Una Europa canalla, una sociedad hipócrita
Artículo publicado en DEIA el 4 Abril 2016
Los acontecimientos de
los últimos tiempos quizás nos hayan hecho centrarnos en exceso en lo
cotidiano, en el culebrón aún inacabado del intento de montar un gobierno para
nuestro país después del 20-D. Han sido tres meses abstraídos del resto de
acontecimientos, las peligrosas primarias en EE.UU. con un facineroso como
Trump a punto de competir para ser Presidente del país más poderoso del mundo,
el auge del racismo y la xenofobia en lo más selecto del primer mundo, la
guerra que no acaba en oriente próximo…
Hemos dedicado nuestra
atención, nuestros esfuerzos intelectuales, reflexiones, comentarios,
artículos, tertulias a lo nuestro, nuestro, ignorando que ahí fuera el mundo
sigue moviéndose, que a unos pocos centenares de kilómetros hay miles y miles
de personas, un tercio niños y niñas, que están sufriendo la peor pesadilla de
los últimos tiempos.
A la puerta misma de
nuestras casas, esos millares de seres humanos están al borde del desastre
total, primero machacados por una cruel guerra que nosotros hemos provocado,
después jugándose la vida para llegar a Europa convirtiendo el Mar Mediterráneo
y el Egeo en la mayor fosa común de nuestra reciente historia, para terminar
hacinados como ganado, peor que ganado, explotados por las mafias, apaleados
por la policía, perseguidos por los fascistas de los diferentes países,
mientras nosotros seguimos embelesados el devenir de Pedro Sánchez, Mariano
Rajoy, Albert Rivera, Pablo Iglesias, o
disfrutando de las vacaciones tumbados plácidamente en una de nuestras playas.
¿Cómo hemos llegado a
ser tan insensibles al sufrimiento de nuestros congéneres? ¿Quizás miramos
hacia nosotros para no emplazar nuestra propia responsabilidad en este
genocidio? ¿Cómo, incluidos los partidos de la izquierda, callamos ante él?
Pero quizás lo más
grave se ha producido los pasados 17 y 18 en Bruselas, en la reunión de jefes
de Estado y de Gobierno en la que se han tomado medidas sobre los refugiados.
¿O debemos decir “contra” los refugiados? Aprobar tal y como está el indigno
pacto al que se ha llegado con Turquía aunque haya quedado algo más pulido,
supone la mayor transgresión a los derechos humanos de la historia de la UE.
Todas las
organizaciones humanitarias, los propios organismos de la ONU, juristas de todo
el mundo advierten de la ilegalidad de expulsar a quienes lleguen
irregularmente a Grecia, incluidas aquellas personas que huyen de guerras o
sufren persecución, como los refugiados sirios. Al aprobar definitivamente ese
acuerdo Europa ha cruzado una línea roja que jamás debió cruzar. Incluso el
alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad al Hussein así
acaba de denunciarlo alto y claro.
¿Dónde quedan las
buenas intenciones de hace apenas seis meses? ¿Dónde las proclamas humanitarias
comenzando por la propia Merkel y su Alemania abierta a los refugiados? ¿Dónde
los 18.000 previstos por Rajoy y España que han quedado reducidos a la ridícula
cifra de 18? ¿Dónde las organizaciones de izquierdas calladas como muertos
ahora? ¿Por qué? Pues parece evidente que la respuesta tiene que ver con el
número de esos refugiados, no era lo mismo las insensatas cifras que se daban
entonces, incluso barajaban unas ridículas 190.000 perronas, que el millón
largo que ya están aquí y las decenas de miles que estando allí ya tienen previsto
dar el salto a riesgo de jugarse la vida en su intento.
Claro, ahora resulta un
problema y la manera de solucionarlo es como el avestruz metiendo la cabeza
bajo el ala, impidiendo su entrada, intentando acallar a las organizaciones, a
los medios de comunicación que denuncian esta situación. Aunque parece que la
ciudadanía europea, cómodamente instalada en sus guarida, se hace cada vez más
insensible, más inmune a las imágenes de esas personas hacinadas sobre el
barro, con hambre, frío, penurias, o ante las miradas suplicantes de los niños.
Recordar que según los datos el 36 % son precisamente niños y el 20 % mujeres.
Es una de las diferencias con los flujos que nos vienen por el sur en los que
la mayoría son hombres. La tragedia es si cabe mayor.
