¿Hacia dónde conducen el mercado de trabajo?
ARTÍCULO PUBLICADO EN PUBLICOSCOPIA EL 2 DICIEMBRE 2014
¿Qué es mercado de trabajo? Según
las definiciones habituales se denomina mercado de trabajo o laboral al
conjunto de relaciones mercantiles entre empleadores y personas que buscan
trabajo remunerado por cuenta ajena. El mercado de trabajo tiene
particularidades que lo diferencian de otros tipos de mercados (financiero,
inmobiliario, de materias primas, etc.) principalmente en la cobertura de los
derechos laborales y la necesidad de garantizarlos sistémicamente.
Incluso durante la
negra etapa del franquismo se procuró hacer posible la conjunción de intereses
entre empleador y empleado, aunque en los últimos tiempos, en especial en la
negrísima etapa del gobierno de Rajoy, el equilibrio necesario se ha ido decantando
peligrosamente a favor de los primeros.
El mercado de trabajo
se ha ido desregularizando sistemáticamente a favor de los intereses del
empleador convirtiéndolo en algo muy próximo al esclavismo, con ausencia casi
absoluta de normas que protejan al empleado. No solo porque esas normas se han
ido “flexibilizando”, también porque elementos tan importantes como los
convenios colectivos han dejado de tener el peso que anteriormente tenían.
Ahora ya casi todo vale y el mundo laboral se ha convertido en una selva
dominada por los depredadores empresariales.
Es cuando menos curiosa
la casualidad (¿o no?) de que precisamente cuando se había abierto un profundo
debate sobre los efectos que la revolución científico-técnica tenía sobre el
mundo del trabajo, haya surgido la crisis más grave de los últimos decenios.
¿Real o provocada? Quizás éste sería un asunto sobre el que la izquierda
debiera reflexionar de manera más profunda.
Analizar los porqués:
el paulatino envalentonamiento de una derecha crecida por efecto de una crisis
que ellos mismos han provocado, pero también por una izquierda estatal, europea
y mundial incapaz de reaccionar de manera mínimamente digna -ni está ni se la
espera- y al mismo tiempo hacer un ejercicio intelectual sobre la evolución del
trabajo y cuáles deben ser los parámetros de futuro para poder sobrevivir en
esta selva cruel.
Éste análisis sobre el futuro del trabajo y de la clase trabajadora
-a pesar de ciertos intentos de los seguidores de Fukujama y su “final de la
historia” la lucha de clases sigue vigente-, se ha evitado de una manera
consciente, al igual que hablar de las consecuencias de éste problema. Se
podría decir que entre los teóricos existe una especie de “conspiración del
silencio”, posiblemente presionados por círculos poderosos que desean que los
trabajadores perciban el desempleo estructural que nos castiga, como una
inevitable consecuencia de la crisis en la que estamos inmersos, eso sumado al
miedo de los sindicatos a provocar el pánico de sus afiliados ante la
perspectiva de un desempleo estructural inevitable. Sindicatos por cierto
incapaces de dar una respuesta coherente y eficaz.
La crisis ha puesto de manifiesto ese miedo en los que saben e ignorancia
en el resto, porque es difícil llegar a entender la complejidad de la misma y
que la moderna tecnología y la evolución que se producen en estos campos, sin
precedentes en la historia de la humanidad, permite mayores rendimientos con
mucho menos mano de obra. En definitiva que lo que a principios de éste siglo
XXI se percibía como un problema de difícil solución para el capital -conseguir
que se acepte ese axioma- la crisis le ha está viniendo a resolver de una
manera fácil y evidente.
Resulta por eso fundamental y prioritario que desde los partidos de la
izquierda, desde los sindicatos, desde su intelectualidad se abra un
amplio debate sobre este asunto tratando de contestar a la pregunta que nadie
quiere hacerse: ¿es el desempleo estructural un resultado inevitable de la 2ª
Revolución industrial que estamos viviendo?, ¿es la crisis un efecto
provocado para evitar éste debate? y si así fuera ¿qué hacer desde una
perspectiva de izquierda?
Ya en 1.930 Keynes lo anunciaba de forma profética: “Nos aflige una nueva
enfermedad cuyo nombre no se había oído, pero acerca de la cual oiremos mucho
en los próximos años, me refiero al desempleo tecnológico”.
Está claro para todos los analistas que ésta 2ª Revolución Industrial,
basada en la aparición de la microelectrónica y la robótica, de la que estamos
solo en su etapa inicial, está produciendo cambios revolucionarios en nuestra
sociedad que tiene su origen en el uso de microprocesadores que en solo 30 años
han multiplicado por cien su eficacia y potencia, con una caída en picado de su
precio.
