Del orgullo a los sanfermines

Vivimos en un mundo líquido, siguiendo las teorías de Bauman. Un mundo en el que todo va muy deprisa, donde suceden tantas cosas en tan poco espacio de tiempo, que resulta difícil poder analizarlas con un mínimo de sosiego y sensatez.

Por eso si observáramos lo ocurrido la semana pasada, en apenas siete día se podría hablar sobre la reprobación a Montoro, las nuevas noticias sobre una corrupción que no cesa, la aprobación de un infumable CETA, el aniversario de la liberación de Ortega Lara en vísperas del tremendo asesinato de Miguel Ángel Blanco, o al hilo de ello la histórica decisión del colectivo de presos de ETA de aceptar la legalidad carcelaria y la reinserción individual.

También la elección de Unai Sordo como secretario general de CC.OO. Quizás las casualidades nos hayan llevado a que los SG de los dos sindicatos mayoritarios sean uno vasco y el otro catalán, uno descendiente de Vallisoletanos, o sea castellanos viejos, el otro de asturianos. Casualidad…o no ese mestizaje enriquecedor?

Todas ellas son noticias de calado que dan para mucho. Pero quizás en estas fechas convenga no ponerse tan trascendente y buscar análisis más livianos.

Acaba de celebrarse en Madrid, también durante la pasada semana, el World Pride, culminado con el colorido y la alegría desbordante del desfile de 52 carrozas atravesando sus calles más céntricas el pasado sábado. Más de dos millones de personas de diferentes colores, adscripciones políticas, creencias religiosas u opciones sexuales unidas por una reivindicación común.

Una fiesta de la libertad, de la tolerancia y del respeto al diferente, que este año sí (quizás debido al foco internacional que tenía) ha sido capaz de unir a todos los partidos de arco parlamentario. Un arcoíris como el que simboliza la mezcla de colores de opciones que representaba esa conmemoración.

Viendo sobre el escenario bailar a Pablo Iglesias con Albert Rivera, Andrea Levy, o Gabilondo, a Cristina Cifuentes con Manuela Carmena, o Unai Sordo, supone un soplo de aire fresco, en el a menudo sofocante ambiente político y social.

Bienvenida esa pluralidad también a una reivindicación de un derecho inalienable de la persona: la opción sexual que cada uno desee tener.

También esta semana nos introduce en la fiesta más internacional de este país: los sanfermines. Con sus luces y sus sombras, con fiesta, alegría, buen humor, pero a veces empañada con comportamientos condenables de gentes que no saben entender que la libertad para divertirse tiene un límite, justo la libertad del otro. Que la libertad también lo tiene, el respeto a las normas básicas.

Especialmente el respeto a la mujer, entendiendo esa frase tan escuchada los últimos meses; “NO ES NO”. A algunos energúmenos habría que preguntarles: ¿qué no entiendes del NO, la N o la O?


Pero por encima de estas cuestiones los sanfermines son unas fiestas especiales dignas de ser disfrutadas sin excesos.

Unas fiestas que mantiene un valor importante, porque en estos apenas nueve días no sólo hay diversión, también existe una actividad intensa en los social, te vas encontrando por el largo periplo de la fiesta con gentes que hacía tiempo que no veías. Es uno de los valores de San Fermín, ese reencuentro con quienes no ves durante el año, o incluso mucho más tiempo.

Gentes variadas de diferentes talantes ideológicos e incluso religioso, del mundo de la política, de la prensa, de la música, de las artes, que quizás durante estas fiestas se transformen, en este caso para bien, produciéndose el milagro de que quien el resto del año no te habla o ni siquiera te saluda ahora te abrace alborozado.

En una fiesta como esta existe libertad, pero no puede ni debe interpretarse como libertinaje, como el “aquí todo vale”. Debe hacerse; quienes vengan de fuera y algunos de los de dentro, respetando sus normas, algunas no escritas y sobre todo ejercitar el respeto, un respeto por unas fiesta que tienen sus líneas rojas que jamás deben ser cruzadas, ni por los de aquí ni por los de allí. Pamplona no puede, no debe convertirse en una ciudad sin ley, o se corre el peligro de que esta fiesta sin igual muera de éxito.

En fin, volviendo a lo positivo serán días preciosos, en los que ha habrá de todo desde visitas a mi peña Muthiko Alaiak, cenas con buena compañía, amigas y amigos, familia, bien acompañado, paseos matutinos, salidas nocturnas, la maravilla de ver los fuegos desde el bar del Baluarte, la capilla del santo en San Lorenzo, o el vermut al mediodía por los bares que rodean la plaza del Castillo con la correspondiente banderilla. Todo eso más el calor y color de ver la corrida desde el tendido de sol, aunque te cueste la crítica de los animalistas de turno ahora que se ha puesto de moda esta nueva ideología.

No es agradable ver cómo hacen sufrir a un bello animal como el toro bravo, pero supongo que la mayoría de la gente, por no decir toda, de los que acuden cada tarde al coso pamplonés (muchos de ellos y ellas animalistas) no va precisamente por esa razón, como tampoco lo es saber que el pollo, el cordero, o la ternera que te comes ha sido sacrificada, criada, o trasladada de manera digamos poco humanitaria. Pero este ya es otro debate.

Así son realmente los sanfermines, así deben serlo.

Fdo.: José Luis Úriz Iglesias (Ex parlamentario y concejal del PSN-PSOE)
Villava-Atarrabia 3 Julio 2017


Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Comunicado de apoyo a Odón Elorza

Mensaje de mi madre de 95 años a los progresistas que dudan si votar o no