Me avergüenzo de ser hombre
Publicado en Navarra Información y Gara el 30 de Mayo 2017
El pasado domingo otras
tres mujeres fueron asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas. Sí, sí,
asesinadas, porque el lenguaje es muy importante, en especial el de ciertos
medios de comunicación que “crean opinión”.
Leer apenas hace unos
días que un famoso delincuente alunicero había sido asesinado en las calles de
Madrid, mientras que en el caso que nos ocupa y preocupa se lee “una mujer
muere a manos de su pareja”, causa estupor e indignación. Sobre todo si como
dicen los expertos en esta lucha contra la violencia machista, resulta muy
importante el trabajo sobre esa educación.
¿Cómo acabar con esta
lacra?
Compleja pregunta con
difícil respuesta. Algo parece evidente a la vista de que la inmensa mayoría de
los casos de maltrato, resultan ser del hombre contra la mujer y no al revés.
Que la culpa, o para utilizar un término alejado de la moral cristiana, la
responsabilidad, es del hombre. Es por lo tanto nuestra, del que escribe este
artículo y también del que siendo hombre lo lee.
No sólo en este campo
destacamos en lo negativo, también en los casos de pederastia o de asesinatos
en serie. Existen pocas evidencias de mujeres acusadas de delitos en estos tres
campos.
Somos pues los hombres
los que ejercemos el maltrato, los que estamos implicados en la pederastia y en
los crímenes en serie, incluso los grandes genocidios de la humanidad han sido
perpetrados por hombres.
No vale aquí, como
pretenden algunos, alegar causas de siglos de educación del poder del hombre
sobre la mujer, ni siquiera la manida educación judeo-cristiana para justificar
lo injustificable. La otra religión monoteísta, el islam, resulta aún más
cruel. Especialmente en los últimos tiempos donde la capacidad de reflexionar,
de analizar y por tanto de rectificar es si cabe mayor que en momentos
anteriores.
Resulta cierto que esa
losa de siglos de machismo es difícil quitársela de encima, pero es posible, es
necesario y desde luego no justifica ni esos comportamientos de una minoría, ni
el silencio cómplice de la mayoría.
A veces me sonrojo ante
comentarios, chistes, bromas, comportamientos de mis congéneres ante los que
reacciono con dureza, generando y eso es lo más grave, la incomprensión de los
mismos. No me siento reconocido en ellos, ni siquiera considero que estemos
hechos de la misma pasta, pero lamentablemente acabo dándome cuenta de que
también aquí me encuentro en minoría.
Escuchar cánticos
impresentables (en voces unánimemente masculinas) en ciertos campos de fútbol,
a favor de maltratadores impresentables, resulta desalentador.
¿Qué hacer? Pues al
menos los que aún en un mundo autista seguimos reflexionando y empatizando,
evitar cualquier atisbo, por mínimo que sea, de machismo discriminatorio con la
mujer y a partir de ahí no consentirlo en los demás. Comenzar el trabajo por
nosotros mismos. Mirarnos al espejo y preguntarnos: ¿Jose eres aún machista?
También resulta
desolador para quienes pertenecemos a la generación que luchó contra el
franquismo, observar como esa batalla que se desarrolló a finales de los 70 y
80 a favor de la igualdad de derechos y que concienciaba al hombre evitando
viera a la mujer como un objeto de posesión, se haya visto quebrada en los
últimos años, quizás por una relajación en la educación de origen, en especial
en las propias familias.
Ver a los y las jóvenes
de ahora volver a los lamentables principios de antes de nuestra democracia, ayuda a esta plaga de violencia y al mismo
tiempo produce preocupación y un cierto desánimo.
¿Cómo es posible que
después del recorrido realizado los y las jóvenes actuales sean más machistas
que nuestra generación? ¿Qué está fallando para que eso ocurra? ¿Qué pasaría si
en un año se siguieran produciendo 80 asesinatos a manos de ETA, de ellos 20
niños y niñas? Responder a estas preguntas, abrir un debate social y político
sobre ellas puede dar lugar a medidas eficaces para evitarlo.
No basta con las
campañas, la indignación o la solidaridad con las víctimas, la solución, como
en el caso de la inmigración, está en origen. En las familias que deben
procurar inculcar valores de igualdad y respeto, de intransigencia con
cualquier síntoma de falta de ellas, más medidas sólidas de educación en el
seno de esas mismas familias.
Con ETA se acabó cuando
la campaña contra su violencia de los cuerpos y fuerza del estado, la presión
judicial y la colaboración internacional se vieron acompañadas por un trabajo
eficaz en la base social que la apoyaba, o sea en el lugar de donde nace el
problema.
En esta dura batalla
debe ocurrir lo mismo. No son las mujeres, víctimas de esa violencia, quienes
deben liderar la lucha contra la misma, somos los causantes, los hombres,
quienes debemos hacerlo, empezando por nosotros mismos y por quienes tenemos
algún tipo de ascendente, en especial nuestros hijos machos.
Boicotear programas de
televisión donde no se corten de raíz comportamientos de ese tipo, o medios de
comunicación, revistas, películas, tertulianos, escritores, músicos y músicas
que lo fomenten. Empezando por ese bodrio que se llama la bachata, o ciertos
corridos mexicanos.
Tolerancia cero, o
mejor menos cien con todos ellos.
Después un pacto de
estado profundo para acabar con esta lacra, programas educativos serios,
protección real a las víctimas y sus hijos, castigos duros a los culpables,
dotar de fondos para pisos en alquiler, ayudas, casas de acogida. Un Pacto de
Estado. Estamos en estado de emergencia, todas las luces rojas permanecen
encendidas y sólo una implicación social y política profunda puede conseguir
apagarlas.
Esta tarde escribiendo
estas reflexiones me siento avergonzado de ser hombre, de pertenecer a esa
mitad de la humanidad que maltrata y asesina a la otra mitad. Puede parecer
exagerado, pero quizás sólo desde esta posición intransigente podamos acabar
con esto.
Uno sólo no puede, pero
un solo grano ayuda a compañero y puede lograr llenar el granero.
Como hombre, como macho
avergonzado solidario con la mujer, además de pedirlas excusas a todas y cada
una de ellas, grito alto y fuerte:
Basta ya! No en mi
nombre!
Fdo.: José Luis Úriz
Iglesias
Villava-Atarrabia 29
Mayo 2017
Yo también pido perdón.
ResponderEliminarJo que tengo estudiantes y pacientes adolescentes a mi alrededor , tienes toda la razón , hay un retroceso importante, en las libertades i respeto que consiguió mi generación, tengo mis propias teorias , pero solo hablare en presencia de mi abogado , prque como la mayoria , son politicamente incorrectas.Igual que mi idea de Feminismo. si un dia coincidimos te lo cuento. Una abraçada.
ResponderEliminarEs verdad , yo que estoy rodeada de estudiantes , las libertades y el respeto que conseguimos se está perdiendo. Tengo mi propia teoria , pero solo hablare en presencia de mi abogado , en general soy politicamente incorrecta , igual que cuando hablo de feminismo. Si algun dia coincidimos , te lo cuento.Una abraçada .Margarita.
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