viuda de Enrique Curiel me ofrecía la posibilidad de aportarme
toda la inmensa documentación que había recopilado durante 25 años de diálogo,
contactos, con el mundo de Batasuna, una larga historia de la que soy con él
protagonista activo, para intentar escribir un libro sobre lo que supuso ésa
actividad en el devenir de un largo y curvo proceso de paz. Siempre con la
larga sombra de Alfredo sobre nosotros.
Aquél día, en aquella
comida sentí que esas personas participantes volvieron a sus lugares de origen
conociendo mejor el conflicto, conociéndose mejor, crenado un vínculo personal lo
que favoreció la posibilidad de explorar esa vía abierta. A partir de ese día
la comunicación entre el PSOE y la Izquierda Abertzale sería cada instante
mejor.
Y así fue, primero a
través de Patxi Zabaleta con el que ya llevábamos Enrique y yo diez años de
contactos, desde 1989 en aquellas comidas en Casa Antonio de la localidad
soriana de Almazán. Siempre con la supervisión de Rubalcaba y después con
Pernando Barrena cuando el primero fundó Aralar.
Discretamente,
secretamente, las reuniones, los intercambios de pareceres se mantuvieron hasta
la muerte de Curiel. A él le informábamos, de él recibíamos instrucciones y él
reportaba a Rubalcaba, el hombre mejor informado sobre este tema del estado.
Veinticinco años de
innumerables anécdotas que dan para ese libro pendiente que algún día escribiré
a través de mi memoria y de la documentación de Enrique, que siendo como era
especialmente meticuloso seguro que cubrirá mis lagunas con fechas
especialmente.
Pero en aquella comida,
en esas seis densas horas nació lo que él denominaba el “espíritu de Leitza”.
Un espíritu que ahora más que nunca debemos recordar a la hora de afrontar los
retos pendientes, para culminar un proceso de paz al que le falta las nuevas
medidas a tomar con los presos y abrir vías de comunicación y reconciliación.
Un espíritu que quiero
recordar a mi compañero Secretario General y Presidente del Gobierno, Pedro
Sánchez, para que tenga conocimiento de una parte de la historia, aquellas
sensaciones vividas y entienda que debe ser audaz como lo fue Zapatero a la
hora de enfrentarse a este reto.
El futuro aquí y allí,
en España, Catalunya o Navarra y Euskadi pasa por el diálogo y el acuerdo entre
las izquierdas transversales, incluso para montar gobiernos de progreso.
Sigo recordando que se
necesita una labor pedagógica, especialmente en el resto del estado, esa idea
salió en aquella comida, Rubalcaba la sacó en varias ocasiones: “tenéis que
entender, les decía, que el PSOE es un partido que compite con la derecha en
todo el estado y que cualquier movimiento aquí repercute electoralmente en
Sevilla, Valencia, Burgos o Zaragoza”.
Quizás nunca debimos
ocultar aquella comida de Leitza, quizás así durante estos 20 años hubiéramos
sido capaces de ir convenciendo a la ciudadanía española de que el diálogo es
el camino, de que ya sin ETA no existen motivos para la dispersión o para que
no exista una igualdad en cuanto a normas penitenciarias.
Aquello fue un secreto
de estado, pero hoy ya sin la presión de ETA es necesario que salga a luz sin
tapujos. Con Bildu, antes con Batasuna, EH, HB, con la izquierda Abertzale
llevamos 30 años de comunicación y diálogo, lo sabía Rubalcaba, la sabía
Borrell, Almunia, Zapatero y especialmente Felipe González y ahora debe saberlo
Pedro Sánchez. Ellos eran nuestros jefes a lo largo del camino que toca
culminar en este momento histórico.
Rubalcaba era una de
las personas que más sabía sobre estos temas y probablemente uno de los que más
hizo a su manera para conseguir la paz. Hoy cuando ya nos falta quiero
reconocerlo y recordarlo. Pero sinceramente no como esos recordatorios
prefabricados tan de moda cuando fallece alguien.
Aún con su recuerdo y
quizás en su nombre, acabo también con un llamamiento: hagamos posible un
cambio de actitud. Recuperemos aquel “espíritu de Leitza” en honor de Rubalcaba
y Curiel y después valoremos y reconozcamos el trabajo y esfuerzo de ambos.
Fdo.: José Luis Úriz
Iglesias (Ex parlamentario y concejal del PSN)
Villava-Atarrabia 10
Mayo 2019
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