Enrique Urquijo. Una vida a tu lado


Cada 17 de Noviembre, fecha fatídica en la que perdimos a un grande: Enrique Urquijo, le dedico mi recuerdo y mi humilde homenaje. Ahora se cumplen diez y ocho años que su vida se truncó en una calle de Madrid, se quebró como un juguete roto por la vida.

Estaba solo, o quizás con una mala compañía, y a muchos se nos heló el alma al enterarnos. A todos aquellos que admirábamos su música y la poesía de sus letras, a veces amargas como la vida misma, impregnadas de soledad y amargura.

La tristeza se extendió a quienes nos estremecíamos con sus palabras musicadas en las tardes de cualquier otoño como el que se lo llevó, quizás porque sentíamos lo mismo que él aunque nos faltaba su creatividad, su sensibilidad a flor de piel. El 17 de nuevo volveremos a emocionarnos al recordarlo.

Canciones de amor pero especialmente de desamor, de tristeza, llenas de poesía, de pasión salidas de lo más profundo del ser humano, de esos terrenos que hoy apenas nos atrevemos a pisar en una sociedad líquida. Caricias hechas canción, cataratas de emociones que te hacían SENTIR, así con mayúsculas y al mismo tiempo vivir cuando él estaba dejando de hacerlo.

Ese terrible día volví a recordar a mi hermano fallecido unos años antes y entendí que al perder a Enrique le perdía de nuevo. Mi hermano real, Javi, también músico, líder y compositor de un grupo de rock que se pateó los locales de Madrid allá por final de los 70 y principios de los 80: RETALES. Por eso las veces que he coincidido con Álvaro Urquijo, la última en un intenso concierto en Vitoria, los dos han estado en nuestra conversación…y en nuestros recuerdos.

Ese día también entendí que había perdido a un compañero de viaje en esto del vivir de manera especial, a un amigo aunque nunca crucé una palabra con él, porque solo lo conocí a través de su música y de las veces que fui a verle actuar. Alguien que entendía lo que he sentido muchas veces, y era capaz de transformarlo en letras, en canciones.

De esas que a uno le habría gustado haber compuesto: “Volver a ser un niño”, “Cambio de planes”, “Quiero beber hasta perder el control”, “La calle del olvido” y tantas otras. Esas que forman parte ya de la banda sonora de mi vida, de la mía, y de una parte de aquella generación, aunque quizás nunca se hayan parado a pensar en ello.

Ahora la mayoría de los jóvenes no lo conocen, quizás su música hoy suene a demasiado densa, probablemente les atemorice porque activa sensaciones hoy casi desaparecidas. Se pierden un tesoro.

Siempre he soñado con ser cantante de un grupo de rock, con subir a un escenario. Quizás cantar con Enrique y mi hermano Javi haciéndome los coros, como lo hicimos tantas veces en aquellos años gloriosos. Lo he vuelto a imaginar ahora cuando he escuchado de nuevo esa maravilla de “Aprendiendo a soñar”, aunque sea de Álvaro y Tena. Canciones que a diferencia de la mayor parte de las que suenan hoy, de “usar y tirar”, se mantienen vivas a lo largo del tiempo.

Enrique se nos fue, nos hemos quedado huérfanos del hermano músico, pero nos queda su obra esa que te hace despertar en medio de un mundo oscuro, gris y anodino, con la pena de no poder escucharle nuevas de sus historias, o melodías. Aún me acompaña en los viajes, o en las tardes de otoño como en la que escribo este artículo, y lo siento cerca, los siento cerca.

Quizás ahora haya montado un grupo con otros ilustres como Antonio Vega o Antonio Flores y con mi hermano, con aquellos creadores de una generación cruel e injustamente machacada y sigan componiendo juntos porque se hayan hecho amigos.

Es probable que sean los que animan a seguir luchando por ese tipo de música, incluso por esa manera de vivir con sentimientos activados, heterodoxos, indomables, libres, frente a la incomprensión de quienes sólo la valoran en función de los llenos que se consigan. El “éxito” por encima de la calidad, de la verdad. En un mundo dominado por aquellos que no tiemblan de emoción al escuchar “Una tarde gris”.

Mi “amigo” mi “compañero de viaje” Enrique Urquijo seguirá vivo mientas sigamos vivos los que aún escuchamos y somas capaces de sentir su música. Nos seguirá acompañando en nuestros bajones, en los momentos de penumbra, de pena o desamor, y nos levantará el ánimo, nos hará un poco más felices al comprender que no somos los únicos.

Como ya dije el día que conocí su muerte: ¡Qué pena que se vaya la buena gente y se queden los canallas! Ahora después de diez y ocho años me reafirmo en ese comentario. Precisamente hace unos días su grupo, “Los Secretos” han lanzado un nuevo proyecto que desde aquí animo a conocer “Una vida a tu lado”, precioso título.

Enrique Urquijo, te recordamos, te echamos de menos, y quizás como tú decías: “seguimos siendo chavales ordinarios, que nos volvemos vulgares al bajarnos de cada escenario”. El mejor homenaje que te podremos dedicar este 17 de Noviembre es escucharte, saborearte despacio como te gustaba a ti. Ojalá las radios de nuestro gris y triste país lo tengan en cuenta y hagan programas especiales que lleven su música a las nuevas generaciones.

Descansa en paz Enrique Urquijo. Gracias por haber sido así.

Fdo.: José Luis Úriz Iglesias (Ex parlamentario y concejal del PSN-PSOE)


Villava-Atarrabia 13 Noviembre 2017    

            

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