Choque de trenes en el Parlamento de Navarra
“Choque de trenes” es
la expresión que junto al desaparecido dirigente del PCE y PSOE, Enrique Curiel,
acuñamos allí por principios de los 90 en un artículo aparecido en diversos
medios de comunicación.
Posteriormente ha sido
utilizado a menudo para referirse a situaciones de peligro extremo de
confrontación, que puedan producir daños sociales y políticos de envergadura.
En aquel momento histórico se refería a esa posibilidad en Euskadi debido a la acción, afortunadamente
terminada, de la violencia de ETA.
Visto desde la
perspectiva actual ese peligro ha ido desplazándose hacia Catalunya y
lamentablemente en las últimas semanas también a una Navarra que ni siquiera
durante aquella época sufrió esta situación.
Hay que reconocer que
Navarra es uno de los lugares de nuestro país más complejos desde el punto de
vista político y social. A pesar de ser la comunidad en la que la crisis ha
golpeado con menos dureza y que en estos instantes figure a la cabeza del resto
en cuanto a riqueza, renta per cápita y prestación de servicios como sanidad o
educación, la convivencia entre dos realidades contrapuestas, la que se siente
cómoda con su pertenencia a España y la que desea incluirse en otra diferente
como Euskadi, la llevan a una confrontación de difícil situación.
A la reciente
controversia sobre el euskera, ya habitual en los últimos tiempos, se ha venido
a añadir otra sobre la derogación de la Ley de símbolos. Aunque la primera
resulta más entendible porque por encima de lo que debiera ser algo consensuado,
como la bondad de la riqueza lingüística (saber dos idiomas es mejor que sólo
dominar uno), está que provoca implicaciones que tienen que ver con lo
puramente profesional., la segunda resulta menos entendible.
Tiene que ver con lo
profesional porque en tiempo de escasez de puestos de trabajo, especialmente en
la administración, que el euskera sirva para dar una posición ventajosa ha
provocado primero recelos y posteriormente rechazos y confrontación. Quizás
debido a que quienes antes se sentían agraviados con el apoyo al castellano ahora que tienen la fuerza de los votos
intentan darle la vuelta a la tortilla, sin entender que si algo es
intrínsecamente negativo lo es independientemente de quién lo haga.
Que si tú criticas un
cierto comportamiento injusto de tu oponente no debes hacer lo mismo cuando
tienes el poder para hacerlo, porque eso se denomina simplemente incoherencia.
Pero aún menos
justificable resulta la absurda polémica sobre la derogación de la Ley de
símbolos de 2003. Aquí la incoherencia empapa el comportamiento de ambas partes
en conflicto.
Por una parte quienes
han apostado por su anulación no han dado argumentos de peso para rebatir la
acusación, de que sólo les guiaba el ansia de introducir con calzador la
ikurriña. Estas cosas o se hacen por convencimiento o corren el riesgo de crear
una tensión ficticia e innecesaria.
Por otro lado quienes
se estaban en contra incurrían en una contradicción de libro: las leyes se
derogan democráticamente cuando uno tiene votos para lograrlo y eso sitúa esta
acción en el mismo lugar de respeto legal que la contraria.
El que escribe no es
mucho de trapos (pido perdón a quién se sienta ofendido por ello) me parece
absurdo entablar un debate sobre ellos, sea la bandera bicolor, la tricolor con
aspas, o la tricolor sin ellas. Me parece que a la ciudadanía no le preocupan
en exceso estos debates, inmersa como está en lo más cotidiano, poder llegar a
final de mes, encontrar puesto de trabajo, o simplemente tener lo suficiente
para tener un hogar y luz en él.
A eso deberían dedicar
nuestros y nuestras políticas de por estos lares sus esfuerzos, porque leer en
un cierto medio de comunicación la noticia de la bronca de las banderas, junto
al dato demoledor de que 60.000 navarros están en la pobreza debería sonrojar a
todos, especialmente a los de las exhibieron o criticaron.
Porque las banderas, a
diferencia del euskera que sí, no dan puestos de trabajo, más allá de quienes
las fabrican, o las zurcen.
Señores y señoras
parlamentario navarros, dedíquense a lo que les toca que para eso les hemos
puestos allí: a resolver los problemas más inmediatos de la ciudadanía y
déjense de peleas de patio de colegio. Ver a toda una Presidenta del Gobierno
con su móvil, cual colegiala ante Justin Bieber, sacando fotos a los estrados
de enfrente produce sonrojo. Ver a los de enfrente también.
Debiera de exigírseles
aporten un poco de sensatez en este tema, evitando así la posibilidad de un
“choque de trenes” absolutamente innecesario. Éste, como el del euskera, es uno
de esos asuntos donde todos debieran tener altura de miras, estando a la altura
de las circunstancias buscando el necesario consenso.
Quizás ese día sólo
faltara en el hemiciclo del Parlamento de Navarra la bandera de Iron Maiden. Al
menos le habría dado un toque musical y de humor.
Fdo.: José Luis Úriz
Iglesias (Afiliado al PSC viviendo en Navarra)
Villava-Atarrabia 3
Abril 2017
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