Memoria, olvido, rosas, justicia
Artículo publicado en Gara, Navarra Información y El Socialista Digital el 9 Agosto 2016
Reclamar la
recuperación de la memoria histórica, especialmente de los perdedores en
nuestra cruel guerra civil, es como el Guadiana aparece y desaparece
cíclicamente. Salvo algún colectivo empeñado en que este tema no desaparezca de
la agenda política y social, más bien parece que al resto no les resulta
especialmente cómodo, unos lógicamente desde el interés de los vencedores y
otros desde su mala conciencia de casi cuarenta años por no haber estado a la
altura de las circunstancias.
Pero la semana pasado
se cumplió el aniversario de uno de esos hechos brutales que conviene no
olvidar nunca; el enjuiciamiento el 3 de Agosto de 1939 y posterior
fusilamiento el 5, de trece jóvenes republicanas que se conocieron con
posterioridad como “Las trece rosas rojas”.
Las Trece Rosas fueron
Carmen Barrero Aguado, Martina Barroso García, Blanca Brisac Vázquez, Pilar
Bueno Ibáñez, Julia Conesa Conesa, Adelina García Casillas, Elena Gil Olaya,
Virtudes González García, Ana López Gallego, Joaquina López Laffite, Dionisia
Manzanero Salas y Luisa Rodríguez de la Fuente que debemos citar para rememorar
su memoria. En realidad las mujeres fusiladas fueron catorce, porque a las
anteriores debe sumarse Antonia Torres, cuyo fusilamiento se ejecutó el 19 de
febrero de 1940.
Se cumplen pues 77 años
de una venganza cruel que se sumaba a todas las que se desarrollaron en aquel
terrible instante de nuestra reciente historia. Reciente porque es muy poco
tiempo, pero a veces y a pesar de ello olvidada, en especial por quienes les
interesa borrarla de un plumazo, aislarla del devenir de nuestro pueblo.
Desde el poder
político, mediático y fáctico intentan potenciar o bien una amnesia colectiva,
o un “revisionismo” manipulador, pero no son conscientes de que aún existimos
gentes que no vamos a permitir que esto ocurra, que alzaremos nuestra voz,
aunque algunas ocasiones apenas susurrando, en recuerdo de aquellos hechos, en
homenaje a aquellas víctimas inocentes.
"Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro
mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida,
adiós para siempre. Tu hija que ya jamás te podrá besar ni abrazar… Que no me
lloréis. Que mi nombre no se borre de la historia". Fueron éstas las
últimas palabras que dirigiría a su familia una muchacha de 19 años, Julia
Conesa. Esa última frase fue la que
inspiró un emotivo documental titulado de esta manera y precisamente esa frase
es la que debe servir las conciencias de las gentes de buena fe de ambos lados
de la trinchera.
Por
supuesto que no Julia Conesa, ni tu nombre ni el del resto de tus compañeras
jamás se borrará de la historia, al menos mientras existan quienes como el que
escribe estas líneas os recuerden, recuerden la crueldad de los vencedores,
porque: ¿qué mayor crueldad que asesinar al amanecer a 13 jóvenes inocentes
solo por pensar diferente?
No os
asesinaron por cometer un delito, lo hicieron por vuestros pensamientos, por
vuestro compromiso ideológico, mucho más peligroso a sus ojos, también porque
eráis jóvenes y mujeres. Creyeron así que darían un ejemplo, que aterrorizarían
de esta manera, pero no lo consiguieron porque la lucha continuó y aún
continúa.
No deseo
con estos argumentos revivir un espíritu revanchista, no es esa mi intención,
sólo reivindicar la memoria histórica, nuestra memoria histórica, porque un
pueblo que olvida la suya está condenado a repetirla y ésa, precisamente ésa
jamás debemos permitir se repita.
Tampoco
desde el rencor, más aun recordando las últimas palabras de otra de esas trece
rosas rojas, Blanca
Brisac, que escribía a su hijo esa noche ya en capilla: "Voy a morir con
la cabeza alta. Sólo te pido… que quieras a todos y que no guardes nunca rencor
a los que dieron muerte a tus padres, eso nunca. Las personas buenas no guardan
rencor…” Emocionan estas palabras sabiendo que las escribía quien unas horas
más tarde iba a ser fusilada injustamente. Las retomo y hago mías, perdonar
está perdonado, pero olvidarlo, jamás!
En el aniversario de aquel acto de barbarie, os recordamos “Trece rosas
rojas”, con cariño, con respeto, con emoción y maldecimos a vuestros verdugos y
a quienes intentan eliminaros una segunda vez, a quienes intentan ocultar
vuestro ejemplo de valentía, de dignidad. Perdón no es olvido, ni tampoco
contener los sentimientos, ni apagar las pasiones, por eso los maldigo, hoy y
siempre.
El pasado viernes volví a recordarlas, vi la película realizada con vuestra
historia, alguna lágrima afloró por mis resecos ojos y allí donde estéis debéis
saber que aunque no exista nada después de la muerte, estaréis siempre en
nuestra memoria, en nuestro corazón. Descansar en paz, amigas, compañeras,
camaradas….
Memoria sí, memoria de perdedores, como la tienen
también los ganadores, olvido jamás y justicia, esa mucho más compleja y
complicada, especialmente porque nadie desde la política está ya interesado en
aplicarla. Pero aún existe una justicia diferente que es la del recuerdo y
mientras aquellos hechos terribles sigan estando en alguien se habrá hecho de
alguna manera justicia.
Villava-Atarrabia 8 Agosto 2016
Comentarios
Publicar un comentario