Sesenta y siete años...ya


Nací el 17 de Octubre de 1.948, el mismo día por cierto que mi admirado Quique González aunque 25 años antes y  que una figura emergente como Pablo Iglesias (el nuevo). ¿Vaya trío no? Me acuerdo al inicio de mi admirado Groucho Marx.

Lo hice en Madrid, y para disgusto de algunos en la calle Ferraz 70 actual sede del PSOE mí partido estos últimos 24 años, creo que coincidiendo con el despacho actual del secretario de organización César Luena. ¿Os imagináis mi espíritu deambulando a su alrededor? Nací en plena postguerra y con el franquismo ya consolidado. Participé activamente en la lucha para enterrarlo, con algunas consecuencias dolorosas que han vuelto recientemente a mi mente al ver de nuevo las fotos de uno de mis torturadores: “Billy el niño”. Pero también con experiencias inolvidables que me llevan a decir a veces que contra Franco vivíamos mejor. Cumplo por esa razón sesenta y seis años éste día, una cifra mágica 66 aunque le falte otro 6 para la magia total.

Cuando era más joven (digo esto porque aunque parezca mentira aún me considero así) miraba a las personas de ésta edad como si ya hubieran terminado su ciclo por este complejo mundo. Ahora me toca a mí, y la verdad es que no me siento tan mal. La carrocería anda con el lógico desgaste de los miles de kilómetros recorridos, pero el motor sigue fino. Eso me anima a seguir la andadura, a visitar nuevos lugares, a conocer nuevas gentes, y sobre todo a seguir transgrediendo, porque esa transgresión tiene que ver con una juventud que no se relaciona necesariamente con la edad y te hace sentir vivo. 

Me consta que eso molesta a algunos, o quizás a muchos, pero me temo que tendrán que aguantarme algún tiempo más, especialmente en lo político, tanto que hace cuatro años eran capaces de expulsarme del PSOE aunque luego me recibiera el PSC. 

Transgresor, también heterodoxo, y como consecuencia, o al revés, libre, librepensador mejor. Porque camino ahora ligero de equipaje, más ligero aún que antes, y eso te proporciona esa libertad que tantos añoran en una época en la que abundan los lameculos, pelotas y otros especímenes deprimentes, ortodoxos, oficialistas y como consecuencia de todo ello aburridos y vulgares.

Pero al mismo tiempo soy defensor del diálogo, de la comunicación entre diferentes, incluso entre muy diferentes, “constructor” de puentes que algunos canallas del poder establecido se empeñan en destruir. Reconozco el hartazgo que me originan ciertas posiciones inmovilistas, oportunistas y el silencio cómplice de quienes deberían alzar su voz para denunciarlo.


Amigo de mis amigos, enemigo cordial de mis enemigos, amante de mi familia, en una vida en la que el amor ha tenido un protagonismo fundamental. Y no sólo hacia las personas, también a un atardecer en pleno otoño como el que observo al escribir estas líneas, a la conversación agradable con los amigos, a la belleza de la naturaleza, a un libro, una buena película que te haga reflexionar, o cómo no, a una canción especialmente de amigos que he hecho en el transcurrir de los tiempos.

Me siento un ciudadano del mundo con capacidad de disfrutar de la vida, pero también de indignarme, de cabrearme con las injusticias, las maldades, las canalladas varias, con lo que sucede en África con la crisis de los refugiados, con las imágenes de la cruel valla de Melilla, con la manera en la que intentan sacarnos a hostias de una crisis que ellos han provocado, o el ataque brutal al Estado del Bienestar, con el aborregamiento social que observo, con la mala educación, el individualismo feroz, la corrupción y las corruptelas, las indecentes tarjetas black, con el egoísmo, la falta de valentía o la violencia expresada de mil maneras diferentes. Con las tensiones centro-periferia que no quieren atenuar, con Catalunya incendiada sin bomberos, con los Blesa, Pujol, Bárcenas, y resto de sinvergüenzas.


También saboreando otra de mis pasiones: la música. Pasión, qué palabra, qué sentimiento tan poco utilizado en la negra, o quizás debo decir gris, época que nos toca sufrir. La música y sus músicos y músicas, especialmente las relacionadas con el rock and roll en todas sus modalidades. Buena gente, la mejor que he conocido en un momento en el que no suelen abundar en el plano político donde suelo moverme.

Política. Otra pasión. Con encuentros y desencuentros. Amores y desamores…políticos lógicamente. Traiciones, algunas gentes de baja estopa que la desacreditan que me inspiran un profundo desprecio, también buena gente, altruista, utópica que lamentablemente es la que más alejada está del poder. Pero a pesar de todo sigo inmerso en ella y en la que pienso seguir precisamente por esa pasión, aunque estoy seguro de que algunos desearían mi desaparición fulminante y definitiva. Pues va a ser que no.


Cumplo ahora sesenta y siete años y al hacerlo miro hacia atrás viendo una historia, unas historias, dignas de plasmar negro sobre blanco. Quién sabe, quizás cuando me aburra y decida escribirlas acabe siendo un “best seller”. Seguro que algunos apartados aparecerán destacados en la prensa de aquí, y de allí. Ciertas relaciones han dado para tanto…

Con una debilidad manifiesta, mi hijo Mikel.

En fin, 17 de Octubre, comienza el primer día del resto de mi vida. Espero que ésta, como la anterior, dé para otro libro al menos con las mismas páginas.

Mientras sigo soñando que le quito el puesto a Bruce Dickinson en Iron Maiden, y por eso como despedida permitirme un grito juvenil como viejo roquero impenitente: ¡larga vida al rock and roll!, ¡Larga vida a los viejos roqueros aunque tengan como yo sesenta y siete años ya!



Comentarios

  1. Felicidades. Somos de la misma generación. Al leer tu escrito me he sentido identificado en muchos aspectos. Dices bien. La carrocería algo desteñida, el motor de la rebeldía, inconformista con la desigualdad, la injusticia y la insolidaridad a pleno rendimiento. Empiezo a pensar que es una característica de la generación que nació en la posguerra. ¡Ah!, por último, como bien dices la familia, hijos y nietos, al menos en mi caso, una satisfacción total y un orgullo. Saludos afectuosos.

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