El PSOE en su recta final
Artículo publicado en Deia el 1 de Mayo 2017
El martes 18 se daba el
pistoletazo al tramo final de una larguísima campaña en el seno del PSOE,
aunque realmente habría que remontarse al pasado uno de Octubre de 2016 para
buscar el inicio real de la misma. Justo en el instante donde Susana Díaz y sus
seguidores, animados por los poderes fácticos mediáticos y financieros,
perpetraban lo que se denominó como golpe de estado interno a su por entonces
Secretario General, Pedro Sánchez.
Pero ese terrible día
que figurará con letras negras en la historia del socialismo español, sólo fue
la culminación de un larguísimo proceso de acoso y derribo a su líder. Una
operación que se empezó a gestar justo el día en el que éste se rebeló ante el
intento de ser controlado, manipulado, dirigido, por esos poderes fácticos y
emprendió un camino para el que no estaba autorizado: el del “No es no” a
Mariano Rajoy y el PP.
Eso ya es un pasado
suficientemente analizado y diseccionado. Ahora estamos en esa recta final
donde a veces se decide como en el ciclismo la victoria final. Después de 220
kilómetros de larga andadura ya no valen todos los puertos subidos o bajados,
porque justo ahí en ese esprint de 100 metros se juega uno la victoria y la
gloria.
Comienza en sus
primeros metros con la recogida de avales, primer pulso entre los dos
candidatos con oportunidades reales de disputarse la victoria. Al final el
tercero, Patxi López lo más a lo que puede aspirar es a lanzar ese esprint a
quien considere que está más cualificado para ganar. Es lo que se llama
gregario, en este caso de lujo y según todos los indicios parece ser de Susana Díaz.
¿Por qué Patxi López no
tiene ninguna posibilidad de ganar? Porque lo que está en juego en estos
instantes en el PSOE es el “choque de trenes” de dos modelos de partido, de dos
proyectos ideológicos contrapuestos. Porque la batalla entre la izquierda y la
derecha en este país se dilucida en el interior del PSOE el próximo 21 de Mayo.
Patxi López se presentó
con la vana esperanza de que si Pedro Sánchez, que por entonces se encontraba
deshojando la margarita cual Hamlet sociata, decidía no hacerlo cubrir su
espacio, o en el peor de los casos que Susana Díaz decidiera continuar en sus
cuarteles de invierno andaluces en espera de tiempos es y cubrir entonces el
suyo.
Lamentablemente ninguno
se achantó y ahora el pobre se encuentra en tierra de nadie, esperando que un
milagro (o alguna ayudita sureña) le permita reunir los avales suficientes para
poder al menos competir y sacar un resultado digno que le permita negociar con
el ganador o ganadora.
Esos dos modelos están
representados por Susana Díaz y Pedro Sánchez. Ellos y sus correspondientes
apoyos, en el caso de la primera muy poderosos dentro y fuera del partido y en
el del segundo las bases en rebelión constante por la rendición que supuso la
abstención a Rajoy para consentir que siguiera en el poder. Rebelión que se
nutre de energía cada vez que en el seno del PP surgen nuevos casos de
corrupción.
Ahora comienza esa
recta final para la que esos primeros metros son fundamentales. De los avales
que cada uno de ellos pueda conseguir depende su futuro. Ya hemos visto el caso
de Patxi López, pero entre los otros dos se reparte el resto, con la sensación
de que la reina del sur pretende apabullar desde el primer instante arrasando a
través ellos.
De que el anterior
líder consiga un resultado digno dependerá en gran media que se mantenga con
vida. Sabe que no es lo mismo firmar un aval con nombre y apellido, que
condiciona el devenir no sólo político sino incluso profesional de quien lo
hace, que después el 21 de Mayo el voto secreto en la urna.
¿Puede afectar un aval
profesionalmente a quien lo firma? Por supuesto, en un partido tan inmerso
durante años en que cada puesto de trabajo interno, o institucional, o incluso
dado fruto del poder que se tiene en esas instituciones, se hace depender de
una lealtad ciega llevada a la máxima expresión.
