Diada, 25-S y Gobierno alternativo
Publicado en El Socialista Digital y Navarra Información el 13 Septiembre 2016
En Gara y Diario de Noticias de Navarra el 14 Septiembre 2016
El pasado domingo se ha celebrado una nueva Diada, multitudinaria de nuevo aunque apreciándose un bajón en la participación. Recuerdo que hace años charlaba con mi querido y respetado amigo Enrique Curiel, sobre la necesidad de resolver uno de los problemas que dejó pendientes en nuestro país la Transición, quizás el último: las tensiones centro-periferia. Por entonces solo Euskadi avisaba de la posible fractura si no se hacía algo sólido, construir un país en el que todos nos sintiéramos cómodos.
En Gara y Diario de Noticias de Navarra el 14 Septiembre 2016
El pasado domingo se ha celebrado una nueva Diada, multitudinaria de nuevo aunque apreciándose un bajón en la participación. Recuerdo que hace años charlaba con mi querido y respetado amigo Enrique Curiel, sobre la necesidad de resolver uno de los problemas que dejó pendientes en nuestro país la Transición, quizás el último: las tensiones centro-periferia. Por entonces solo Euskadi avisaba de la posible fractura si no se hacía algo sólido, construir un país en el que todos nos sintiéramos cómodos.
Se dejó pasar esa
ocasión y las torpezas de algunos ante el frustrado Estatut aprobado en Catalunya, volvió a
“despertar a la bicha”. La impugnación torpe y temeraria del PP, la sentencia
del TC y el posterior oportunismo insensato de Artur Más nos condujeron a una
situación extremadamente difícil y peligrosa.
Mi estancia en
Catalunya durante cinco años me permitió observar la transformación que estos
hechos causaron en capas importantes de su población, incluso en aquellos que
habían llegado de otros lugares como Andalucía o Extremadura y que sintieron
las iniciativas del PP y la citada sentencia del TC como una agresión, una
injerencia inadmisible. Era el principio del tsunami posterior que se expresó
primero en la gran manifestación en su contra y posteriormente en las Diadas de
los últimos años.
Ver en ellas a gentes
que conozco por su moderación política portando banderas independentistas y
argumentando a favor de ella, me indica que esos errores nos llevaban a todos a
una situación límite. Que esas gentes hubieran olvidado la nefasta gestión del
gobierno de Artur Más, de sus casos de corrupción, sus recortes seguidistas de
las políticas austericidas del PP, especialmente en sanidad o enseñanza
pública, centrándose solo en el deseo secesionista, indicaba que la mayoría de
la ciudadanía catalana no se sentía cómoda en este país en las circunstancias
actuales. Algo había que hacer.
Todo el bucle en el que
se ha convertido la situación política en Catalunya desde aquel momento,
amenaza con producir convulsiones profundas también en el Estado. Allí ahora
dirigidos por Puigdemont y su PDC mal conviven los propios nacionalistas y la
confrontación resulta extrema con los unionistas más recalcitrantes de PP y Cs,
mientras PSC navega en aguas de nadie y lo mismo Podemos con divergencias.
Se ha hablado mucho de
la necesidad de una segunda Transición, de
explorar experiencias de acuerdo como las vividas entonces, donde gentes
tan confrontadas como Carrillo y el PCE o Fraga y AP fueron capaces de dialogar
y llegar a acuerdos de consenso. Segundas partes nunca fueron buenas pero la
llamada de atención que viene de Catalunya y que en cualquier instante puede llegar
también de Euskadi, debe ser escuchada, reflexionada y tenida en cuenta por el Estado.
Haríamos mal en dar
largas a un problema que cuanto más tiempo pasa sin resolver más se enquista.
Como se dice coloquialmente necesitamos “agarrar el toro por los cuernos” abriendo
de manera definitiva y urgente, el debate de una reforma constitucional que nos
lleve a un Estado Federal Plurinacional, reconociendo de alguna manera el
Derecho a Decidir.
Precisamente en este
instante que coinciden en el tiempo la Diada en Catalunya, las elecciones en
Euskadi y la necesidad de conformar un gobierno alternativo a Rajoy sería el
momento para arreglarlo, o al menos de poner los primeros andamios para ese
nuevo edificio.
