Qué le pido al 2018
Nos
encontramos en unas fechas festivas en las que cada año que pasa me parecen más
tristes. Quizás porque son donde más echas de menos a los ausentes, a quienes
se fueron demasiado jóvenes dejando un vacío difícil de llenar.
Creo que
cada vez son más los que tienen ese mismo sentimiento de tristeza, por eso
cuando se pasea por la calle en estas fechas ya no se escucha cantar
villancicos, o cada vez son menos quienes se ponen algún elemento acorde con
las fechas, por no citar la ausencia de un tipo de sonido que hasta hace poco
era casi imprescindible: el de la zambomba. Vivimos tiempos oscuros en esta II
Edad Media.
Pero como
lo habitual es enviar felicitaciones y deseos para el próximo año, intentaré
hacer lo propio con los míos. Este año no
es bisiesto, ni capicúa, ni el inicio de un nuevo siglo, queda por tanto un
poco soso, aunque rizando el rizo su última cifra se puede leer con algo de
imaginación como la suma de la ese de solidaridad, más la e de esperanza, y la
suma de sus cifras es 11, que corresponde al número mágico de la suerte. Ese
podía ser el hilo conductor de mis peticiones.
Le pido
por eso al 2018 que sea el año de la PAZ definitiva. Dentro y fuera. Que
podamos ver el final de la pesadilla en Irak, Siria, Palestina, de las
tensiones entre EE.UU. y Corea de Norte, de las guerras que desangran África, del
drama de los refugiados y por supuesto que aquí en nuestro país (ponga cada uno
el que desee) sea el momento, el año, en el que con imaginación, audacia, y
generosidad por parte de todos, podamos conseguir lo que antes no fuimos
capaces.
También
que ETA eche la persiana definitiva a su siniestra historia, para así poder
avanzar en otros elementos de justicia y convivencia. Para eso hace falta que
en éste 2018 que está a punto de entrar,
nadie pueda vivir inquieto por la existencia de un monstruo con una
historia cruel de acoso y crimen, ni
pierda la vida en un accidente al ir a visitar a un familiar preso a 500
Km, que ya no haga falta exigir la condena
a la violencia terrorista al haber dejado de existir la banda que la
representaba.
Por lo
tanto que dejemos de sufrir en una y otra orilla de este río antes aguas
turbulentas y cada vez más un remanso tranquilo. Que construyamos puentes, que
abramos espacios de diálogo y entendimiento. Que nos escuchemos mutuamente,
respetándonos desde la diferencia. Que todos nos encontremos cómodos en un
nuevo marco de convivencia.
Le pido
también un país más tolerante, más solidario y más respetuosos con las
diferencias. Donde se pongan medidas eficaces para acabar con todo tipo de
intolerancia. Que deje de existir la violencia sexista que destroza a muchas
mujeres, y otra violencia igual de cruel como la del acoso sea laboral o
escolar. Que sea el año en el que seamos capaces de acabar con esa lacra
terrible que es el SIDA.
Un país
donde de una manera definitiva acabemos con el último problema pendiente de
nuestra ejemplar Transición: las tensiones centro-periferia. Para ello que con
audacia, imaginación y generosidad podamos abrir una proceso constituyente que
conduzca a un Estado Federal Plurinacional donde todos, catalanes, vascos,
navarros, madrileños o andaluces nos encontremos cómodos. Una solución transversal para Catalunya que acabe con el enfrentamiento social y político.
Un país
que integre a los inmigrantes sin construir muros ni guetos. Que sea capaz de
entender que la mejor ayuda es la que se produce en el país de origen
favoreciendo su desarrollo, evitando así que miles de personas se jueguen la
vida en un intento de llegar al “paraíso” occidental, para no perderla por
hambre o guerra allí donde vivían.