“Quien se mueve no sale
en la foto” decía Alfonso Guerra y esa máxima escrita a fuego en cada sede
socialista se lleva a rajatabla. Hasta las últimas consecuencias. Existen
centenares, quizás miles de puestos controlados por los apoyos de la reina de
sur que dependen de ese apoyo. Desde peonadas a subsidios, desde trabajo en las
sedes a los gobiernos de Andalucía, Cartilla la Mancha, Extremadura o Valencia
y todos ellos la firmarán su aval sin rechistar. Otra cosa después será su
voto.
Ya ocurrió en la
competición entre Almunia y Borrell en la que el primero le arrasó, aunque por
aquel entonces fueran sólo de los miembros del Comité Federal En aquel instante
de la historia del partido fui testigo directo, de las presiones intolerables
que se ejercieron para evitar que consiguiera los suyos. Después la militancia
puso a cada cual en su lugar, aunque luego los poderes fácticos se encargaron
de situar el tema, de nuevo en lo políticamente correcto.
Poderes fácticos que
también en este instante van a intentar intervenir. O sería más correcto decir
que llevan ya meses interviniendo, especialmente desde que supieron las
intenciones del por entonces líder de no permitir, como era su deseo, la
investidura de Rajoy y amenazada con intentar la posibilidad de un gobierno
alternativo con Podemos y los nacionalistas vascos y catalanes.
Ha habido mucha
literatura sobre esta parte de la historia, probablemente mucha de ella falsa e
interesada, pero resultaba evidente que los números daban, aunque probablemente
sin el peaje que perversamente se ha filtrado posteriormente.
Ese mismo temor, ese
vértigo que sintieron entonces lo experimentan ahora al escuchar el cambio de
mensaje, incluso de lenguaje de un Pedro Sánchez transformado. Que hable en sus
mítines de llevar al PSOE, sí, sí a ese PSOE que creían domesticado, por la
ruta del descontrol, de la izquierda pura y dura les aterroriza.
Que hable de abrir un
proceso constituyente que aborde la solución definitiva de las tensiones centro-periferia,
incluso de banca pública, que al
finalizar sus actos cante de nuevo puño en alto la Internacional, o que se
rodee de peligrosos viejos rojos como Tapias, Perelló, Manu Escudero, o Tezanos
y aparezcan nuevos como Susana Sumelzo, Adriana Lastra, Zaida Canteras, o José
Luis Ávalos, les abre las carnes. Peligrosos y lo que es peor incontrolados.
Porque ese es otro de
sus problemas al observar un PSOE incontrolado donde todo es posible, incluso
la victoria del que se sitúa frente al todopoderoso aparato. Incontrolado, pero
al mismo tiempo ilusionado, porque esa verdadera revolución interna que se está
viviendo en su interior está originando un entusiasmo contagioso, de nuevo como
en los viejos tiempos, la ilusión invade sus sedes y sus actos. Se observa en
la cara de los veteranos y nuevos militantes.
El 21 de Mayo se
dilucida ese choque de trenes. Pero no será el final de la contienda porque el
partido está ya quebrado, roto. Incluso en algunos sectores que apoyan a Pedro
Sánchez se plantea que en el caso de perder, la única manera de evitar una
deserción en masa, un abandono del partido en bloque, sería canalizar el
inmenso caudal de energía y potencial acumulado en la formación de un nuevo partido. Una nueva
propuesta política que junto al sector de Errejon en Podemos, o el movimiento
iniciado en Catalunya y Valencia por Ada Colau y Mónica Oltra, ocupara un
espacio entre ambos partidos que podría ser hegemónica en el seno de la
izquierda.
Esa operación contaría
con las mentes más importantes de esa izquierda necesitada de ideólogos e
ideología. Una nueva izquierda realmente emergente alejada del pactismo con la
derecha de unos, o el populismo estéril de otros. Una izquierda sería,
coherente, sensata, honesta que volviera a ilusionar a millones de votantes hoy
desencantados.
Quizás el día 21
cualquier resultado sea positivo para esa izquierda de futuro.
Veremos…
Fdo.: José Luis Úriz
Iglesias (Ex parlamentario y concejal del PSN-PSOE)
Villava-Atarrabia 21
Abril 2017
El PSOE debe renovarse(no sé si lo conseguirá con Pedro Sánchez,pero menos con Susana Díaz) para que pueda ser considerado de izquierdas.
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