Francia y su izquierda en la encrucijada
Artículo publicado en Deia el 90 Junio 2016
Al otro lado del
Pirineo un poderoso incendio se propaga por nuestro país vecino. Francia vive
días de violencia, huelgas, manifestaciones contra la reforma laboral impulsada
por el gobierno de Manuel Valls. Esa confrontación de un gobierno del PSF con
la poderosa central sindical CGT tiene componentes suicidas para la izquierda.
El pulso entre Manuel Valls y Philippe Martínez, curiosamente ambos
descendientes de republicanos españoles, puede ser letal para esa izquierda a
punto de dejar de ser dique de contención para una extrema derecha desbordante.
Quienes intenten buscar
comparativas con nuestro 15-M se equivocan y mucho menos hacerlo con el
memorable Mayo del 68. Aquella experiencia transformó la sociedad francesa y la
izquierda europea e iba acompañada de un potente movimiento cultural y social.
Escritores, cineastas, cantantes, pintores, artistas en general, intelectuales
aportaron a aquel Mayo elementos ideológicos profundos de los que hoy carece el
actual.
Más bien parece una
pelea de gallos (Valls y Martínez) por hacerse con el gallinero, e incluso otra
más deplorable entre sindicatos por conseguir el botín de la mayoría ante las
próximas elecciones sindicales de 2017. La hasta hora hegemónica y radicalizada
CGT se enfrenta a una emergente y moderada CFDT por esa mayoría. La primera lidera
las protestas la segunda apoya la reforma del gobierno.
Para entender en
profundidad este pulso se debe comenzar por analizar qué medidas contempla esta
controvertida reforma y por qué se lanza precisamente ahora sabiendo la
controversia que iba a originar. El paro en Francia ha ido creciendo paulatinamente
en los últimos años llegando a superar el 10 % de la población activa, que
comparado con el de nuestro país parece una bendición. Pero conviene no olvidar
que con quienes se comparan tradicionalmente los franceses no es con España, es
con Alemania y el Reino Unido que están en torno al 5 %.
Este dato ha activado
todas las alarmas y ha propiciado esta reforma planteada por la terna
Holland-Valls-Macron. Presionados por el exterior porque conviene recordar que
tanto desde el FMI, que apunta a la negociación colectiva,
la inseguridad jurídica que supone la interferencia de los juzgados laborales y
los altos costes de despido, como las causantes este incremento, como desde la
OCDE que critica la falta de
dinamismo del mercado y la rigidez de los contratos.
También desde hace años se ha disparado el empleo temporal, que ya
alcanza a uno de cada cuatro trabajadores. Los contratos laborales de corta
duración han subido su incidencia sobre el total en once puntos, según datos de
Acoss. Entre 1998 y 2015 el coste
laboral ha subido más de un 50% pero la productividad apenas ha crecido un 20%. Como
consecuencia de todo ello Francia ha caído al
puesto 22 en el Índice Global de Competitividad, mientras su vecina Alemania ha subido al número 4 a base de
contener el aumento de los costes laborales y flexibilizar su mercado de
trabajo.
Todo
ello ha obligado a tomar esta dolorosa decisión con dramáticas consecuencias y
sorprendentemente
impulsada por las élites del Partido Socialista Francés. Su ministro de
Economía, Emmanuel Macron, ya
anunció en enero que Francia iba a importar aspectos de la reforma laboral
española con ánimo de "eliminar
rigideces". El grueso de los cambios que ha
introducido pasan por introducir convenios
a nivel empresa y por acabar de facto con la jornada de 35 horas semanales.
La legislación reduce de 27 a 15 meses de salario las indemnizaciones con
despido, abarata los despidos ligados a causas económicas, pauta que
las horas extra se paguen con un plus del 10% frente al 25% que estaba en vigor.
La
reforma plantea que los empresarios ganen en flexibilidad y reduzcan los costes
laborales. La nueva legislación permitiría el despedido si la empresa prevé
perder beneficios, como la reforma laboral del PP, en la que se inspira. Si se
trata de una filial de un grupo internacional, podrá hacerlo si las cuentas en
Francia no van como esperaban, con independencia de que a las otras filiales
les vaya bien.
Hollande y Valls
respaldan a Macron, hasta el punto de que la reforma se aprobó por decreto del
primer ministro, esquivando un trámite parlamentario que hubiese exigido votar
hasta 5.000 enmiendas y modificaciones.
Cierto es que se
inspira en la legislación aprobada en nuestro país en 2012, aunque mucho menos
dura en su aplicación especialmente en ciertos aspectos.
En lo que se refiere a
despidos improcedentes Rajoy impuso una drástica rebaja de 45 a 33 días,
mientras que la propuesta francesa es mucho menos dura. Aunque quizás las
máximas diferencias se den en lo referido a la modificación de las condiciones de trabajo. Una empresa en Francia podrá cambiar las
condiciones de trabajo fijadas en el contrato de un trabajador, aunque con su
aprobación. No podrá hacerlo, eso sí, con el salario. En este punto, la reforma
de España parece más agresiva: ha permitido que las empresas hagan
modificaciones sustanciales de las condiciones de trabajo, incluidos los
sueldos, y de forma unilateral, si bien también tienen que negociarlo con los
representantes sindicales.
Según todos los
indicios la ciudadanía recha de plano esta reforma situando según las encuestas
a un 90 % de los franceses contrarios a la misma, aunque en las últimas semanas
se detecta ya un cierto cansancio por esta situación. Todos los indicios reflejan
que la inmensa mayoría de la población francesa desea ahora acabar con ella y
volver a la normalidad.
La batalla sindical
entre la CFDT y la CGT puede llevar a su debilitamiento definitivo en un país
con una minúscula tasa de afiliación, en torno al 10 %. Igualmente continuar PSF y CGT su pulso actual
puede resultar desastroso para ambos y para la izquierda en su conjunto.
No sería la primera vez
ni la última que una confrontación fratricida como esta termina con un largo periodo
de gobierno de la derecha, o lo que aún sería mucho más grave, abriendo la
puerta a un histórico triunfo de la extrema derecha de Marine Le Pen cuya
fortaleza electoral se está sustentando en los desencantados de los lugares más
marginales de la clase obrera.
Parece en los últimos
días que el incendio va adquiriendo menos virulencia, aunque no se puede
confiar el Gobierno Valls, quizás lo más inteligente sería recuperar el diálogo
con Martínez y buscar una salida consensuada a este callejón sin salida en el
que se encuentran Lo contrario puede ser letal para ambos y para sus
respectivas organizaciones.
Éste es el momento para
intentar apagar este incendia, especialmente ante el inicio de un evento como
la Copa de Europa de Selecciones que va a situar a Francia en el foco informativo
europeo y mundial.
Veremos si existe
cintura y humildad suficiente para lograrlo o si por el contrario anteponen sus
egos personales a lo que PSF, CGT, la izquierda y Francia en general necesitan.
Veremos.
Fdo.: José Luis Úriz
Iglesias (Afiliado al PSC viviendo en Navarra)
Villava-Atarrabia 6
Junio 2016
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