Utilizando técnicas no ya de análisis marxista , sino simplemente de
sentido común, se llega a la conclusión de que todo esto significa una
aceleración en la robotización y la informatización de los procesos productivos
y de los servicios, y por tanto una reducción drástica de la mano de obra
, no solo como consecuencia de la crisis económica como era habitual,
sino fundamentalmente del resultado de los progresos tecnológicos y por tanto
la generación de un desempleo estructural, que según algunos expertos como el
premio Nobel de economía Leontief, cifra en una reducción del 25 % de la mano
de obra a nivel mundial. Es ésta conclusión la que intenta ocultar el
capitalismo y quizás para ello hayan provocado ésta crisis.
Ésta nueva revolución no debiera ser un desastre en tanto en cuanto se
satisfagan ciertas condiciones para que resulte beneficiosa para toda la
humanidad, porque como afirmaba Adam Schaff: “es un desafío al Jehová bíblico
que condenó a los seres humanos a ganar el pan con el sudor de su frente. La
automatización invalida esta sentencia, permitiendo al ser humano en lugar de
realizar trabajos físicamente duros, liberar su actividad creativa para un
desarrollo más pleno de su personalidad y de su realización”.
Por lo tanto la escasez de trabajo no debiera ser una maldición, sino la
forma perversa de lo que puede y debe ser un beneficio potencial. Significa que
la economía ya no va a necesitar que se trabaje a tiempo completo durante todo
el año y por tanto que existe la posibilidad de disponer de una cantidad sin
precedentes de tiempo libre.
La cuestión para la izquierda es luchar para permitir que la sociedad
en su conjunto se beneficie de ello. Esto requiere trabajar menos horas y con
más trabajadores, para evitar que la maldición anterior se pueda transformar
como está ocurriendo en el momento actual en: “No trabajarás”.
Para conseguirlo es necesario fijar una serie de condiciones que respondan
a la pregunta que se hacía Lenin: ¿qué hacer? Qué hacer para asegurar la
existencia de millones de personas que están condenadas a perder su trabajo y
qué hacer para generar el empleo necesario para las nuevas generaciones que
llegan.
Para contestar estas preguntas debemos partir de las siguientes ideas
básicas, desde una posición nítidamente de izquierdas, obviando que existe una
crisis que intenta evitarlas:
1.- El pleno empleo y la mayor igualdad social y económica, son objetivos
más importantes que el crecimiento económico por sí mismo.
2.- Debemos priorizar el crecimiento económico en aquellas áreas que más
beneficien a la población, que menos deterioren el medio ambiente y que
corrijan los desequilibrios entre el Norte y el Sur.
3.- Hay que profundizar en las campañas para el acortamiento de las
jornadas laborales, y como consecuencia por una redistribución de los puestos
de trabajo existentes (trabajar menos para trabajar todos).
4.- Instituir una Renta Básica para todos los ciudadanos de un país, con la
obligación para aquellos que no tengan empleo de participar en ocupaciones
socialmente útiles.
5.- Fomentar la cultura del ocio y de la educación continua, trabajando en
la idea de “disponer de tiempo libre es más importante que disponer de dinero”.
6.- Está claro que los recursos necesarios para todo ello, deben
venir de los fondos públicos provenientes de una nueva redistribución del PNB,
mediante impuestos progresivos.
7.- Iniciar una campaña a nivel internacional para que el mayor número de
personas tomen conciencia del problema.
El programa económico de Podemos reabre el debate. Es una de los elementos
positivos que tiene ésta fuerza emergente, la de servir de revulsivo, de
acicate al resto de las fuerzas de izquierdas. Lo que pasa es que algunas y
algunos ya llevamos defendiendo una parte de sus propuestas en el PSOE hace
muchos años. Bienvenidos al club y gracias por espolear a nuestro partido en un
momento de somnolencia, obligando a recuperar nuestras señas de identidad de la
izquierda.
Hacerse cargo de todos estos planteamientos es el deber de esa
izquierda, desenmascarando la maniobra de despiste provocada por el capitalismo
con esta crisis, porque de lo contrario la falta de cumplimiento de esta tarea
significaría asumir una responsabilidad política y moral directa, convertirse
en cómplices del desastre en que quedarán sumidas las próximas generaciones,
desastre que resultará inevitable si dejamos su solución en manos de la
derecha, o de los autodenominados social-liberales muy de moda en los últimos
tiempos en el seno de la propia izquierda.
Fdo.: José Luis Úriz Iglesias (miembro del PSN-PSOE y de Izquierda Socialista)
Villava-Atarrabia 30 Noviembre 2014
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