La izquierda y Andalucía: ¿ahora qué?
Escribir esta reflexión
con las negativas sensaciones de la noche electoral del 2-D, no resulta
demasiado fácil ni agradable. Esta mañana del día después todo parece gris
tirando a negro, especialmente cuando te encuadras en el sector de la izquierda
española y europea.
En casi 50 años de
militancia probablemente el de esa noche haya sido el impacto más fuerte jamás
recibido. Pero toca rehacerse, analizar los errores, observar esta nueva
sociedad del siglo XXI, hacer la correspondiente autocrítica y cambiar el
sentido de la marcha antes de que sea demasiado tarde.
Los resultados del 2-D
nos traen grandes derrotas, victorias agridulces y resultados espectaculares
que cambian radicalmente el escenario político para el futuro.
Pierde el PSA, Susana
Díaz, Podemos e IU, Teresa Rodríguez y Maíllo, incluso el PP a pesar de que
quieran aparentar una victoria inexistente al perder 7 escaños. En los últimos
tiempos algunos políticos parece que hablan para una sociedad tonta que no se
entera de lo que pasa.
Escuchar a Susana Díaz
y Teresa Rodríguez intentar minimizar el guantazo, o a Casado defendiendo justo
lo que criticaba a Pedro Sánchez hace ahora seis meses, produce vergüenza
ajena.
Porque intentar llegar
al gobierno de Andalucía siendo segunda fuerza política, con un pacto anti
natura con la extrema derecha y su enemigo natural Cs, es exactamente lo mismo
que acusaba a Sánchez en su momento. ¿Acaso ya ha olvidado el término “gobierno
Frankenstein? ¿Contradicción, cinismo, intento de engaño, o todo a la vez?
En el otro lado Susana
Díaz con cara de haber recibido un crochet de izquierda en el mentón, intentó
de la misma manera engañar al personal aludiendo a que la bajada era del 7 %. Ignora
la señora Díaz que en apenas unos años
ha dilapidado el legado que recibió, esta vez perdiendo un tercio de votos y
escaños. La posición mínimamente digna habría sido anunciar su dimisión en ese
mismo instante.
Pero también hubo
triunfadores. Cs que consigue más del doble de su resultado anterior, o Vox que
irrumpe en el Parlamento andaluz con nada menos que doce escaños, fueron los
grandes ganadores de la noche originando un tsunami político cuyas
consecuencias se podrán ver a medio y largo plazo.
Otro de los perdedores
ha sido el criticado CIS de Tezanos que como se dice coloquialmente no le ha
dado ni a la península. Vivimos en un país sin una cultura de la dimisión
arraigada, pero si la hubiera, si se detectara un mínimo de dignidad debería
acompañar a Susana y haber dejado su cargo antes del amanecer. No ha sido así,
se agarran a sus poltronas con si estuvieran pegados con Loctite.
Que en sus estudios
sociológicos no haya detectado ninguna de las tres novedades ocurridas, ni
siquiera darse cuenta de las tendencias es intolerable, un ridículo inadmisible.
Ni siquiera el derrumbe del PSA y de la izquierda. La diferencia entre los
datos del primero es de nota, ya que su estudio le daba entre 45 y 47 parlamentarios
y han sido 33, los 67 para la izquierda se han visto reducidos a 50. Tremendo.
Tampoco ha habido
triple empate, ni irrelevancia de Vox al que en el mejor de los casos daba un
parlamentario por Almería y han sido 12 en todas las provincias, ni siquiera detectó
la disminución en la participación. La
realidad es tozuda y así tenemos que la izquierda ha perdido en tres años
700.000 votos, mientras que el PP a pesar de su euforia 300.000.
Toca ahora a esa izquierda
dolorida realizar un análisis autocrítico y riguroso. No vale con echar las
culpas a los demás, o azuzar el temor, por otro lado ya conocido, de “que
vienen los fascistas”. Eso puede servir para una auto complacencia pero no para
solucionar realmente los daños ocasionados.
La izquierda ha
recibido un castigo brutal, no sólo por sus propios errores, también porque ha
sido incapaz de entender por dónde iba la sociedad andaluza y deberían tener
cuidado en que tampoco sepan por dónde va la española.
Parece evidente que 40
años de gobierno socialista más los casos de corrupción han agotado al
personal. Pero no sólo ha influido ese hecho, porque si sólo fuera eso el
trasvase de votos habría sido del PSA a Podemos, sin salir de la propia
izquierda. Pero no ha sido así.
Existen dos elementos
que no han sido detectados por sus sesudos analistas, por un lado el efecto que
la emigración está teniendo en una sociedad andaluza convulsionada por su
incremento y las tensiones del Proces catalán.
Así nos encontramos que
en localidades como El Ejido ha vencido Vox, o que en el sentir de la población
se ve con temor cualquier cesión hacia los sectores independentistas catalanes.
La izquierda ha perdido
la ocasión en los últimos tiempos de haber hecho pedagogía democrática sobre
las tensiones centro-periferia y la necesidad de buscar soluciones de consenso,
con una Susana más pendiente en este asunto en segar la hierba bajo los pies de
Sánchez y Teresa Rodríguez haciendo lo mismo con Pablo Iglesias.
Igualmente han sido incapaces
de realizar planteamientos rigurosos sobre el fenómeno de la inmigración, que
consiguieran un equilibrio entre el respeto de los derechos humanos y la
desconfianza que ciertas medidas provoca entre la ciudadanía, especialmente en
los sectores más desfavorecidos.
¿Resulta difícil
entender trasvases de votos del comunismo a la extrema derecha? Ya en Francia y
Alemania ha ocurrido, el caso de Marsella es de manual y ahora nos toca a
nosotros. Nuevamente por la miopía de una izquierda paralizada por el miedo.
Algunos analistas señalaban la noche electoral que ya somos Europa. Íbamos con
retraso pero la extrema derecha ha llegado y lo ha hecho para quedarse.
Ese escoramiento hacia
la derecha de un feudo tradicional de la izquierda como Andalucía debe hacernos
reaccionar, no sólo como arengaba Pablo Iglesias al analizar los resultados,
con un movimiento social anti fascista. El “No pasarán” de Madrid en el 36 no
basta si no somos capaces de hacer un análisis riguroso de sus motivos y
posteriormente aplicar recetas políticas para darle la vuelta.
¿Qué hacer a partir de
ahora? Existen dos direcciones, la del miedo, la parálisis y el enroque, o la
de la imaginación y la audacia. Todo ello aderezado de toneladas de pedagogía
social. Audacia en lo referente al fenómeno de la emigración, audacia a la hora
de resolver de manera definitiva las tensiones centro-periferia.
Haría mal la izquierda
en limitarse a echar las culpas a otros y replegarse a sus cuarteles de
invierno. Es hora de valentía, de generosidad, de echarse hacia adelante sin un
paso atrás ni para tomar impulso.
En estos momentos es
cuando se demuestran los verdaderos estadistas. ¿Habrá alguno dispuesto a ello?
Veremos……….
Fdo.: José Luis Úriz
Iglesias (Ex parlamentario y concejal del PSN-PSOE)
Villava-Atarrabia 3
Diciembre 2018
Totalmente de acuerdo
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