De la política al circo


Artículo publicado en PUBLICOSCOPIA el 10 Noviembre 2015

Desde que, especialmente los partidos de la izquierda, abandonaron la reflexión crítica cambiando la dirección política, pasando de intelectuales con un profundo poso ideológico a ponerse en manos de expertos en marketing y “lectores” de encuestas, las campañas electorales han ido desvirtuándose, descapitalizándose de ideas.

No sólo eso ha cambiado, también la tradicional propuesta de que un partido de izquierdas estaba para transformar la sociedad y no solo para interpretarla lo que ha conseguido que se difuminen las habituales diferencias entre derechas e izquierdas, creyendo que la batalla electoral se produce en el centro. Error grave teniendo en cuenta que la crisis se ha llevado por delante cual tsunami a esas castigadas clases medias.

Incluso los más nuevos se definen de manera vergonzante como no siendo ni de derechas ni de izquierdas, haciendo resucitar las viejas teorías, que algunos creíamos definitivamente enterradas, de Francis Fukuyama y su “Final de la historia”, que era lo mismo que el final de las ideologías. Quién nos lo iba a decir apenas hace 23 años.
De ahí al circo en el que se ha convertido la lucha política sólo había un paso, que acaba de ser dado en la larga campaña preelectoral en la que estamos inmersos.

Ahora los líderes no confrontas sus ideas, sus propuestas, el peso del debate no son los programas con los que se presentan a las elecciones, sino quién es más mediático, más simpático, quién en ese afán por parecer próximo a la ciudadanía hace más payasadas, está más rato arriesgando en el alambre, o salta de un trapecio a otro con el mayor número de piruetas. Patético.

Observando con un mínimo de lucidez y sensatez este penoso espectáculo llegas a la conclusión del grado de degeneración y prostitución al que han llevado lo que hace apenas unos años era una actividad seria, creíble y lo que resultaba aún más importante; creíble: la política. Una verdadera pena.

Así ahora vemos a Pedro Sánchez colgado de un molino eléctrico, a Miquel Iceta bailando la pachata, Albert Rivera dándose un castañazo con un coche de rally, Soraya Sáenz de Santamaría en globo, o Pablo Iglesias tocando la guitarra catando al admirable Javier Krahe. Sólo Alberto Garzón parece librarse de esta epidemia, aunque no sería extraño que fuera abducido por ella en cualquier instante.
¿Hasta dónde pueden llevar sus actuaciones en esta improvisada pista de circo en la que han convertido la pre campaña electoral? ¿Se disfrazarán de payasos para hacernos destornillar de risa, se clavarán espadas en el estómago, o quizás entren en un arcón y desaparezcan hasta el 21-D? Todo es posible viendo la deriva de sus últimas intervenciones.

También en ese afán desmedido por sorprendernos nos acaban de dar un par de espectáculos de transformismo de altura. Podemos con el fichaje de un general, el último JEMAD y el PSOE de la que era su látigo no hace tanto. Debemos temblar ante lo que nos puede esperar estos próximos días. Vivimos instantes de pasa de “mirlos blancos” en el panorama político más recomendable para cazadores expertos que para partidos políticos serios.

Todo esto se puede ligar a una encuesta del CIS que parece dar a entender que la sociedad va por ahí y que los líderes políticos sólo la acompañan sumisamente. Bueno, sumisa y electoralmente, porque interpretan que si la sociedad le gusta eso ellos deben dárselo sin ningún pudor.

Una sociedad que afirma que su segundo problema es la corrupción y sigue dando apoyo a un partido inmerso en ella hasta las cejas, no parece que sea el mejor ejemplo a seguir. Al menos para mantener la coherencia de los dirigentes de la izquierda. Una sociedad que traslada su absoluta volatilidad, que un día se levanta votando al PP, al siguiente a Podemos, a la tarde a Ciudadanos y acaba el día votando al PSOE deja mucho que desear.

Pero en una cosa tienen  razón los jovenzuelos expertos en marketing y lectura de encuestas que dirigen las campañas de los partidos, que la manera más eficaz de conseguir votos ante una ciudadanía acrítica es precisamente ésa.
Duele reconocerlo pero es así. Hoy en día poca gente se fija en las ideas; aburren, ni en las propuestas; desconfían, la credibilidad está en mínimos históricos y la coherencia aún más. El lenguaje está pervertido y solo nos queda el circo.

¿Cómo es posible si no que un país machacado por las políticas de recortes de una derecha cruel, que ha destrozado el Estado del Bienestar, que deja más de 5 millones de parados y paradas, con 7 millones en el umbral de la pobreza y el desarraigo social, o un 40 % de paro juvenil, siga votando mayoritariamente derechas? ¿Cómo que vote a los partidos más corruptos de nuestra historia, aquí y en Catalunya? ¿Qué masa crítica existe para que esto ocurra? ¿Qué profundo lavado de cerebro al puro estilo Goebbels les han practicado? ¿Por qué?

La respuesta no resulta sencilla, pero todo apunta a la responsabilidad de los partidos de izquierdas, nuevos o viejos, que han aparcado su viejo axioma de liderar el cambio social, de luchar duramente por transformarla. Incluso la aparición de los nuevos se produjo en un momento casi pre revolucionario, y han acabado colaborado en desactivarlo haciendo creer a las capas populares que esa revolución se podía hacer con votos. Error.

Lo que no sabían es que el capitalismo es muy sabio, las fuerzas que lo sustentan tienen un gran poder de imaginación  y se inventaron otro partido diferente para culminar así ese proceso de lavado total de cerebro. Las revoluciones, quizás la que necesita este país, no se hacen con votos, sino en la calle posiblemente con un coste elevado de sufrimiento, dando la cara, situándose en la cabeza de las movilizaciones no haciendo el payaso en los medios de comunicación de nuestros enemigos de clase.
Porque sí señores Iglesias, Sánchez y Garzón, la lucha de clases sigue vigente y la estamos perdiendo debido a su traición, con su  responsabilidad. Vergonzoso.

Fdo.: José Luis Úriz Iglesias (Afiliado el PSC viviendo en Navarra)

Villava-Atarrabia 9 Noviembre 2015





Comentarios

  1. Así es Jose Luis,ya no hay ideales,no se lucha por nada,los jóvenes pasan de todo,hay mucha crispación, pero a pesar de todo la gente volverá a votar al PP tiempo al tiempo.Desgraciadamente el capital puede con todo.Somos muchos los pobres en España, y también los ricos han aumentado gracias al PP y estos últimos por supuesto lo votaran.En fin,creo que van a ser unas elecciones un tanto atípicas algo así como un "totun revolotun" A esperar toca.Un abrazo

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