Le pido
que aporte cordura y sensatez a la Jerarquía de la Iglesia Católica para evitar
que siga su confrontación con la sociedad en temas tan delicados como el
aborto, matrimonio entre homosexuales y su derecho a la adopción, divorcio y en
general en todo lo que tiene que ver con la libertad del individuo en un estado
liberal aconfesional.
Que se
acabe la violencia terrorista yihadista consiguiendo aquella utópica alianza de
civilizaciones.
Espero de
este nuevo año que los partidos políticos que nacieron en el siglo XIX se
reciclen al XXI, adaptándose a los nuevos tiempos. Que protejan la disidencia,
apoyen a los heterodoxos -una especie en vías de extinción por culpa de los mediocres
burócratas que ahora les dominan- como una forma de enriquecerlos, y al mismo
tiempo persigan a los inmorales, a los que se sirven de ellos para medrar, o
enriquecerse, a quienes rompen las normas éticas básicas, a los traidores a sus
ideas.
También
deseo un nuevo año donde los hombres seamos capaces de entender de una vez por
todas, que la igualdad entre sexos en una de las asignaturas pendientes del
mundo. Igualdad desde la diferencia. Espero un impulso definitivo en el mundo
occidental, y que se empiece a caminar en esa dirección en el segundo y tercer
mundo, allí donde la situación es extremadamente grave e insostenible para la
mujer.
Le pido a
este nuevo 2018 que las madres y padres sepamos educar mejor a nuestros hijos e
hijas. Entendiendo que no se puede continuar creando una sociedad
extraordinariamente permisiva con los niños desde el mismo momento en que
nacen.
Que se
acabe con esa cultura de seguir creando reyes absolutos del hogar que a medida
que van creciendo, aumentan su prepotencia convencidos de que no hay límite
para sus caprichos, y que se transforman después en adolescentes adustos y
engreídos en familia, y matones maleducados en la sociedad.
Espero
que sirva para recuperar el gusto por la buena música moderna, para que triunfen aquellos que
pelean a la contra defendiendo la calidad por encima de otras cuestiones más
materiales.
Le pido a este 2018 una
recuperación de los valores perdidos en una sociedad cada vez más
individualista, egoísta, insensible. Le pido un despertar de los sentimientos y
sensaciones clásicos, del goce pausado, tranquilo, suave, sensible, saboreado
con tiempo.
Le pido también en lo
personal, claro que sí, ser feliz, disfrutar de lo poco o mucho que tenga, ser
capaz de gozar y hacer gozar, de disfrutar y hacer disfrutar, de amar y
conseguir que amen. Salud para mí y mi familia, trabajo para quienes no lo
tienen, le pido ser paciente, generoso, altruista, no hacer daño a nadie ni
directa ni indirectamente. Poder
seguir disfrutando de las personas que quiero y que me dejen en tranquilo las
que no me quieren.
Amigos leales, buena
música, lectura que me enriquezca en lo intelectual, poder disfrutar de
paisajes que me llenen los sentidos, tranquilidad para poder hacerlo, buen cine,
mejor teatro, paseos por la naturaleza, largas charlas, largas y agradables, le
pido poder disfrutar aún de mis ancianos, recuperar los que se han alejado,
saber perdonar.
Para
terminar deseo todo lo mejor en este nuevo año para cada lugar en el que escribo o hablo, allí donde expreso libremente mi opinión muchas veces a
contracorriente, a quienes lo impulsan, y a sus lectores, u oyentes.
Me
conformaría con que pueda ver hecho realidad en lo que me queda de vida, una
parte importante de lo que le pido a este pobre 2018, que ya debe estar
agobiado al leer esta larga lista de peticiones.
Pero si hoy tuviera que elegir una
sola de mis peticiones, me decantaría por la paz. La paz allí y aquí, en los
países y en las familias. Que así sea.
Fdo.: José Luis Úriz Iglesias (Ex parlamentario y
concejal del PSN-PSOE)
Villava-Atarrabia 18 Diciembre 2017
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