Desde la izquierda
siempre se ha considerado el Derecho a Decidir, como un derecho inalienable que
está en su propio acervo. Ahora es el momento de aceptarlo, de que esa
izquierda cada vez más ausente despierte y lidere la solución para este
problema, antes que la gigantesca ola que se está formando nos arrastre a
todos. Pero también conviene advertir que se debe de ejercer con inteligencia,
en el momento adecuado y especialmente después de un trabajo serio de consenso.
Una vez acordado la
ciudadanía catalana debe saber, alguien debe explicárselo machaconamente como
lo hacen otros, las consecuencias de su SÍ en un hipotético referéndum de
secesión. Las económicas, sociales, políticas y en el seno de una UE que tiene
las normas muy claras al respecto. Igualmente en el caso de hacerlo la pregunta
deberá ser clara y concisa, sin ambigüedades calculadas que inciten a engaño.
Por ejemplo como en Escocia.
Observar de cerca Euskadi y Catalunya da una cierta perspectiva
comparativa. Resulta extraño que cuando todos pensaban que la crisis y el
peligro de ruptura se dieran en Euskadi ahora estemos dirimiéndola en
Catalunya. Existen grandes diferencias políticas entre ambas nacionalidades que
nos pueden dar ideas para la posible solución. En Euskadi y Navarra hacienda
pública propia (un nuevo pacto fiscal en Catalunya sería imprescindible), un
inteligente desarrollo industrial que ha permitido la mitad de tasa de paro,
menos deuda pública, el doble de crecimiento y especialmente una generación de
políticos de mucha altura.
Urkullu es mucho más sensato y maduro ideológica y políticamente que
Mas o su sucesor Puigdemont, e incluso Otegi le saca muchos cuerpos políticos a
Junquera o a los chicos de la CUP. Quizás las elecciones del 25-S ayuden a que
el PNV apoye sin dudas un gobierno alternativo a Rajoy, sabiendo que éste jamás
ayudará a solucionar esas tensiones, más bien las incrementará.
¿Qué hacer en esta
difícil situación? Compleja respuesta,
para empezar las izquierdas deben ponerse de acuerdo. ¿Resulta impensable,
utópico que ERC, PSC, CUP y UP lo hagan en las circunstancias actuales? Quizás
sí pero ahora tenemos la oportunidad de construir un gobierno que pueda al
menos poner las bases para hacerlo. Un gobierno, el de Pedro Sánchez, que sea
capaz de liderar desde la izquierda una salida razonable a esta crisis,
liderarlo allí en Catalunya y en el Estado.
El discurso federalista del PSC
quizás no haya llegado tarde. Miquel Iceta defendiendo el Derecho a
Decidir que siempre ha sido parte de las propuestas de Nuria Parlon, más las
declaraciones del alcalde de Granollers Josep Mayoral líder de una federación
potente como el Vallés Oriental, avanzando un paso más apoyando un referéndum a
la canadiense, suponen un soplo de aire fresco y un guante que Pedro Sánchez
debe recoger y aprovechar.
¿Por qué no una
propuesta audaz, imaginativa, generosa desde el nuevo PSC? Dirigida al resto de
las izquierdas transversales comenzando
por el propio PSOE y por supuesto como alternativa de consenso para ese nuevo
gobierno. El socialismo es el puente (necesitamos más s que murallas) necesario,
imprescindible, pero sólo lo será si tiene vocación y valentía para serlo. El
PSOE puede y debe ser la clave para resolver éste entuerto, el único con
capacidad de lograr el consenso.
Vivimos tiempos
difíciles, pero quizás esta nueva Diada y las elecciones del próximo 25-S,
ayuden a conseguir que Pedro Sánchez lidere un nuevo gobierno que se sustente
en tres ejes: lucha a muerte contra la corrupción, recuperación de nuestro
maltrecho Estado del Bienestar y eliminación de las tensiones centro-periferia.
Es el único en estos momentos que podría lograrlo.
Con audacia primero,
generosidad después, e imaginación en el día a día se puede conseguir. Intentémoslo.
Fdo.: José Luis Úriz
Iglesias (Afiliado al PSC viviendo en Navarra)
Villava-Atarrabia 12
Septiembre 2016
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