Investidura de Rajoy: ¿No es no?

Publicado en El Socialista Digital Diario de Noticias de Navarra y Navarra Información el 26 Julio 2016

Se habla mucho últimamente de lo ocurrido durante la I Transición. Quizás una de las muchas diferencias que existan con el momento actual sería, que los políticos de entonces eran estadistas en los que primaba más el bien común, entendido lógicamente de diferente manera fueran de izquierdas, centro, o derecha,  por encima de sus intereses partidistas. Que cuando decían que no, resultaba ser siempre no,  al igual que cuando decían sí, era igualmente sí.

Entonces la sociedad tenía la seguridad de que si Carrillo, Suarez, Tierno Galván, o incluso Fraga trazaban un camino a seguir, ese era el que recorrían, sin recovecos, atajos, ni cambios de dirección. Esa honestidad, esa coherencia consiguió el respeto de una ciudadanía, que aunque apoyara a uno de ellos reconocía lo hecho por sus contrincantes.

En la política actual esa dignidad, esa sinceridad se ha perdido, los dirigentes de ahora nunca se sabe si van o vienen, si suben o bajan, si cuando dicen no será irremediablemente no, o por el camino se transformará en sí, incluso en no sabe no contesta, o sea en abstención.

Así nos encontramos con una sociedad absolutamente alejada de sus políticos, defraudada, desafectada, aunque no parece que indignada, o cabreada, ya que no suele manifestar estos estados anímicos públicamente. Quizás sea real ese análisis que dice que tenemos los políticos que nos merecemos, o quizás la frase deba hacerse justo al revés.

Por esta razón estos días hemos visto situaciones esperpénticas como la de Albert Rivera y su Ciudadanos que han pasado del NO rotundo, radical a apoyar a Rajoy en ninguna circunstancias, al ya veremos, o a la fórmula mágica del travestismo político de “votaremos no en primera instancia y nos abstendremos en segunda”, sin descartar que pueda resultar sí. Vergonzoso.

Pero la comedia bufa no acaba ahí, resulta que ahora los votos de los pérfidos separatistas (ahora ya denominados simplemente como nacionalistas) son tan válidos como los demás y lo que con el PSOE en la etapa anterior era vender España a unos peligrosos personajes que deseaban romperla, se ha convertido de manera milagrosa en gentes con quienes se puede pactar un apoyo y no se sabe si algo más.

¿A cambio de qué? Pues eso a diferencia de aquella maravillosa I Transición sólo se sabrá en los libros de historia, aunque la repentina prisa de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría para llegar a acuerdos con Junqueras produce más que un recelo.

Vivimos una época contradictoria en la que la derecha se ha convertido al marxismo. Bueno…al marxismo de Groucho Marx, ese que asegura sin ningún pudor: “estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros”.

Así tenemos la profunda contradicción de que Ciudadanos tiene una vicepresidencia primera de la Mesa del Congreso que no le correspondía, justo con los votos de quienes según ellos mismos “pretenden romper la unidad de España”. Todo vale para Rivera y los suyos en un acto de indignidad personal y colectiva de record. Los dirigentes del PSOE tienen ahora claro de por qué la izquierda del partido les advirtió del profundo error que suponía el pacto con estos insensatos.

Pero ahora viene el momento de la verdad, ese en el que una vez desenmascarada la verdadera catadura de Ciudadanos le toca el turno al resto. ¿Serán coherentes, honrados y honestos tanto PSOE como Podemos, PNV, PDC (antes Convergencia), ERC y Bildu? ¿O por el contrario practicarán también el travestismo político de “donde dije digo, digo Diego?

Las últimas declaraciones especialmente contundentes indican que será lo primero y por tanto que Rajoy ni en primera, ni segunda votación podrá conseguir los votos suficientes para ser investido Presidente del Gobierno. Un 170-180 se alza majestuoso ante nosotros, salvo traición indigna de última hora.

A partir de ese instante y una vez demostrada la coherencia del resto la pelota estará sobre el tejado del PSOE, o lo que es lo mismo sobre los hombros de Pedro Sánchez. Si escucha a sus bases, si entiende el sentir de sus votantes sólo le queda un camino que recorrer: dar un paso al frente e intentar acabar con más de cuatro años de sufrimiento, de recortes, de acoso al Estad del Bienestar, de corrupciones por doquier, de incremento de las tensiones centro-periferia hasta casi llegar a la quiebra, de infamia de un PP y Rajoy indecentes.
Sólo ver la imagen del pasado jueves de las más de cien cajas de documentación de su ex dirigente valenciano Alfonso Rus saliendo de un psiquiátrico, le deberían indicar el camino a seguir.

Si Sánchez da ese paso demostrará que al contrario de lo que pensaban la mayoría de sus contrincantes y alguno de sus seguidores es un político de altura, un valiente digno sucesor del Pablo Iglesias de antes. Deberá ser un paso repleto de audacia, imaginación y generosidad que devuelva la ilusión, que recupere la decencia de una actividad política absolutamente desprestigiada. A continuación el resto, comenzando por  Podemos tendrán que poner de su parte para conseguir salir de este oscuro túnel de la historia.

¿Será fácil? Indudablemente no, pero ese 180-170 plural obligará al próximo gobierno a una actitud pactista, de síntesis y acuerdos que quizás sea lo que necesita en estos instantes nuestro país. Una legislatura de esfuerzo por encontrar puntos de encuentro, en el que nuestros políticos puedan recuperar ese espíritu de la I Transición que tanto bien nos trajo. Que cuando se escriba de nuevo la historia, a los Carrillo, Suárez, Tierno, Herrero de Miñón se les pueda unir los Sánchez, Iglesias, Urkullu, Puigdemont, Junqueras e incluso Otegi.

Si Sánchez da la cara, si no traiciona su palabra y a su gente se puede abrir una nueva etapa para ser recordada durante muchos años.

Veremos si es capaz, veremos si tiene el coraje y la valentía para ello, pero quizás ingenuamente algunos aún confiamos en que lo haga.

Fdo.: José Luis Úriz Iglesias (Afiliado al PSC viviendo en Navarra)


Villava-Atarrabia 26 Julio 2016

Habrá que resistir no?


Comentarios

  1. Lamento, profundamente, no estar esperanzado porque Sánchez dé ese paso necesario, que pides.
    ¡Ojala me equivoque!

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