Pero Europa ha
encontrado una solución fácil, liquidar el problema con euros con una bajada de
pantalones histórica con una Turquía que no merece entrar en la UE, al menos
mientras no pongo en orden su falta de respeto a los derechos humanos
especialmente con el pueblo kurdo. Seis mil millones de euros para que esas
gentes desesperadas se hacinen allende nuestras fronteras, en tierras turcas en
lugar de tierras griegas, serbias, croatas o húngaras y mucho menos entren en
los países “privilegiados”. Perfecto, así podemos mirar sin pudor hacia otro
lado.
Pero el problema existe y existirá mientras no seamos capaces de
resolverlo en origen, donde se produce. ¿Alguien es tan ingenuo de pensar
poniendo un ejemplo que disolviendo, destruyendo el emplazamiento de Calais el
problema desaparece? ¿O simplemente se transforma, se traslada?
Paro a partir del
pasado martes 21 todo empeora. El criminal ataque al aeropuerto y metro de
Bruselas con un aterrador balance de 31 muertos y 270 heridos conmociona de
nuevo el mundo occidental, aviva lo peor de sus entrañas, asusta y ya se sabe
que una Europa asustada provoca reacciones no deseadas.
Estos atentados están
provocando una reacción en cadena que de nuevo perjudicará a la parte más débil
en este conflicto, esos refugiados que se hacinan en el camino hacia el
supuesto edén. Las medidas aprobadas el 18 van a estar más legitimadas que
nunca, especialmente por una sociedad hipócrita que pasa apenas sin tránsito de
los gestos solidarios de hace seis meses al rechazo actual.
Los terroristas actúan
sin motivaciones a corto y largo plazo, sólo lo hacen movidos por el odio al
enemigo que provoca sufrimiento en Siria, Afganistán, o Iraq, pero sus
ideólogos sí lo hacen con planteamientos tácticos y estratégicos. Cada ataque a
la dignidad de esos refugiados, cada bombardeo con víctimas civiles en su
lugares de origen legitima su criminal respuesta y una nueva avalancha de
seguidores dispuestos a todo incrementa sus filas.
Esta situación genera
lo que se denomina acción-reacción en Europa. Esa sociedad hipócrita observa
entre perpleja y temerosa lo que está ocurriendo, pero también inmersa en la
preocupación de que en un momento de crisis esos cientos de miles de personas
que sean acogidas van a necesitar de unos recursos que significarán un
empeoramiento en su situación actual. Recursos para aportarles empleo,
vivienda, atención sanitaria, educativa, de servicios sociales, que en buena
lógica traerán como consecuencia aumentos en las listas de espera sanitarias,
necesidad de empleo o de viviendas por delante de sus gentes, y un mayor gasto
social. ¿Serán nuestras sociedades igual de generosas en esas condiciones, o
sea teniendo que renunciar a parte de sus derechos?
Un desvío de recursos
que en el país con más número de esos refugiados, Alemania, ya comienza a
generar problemas graves de racismo, xenofobia, e incremento de los partidos de
extrema derecha incluso con repercusiones electorales. Es lo que ha hecho dar
un paso atrás a la todo poderosa Merkel, especialmente desde las elecciones del
pasado 13.
¿Qué pasaría en España,
en Euskadi, en Navarra con una presión social parecida? ¿Dónde quedaría la
solidaridad de muchos? Probablemente como se dice coloquialmente quedaría en
“agua de borrajas”, simplemente desaparecería. Por eso hipócritamente alguno de
nuestros gobiernos locales y autonómicos tan “solidarios” respiran aliviados
porque el problema desaparece y encima pudiendo echar la responsabilidad a
otros. Para vomitar.
Todo ello con el
silencio cómplice de nuestras organizaciones de izquierdas, partidos o
sindicatos. Quizás lo más doloroso de esta situación, lo más vergonzante y
preocupante sea eso, incluido ahí nuestro silencio. No sabemos cómo reaccionar
ante una situación que se nos va de las manos.
Me avergüenzo de ser
europeo ahora, de esa Europa cruel, miserable, me avergüenzo de militar en una
izquierda amordazada, me avergüenzo de mí……me avergüenzo de ver los toros desde
la barrera, de indignarme con las imágenes que veo desde la comodidad de mi
sillón, de mi casa con calefacción, o mi despensa a cubierto. Me avergüenzo, de
avergonzarme, sólo avergonzarme.
Fdo.: José Luis Úriz
Iglesias (Afiliado al PSC viviendo en Navarra)
Villava-Atarrabia 4
Abril 2016
El Gobierno de izquierdas Syriza( Grecia ), expulsa a primeros migrantes hacia Turquía ....
ResponderEliminarhttp://www.prensalibre.com/grecia-expulsa-a-primeros-migrantes-hacia-turquia
Que articulo mas bochornos.. Ser comunista implica odiar tanto a Europa ? Tanto que se puede abogar para islamizacion y su destruccion ??
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